En 2004, el comercio internacional aumentó un 10.2%. El crecimiento de la economía mundial ha sido alrededor del 4%. Los países en desarrollo "están creciendo más rápido que su promedio de crecimiento de los años 80 y 90". Si estos niveles se mantienen, los próximos 10 años se duplicará el nivel de incremento en las economías del mundo en desarrollo. Parecen buenas cifras pero, ¿qué significan para las personas de carne y hueso?
Después de todo, la economía es algo más que tablas, gráficos y números. Hablando en términos amplios, la economía podría ser descrita como el estudio de la producción, distribución y consumo de bienes escasos y servicios. Los economistas estudian qué hace la gente para satisfacer sus necesidades básicas del día a día. Para la gente de fe, una de esas preocupaciones debe ser el estatus de los más pobres de entre los pobres. ¿Qué hay en esas cifras para aquellos que tienen menos?
De acuerdo al estudio, si el ritmo de crecimiento de 6.1% sigue hasta la próxima década en los países en desarrollo, el número de gente viviendo en extrema pobreza disminuirá a la mitad en esos países. Incluso si quitásemos de esa lista a China, India y Rusia (todos técnicamente en la lista de países en desarrollo), el promedio de crecimiento en el resto de naciones es del 5% para 2004. La proporción de deuda del ingreso per cápita, aunque aun es una carga para muchos países, es casi la mitad de lo que era en 1994. Esta clase de rendimiento económico sostenido reduciría a la mitad el número de seres humanos viviendo con menos de un dólar al día así como los que viven con uno o dos dólares al día.
¿Qué es lo que está produciendo estos cambios? La gente que se preocupa de los pobres debería no sólo alegrarse de esa mejoría, también debería quedar muy claro qué es lo que la produce. Además, ultimadamente, deberían estar apoyando firmemente las fuerzas que producen esta mejoría para que todavía más gente pueda salir de la pobreza.
El motivo de esta maravillosa noticia no es la caridad, aunque sea importante para aliviar necesidades humanas. Tampoco es que el mundo desarrollado haya decidido hacer caso a los llamamientos del cantante Bono y otros para que donen una gran parte de su PNB. La respuesta abrumadora es el mercado libre con el imperio de la ley; propiedad privada, libertad, acceso a mercados y la reducción de tarifas arancelarias al comercio.
Pero a pesar de todas estas buenas noticias, hay motivos de preocupación para la gente que vive en el África subsahariana. De acuerdo al informe, "el crecimiento en la región seguirá lejos del promedio mundial y por un margen significativo". Esto tiene que ser preocupante para todos aquellos que se toman en serio el mandato de Cristo: "De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis". Nuestra primera respuesta debería ser preguntarnos por qué esta región no mejora adecuadamente.
Las respuestas de siempre no son válidas. El África subsahariana tiene más recursos naturales que la mayor parte del mundo en desarrollo. Así es que la pretensión que le faltan recursos debe ser rechazada. Otra respuesta tipo es la que se necesita controlar la natalidad. Por ejemplo, hay 10 millones de personas viviendo en Zambia. Si sólo fueran 5 millones, serían el doble de prósperos que ahora. Esas matemáticas son simplistas y engañan a mucha gente pero simplemente no son ciertas. China y Rusia, junto con virtualmente todos los países en desarrollo son más densamente poblados que la mayoría de naciones africanas. Tener menos niños no es la respuesta para erradicar la pobreza.
Así es que, ¿dónde nos deja esto si nuestros corazones se preocupan por
la pobreza de seres humanos, hechos a semejanza de Dios, viviendo en el África subsahariana? Los creyentes, especialmente los que actúan en nombre de Dios, deberían exigir que los beneficios del mercado se extendiesen allí. Deberíamos pedir que acabe la corrupción. Deberíamos gritar que se promoviesen los derechos de propiedad privada y el levantamiento de las barreras arancelarias. Deberíamos hablar en contra de los varios tipos de subsidios gubernamentales que se da a los agricultores americanos y europeos, una ventaja distinta e injusta sobre los agricultores del mundo en desarrollo. Es sólo cuestión de justicia respaldada por cifras que no se pueden ignorar.
Desafortunadamente, esta evidencia empírica es ignorada muy a menudo. La Alianza Reformada Mundial, grupo hecho de distintas agrupaciones con 75 millones de cristianos reformados en el mundo, no parece ser consciente a la realidad de la pobreza y sus causas principales. Para algunos de sus líderes, el sistema de libre mercado es condenable y lo ponen a la par con la política del apartheid de Sudáfrica. Semejantes afirmaciones revelan que estos líderes religiosos están descaminados y han hecho el diagnóstico equivocado sobre las causas principales del hambre, muerte prematura, enfermedad y la inaceptable tasa de mortalidad infantil.
En vez de impulsar el crecimiento del mercado y del libre comercio, condenan a los ciudadanos de los países más pobres del mundo a la desesperación llevados por sus propias perspectivas ideológicas en vez de preocuparse por esos pobres. Deberían recalcar asuntos gubernamentales, corrupción y defender los derechos de propiedad para que los africanos subsaharianos saliesen por fin de la pobreza. Pero esas falsas voces proféticas ignorarán las cifras. Ignorarán la realidad de la pobreza. Ignorarán las justas exigencias de los africanos que tienen los recursos, mentes y habilidad para cuidar de sí mismos pero que no pueden porque las estructuras del imperio de la ley no existen donde viven.
En las palabras del músico Don McLean: "No oirán, todavía no nos oyen, quizá nunca lo hagan".
El Reverendo Gerald Zandstra, pastor de la Iglesia Cristiana Reformada en Norteamérica, es director del Center for Entrepreneurial Stewardship del Acton Institute.