Era un texto que se incluía en la habitual sección de saludo final a los peregrinos y cuya responsabilidad y autoría depende de la pertinente sección de la Secretaría de Estado que, no en vano, es la secretaría personal del Papa. Lo que nadie se imaginó entonces es que el socialismo laicista iba a hacer de una intervención pontificia doctrina legitimadora de la moralidad del mal llamado "proceso de paz". ¡Albricias! ¡El Papa ha pasado a ser fuente de opinión y de actuación de los socialistas! Que baje Bono y lo vea. Quien menos te lo esperas, cuando menos te lo esperas, te utiliza; una buena lección para la historia de la diplomacia. No se podrá decir que el Papa apoyara las tesis del Gobierno, pero sí que el Gobierno ha intentado amplificar las que creía eran del Papa.
El responsable de la corriente de aguas turbulentas del PSOE, cristianos socialistas y socialistas cristianos, Carlos García de Andoin, algo más que inspirador del reportaje de El País, ya ha encontrado su misión en el partido que nos gobierna: elaborar la teología de la legitimación moral de la claudicación y del precio político, social, histórico, ante una banda terrorista que ha asesinado, extorsionado, creado violencia, imposibilitado la vida en libertad y el normal desarrollo de cientos de miles de personas, en el País Vasco y fuera de él. Este laico, hasta no hace mucho liberado de la diócesis de Bilbao, además de llevar escolta, sabe cuáles son las fibras nacionalistas de la Iglesia y hasta es capaz de equivocarse en sus interpretaciones.
Apunta al notario de la estrategia que con esas palabras del Papa todo lo que se refiere al País Vasco pasa a ser, en la Conferencia Episcopal, competencia de los obispos de aquellos territorios. El País y sus inspirados nacionalistas eclesiásticos pretenden borrar de la historia el documento Valoración moral del terrorismo, de su causas y de sus consecuencias. Además, abonan el terreno para que la entente cordiale entre los obispos vascos y catalanes, y algunos más, pongan sobre la mesa de la próxima Asamblea Plenaria sus argumentos en pro de la no inclusión en el documento que se va a discutir de la cuestión sobre si la unidad de España es un bien moral y afecta a la solidaridad como virtud fundamental dentro de la caridad política. Acaso ya no se recuerda que si los obispos, todos y cada uno, cualquiera, pueden hablar libremente sobre ETA en la Plenaria se debe a una conquista histórica de las nuevas generaciones episcopales. Fue aquella una justa reivindicación de, entre otros, el arzobispo emérito castrense, Monseñor José Manuel Estepa, que un día dijera a un hermano suyo, de cuyo nombre no me quiero acordar, aquello de "tú hablas de la ETA, yo pongo los muertos y encima me tengo que callar".
Para aclarar y proponer un mínimo orden y concierto, el secretario general de la Conferencia Episcopal y portavoz de los obispos, el jesuita Juan Antonio Martínez Camino, siempre dispuesto a hacer amigos, ha salido al paso en la COPE para aclarar que ETA "no es una interlocutora legítima salvo para que no mate o para que desaparezca. [...] No es moral que los asesinos puedan sentarse a una mesa como interlocutores políticos para negociar con representantes del Estado de Derecho."
Habrá que investigar si Rubalcaba ha ido a un colegio de religiosos en sus años jóvenes. Pero mucho se temen los especialistas en estas materias que el ministro del Interior haya pactado con algún diablillo cojuelo sentar en la mesa de negociación a un cura de los de misa y Aberri Eguna. José Luis Rodríguez Zapatero está empeñado no sólo en modificar el ADN de España y de los españoles, la genética social y cultural, también el de la Iglesia, al menos el del País Vasco. Y, a este paso, lo va a conseguir.