La película se base en una serie de animación del mismo nombre creada por Peter Chung para la MTV en los años 90. Esta versión, dirigida por Karyn Kusama, es una película visualmente asombrosa con excelentes secuencias de acción, pero al contrario que muchas películas de acción actuales, tiene debajo un argumento estimulante e imaginativo. Elementos de la oscura sensualidad de la serie permanecen, pero están severamente restringidos en comparación con el original.
El científico llamado Goodchild que encontró la cura al virus industrial fundó Bregna, instituyendo un régimen totalitario para mantener el orden y proteger a los civiles de las crecientes amenazas de la naturaleza salvaje y de nuevas epidemias. El conflicto con el que comienza la película se produce entre los rebeldes contra el estado dictatorial, los Monicans, y el gobierno Goodchild, ahora encabezado por Trevor Goodchild.
El régimen de Goodchild tiene todas las características de una tiranía actual, con imágenes del líder reproducidas por toda la ciudad, una policía secreta devastadoramente eficaz que elimina despiadadamente cualquier oposición al gobierno y una omnipresente tecnología de adquisición de información para tener registradas todas las actividades de sus súbditos. Los paralelos enter Bregna y los estados despóticos contemporáneos como Corea del Norte son inconfundibles.
Aeon Flux, que es el asesino entre los rebeldes Monicans, puede de alguna manera ser visto como la encarnación del mismo compromiso con la libertad que existió cuando se fundaron los Estados Unidos. La Declaración de Independencia se refiere a los derechos y obligaciones de quienes viven bajo una tiranía: “Pero cuando una larga serie de abusos y usurpaciones, dirigida invariablemente al mismo objetivo, demuestra el designio de someter al pueblo a un despotismo absoluto, es su derecho, es su deber, derrocar ese gobierno y establecer nuevos resguardos para su futura seguridad.”
Esta es, en breves palabras, la misión de Aeon Flux, que trasciendo sus compañeros Monican, que simplemente quieren destruir el gobierno de Goodchild pero parecen perfectamente capaces de reemplazar este régimen totalitario con uno propio. Son realmente rebeldes. Aeon, por el contrario, tiene esperanza en un futuro positivo de libertad y florecer de la humanidad, por lo que se convierte en revolucionaria.
El complejo argumento de la película es intelectualmente estimulante, al plantear cuestiones bioéticas complejas relacionadas con la medicina, la reproducción y la clonación no como meros adornos argumentales, sino como reflejos extendidos de la naturaleza de los seres humanos que viven en relaciones sociales entre ellos. La película se muestra especialmente perspicaz en la constatación de que el poder político absoluto, incluso cuando se instituye con buenas intenciones, tiene la tendencia inevitable de traer la degradación de aquellos que lo poseen. La frase de Lord Acton, “el poder tiende a corromper, y el poder absoluto corrompe absolutamente”, nunca ha sido más aplicable que aquí.
Donde la película falla, no obstante, es en el retrato de los fundamentos de un acuerdo político justo. Los redactores de la Declaración de Independencia tenaín en mente el modelo explícito de derechos humanos derivados de Dios, que estamos “dotados por nuestro Creador de ciertos derechos inalienables”. En el mejor de los casos, Aeon Flux evidencia una suerte de sentimentalismo humanista implícito.
Sin duda, no existe naturalismo científico en el mensaje de la película, que enfatiza el poder y el amor del alma humana. Pero el deseo ultimo de Aeon es simplemente que los habitantes de Bregna puedan morir con la esperanza de un futuro cumplimiento de la auto-realización de su potencial.
Esto se queda muy corto de la plentitud de esperanza que viene con el reconocimiento de Dios y una vida detrás de la muerte. Aeon reconoce la mitad de la fórmula bíblica, que “el hombre está destinado a morir”, pero no va más allá para darse cuenta de que la esperanza en el momento del juicio en la muerte consiste en que “Cristo fue ofrecido una vez para agotar los pecados de muchos; y la segunda vez, sin pecado, será visto de los que le esperan para salud.” (Hebreos 9;28). Esta es la única base para una esperanza verdadera en este mundo, y la sociedad perfecta permanecerá necesariamente un mito hasta que sea realmente fundada.
Jordan Ballor es editor asociado con el Instituto Acton para el Estudio de la Religión y la Libertad en Grand Rapids, Michigan.