La película, que tiene dos columnas vertebrales –la defensa de la vida y la reivindicación de la dignidad latina– fue la excusa perfecta para que Verástegui haya hecho una lectura política de ambas batallas. Por una lado, el actor se ha convertido en un incansable activista contra el aborto, una extendida lacra social en Estados Unidos. "Yo voto como católico y no tengo más remedio que votar a McCain, que tiene en su programa la lucha contra el aborto". Verástegui es consciente de que en Estados Unidos se abren cientos de centros abortistas en los barrios latinos para frenar el crecimiento de la población hispana. En la zona latina de Los Ángeles donde vive él, de una milla de extensión, hay nueve centros de realización de abortos. Además la ley permite a las adolescentes menores de edad abortar sin el conocimiento de sus padres. "Todo esto se agravará al ganar Obama, que ignora que el ser humano lo es desde el momento de su concepción". Verástegui apoyaba su defensa de McCain en el hecho de que en la Corte Suprema, la diferencia entre jueces abortistas y jueces antiabortistas es de uno a favor de los primeros. Teniendo en cuenta que tres jueces se retiran ahora y el nuevo presidente debe elegir a los sustitutos, era imprescindible, declaraba el actor, que ganara McCain para empezar a frenar y a echar marcha atrás en la legislación abortista. "El aborto es un crimen. Sencillamente. Hay que acabar con él. Hay que acabar con una sociedad que enseña que todo vale para mantener el propio bienestar".
El otro pilar de la película Bella es la reivindicación de la aportación de los valores hispanos para la sociedad americana: familia, trabajo, religiosidad, honradez, etc. "Basta ya del estereotipo de latino entre bandido y latin-lover. Es hora de mostrar nuestro verdadero rostro". Para Verástegui, las leyes de inmigración americanas consolidan un prejuicio tremendo hacia la población latina. Y cree que Obama no propone una situación mejor. El cine es un lugar donde, desde los años cuarenta, se ha ido consolidando con singular eficacia el modelo de latino tramposo y marrullero y el de latina como objeto sexual. Para Verástegui, casos como el de Antonio Banderas, que ha dignificado el rol del "latino en Hollywood", son referentes a seguir. El actor mexicano subraya la aportación de cohesión social y arraigo en las tradiciones que supone el mundo latino y chicano en una sociedad cada vez más desestructurada y carente de valores.
En España, ambas batallas parecen quedar un poco fuera de la sensibilidad del espectador. Sin embargo, el goteo reciente de películas que cuestionan el aborto como solución, películas bastante bien acogidas, indica que ya no es tabú proponer alternativas a la "solución final" del aborto. Una cultura de la acogida y de la adopción parece despertar simpatías en amplias franjas de la población. Es por ello por lo que Bella, una película discreta y nada "militante", puede caer muy bien al espectador medio. Una película que ni condena ni adoctrina ni juzga, sólo propone la acogida y el entorno familiar como un lugar donde sanar las heridas de un embarazo no deseado y proponer una vía que a todos construye y a nadie destruye. Desde aquí les animamos a disfrutar de esta entrañable y grata película que, como ven, tiene dentro mucha más carga socio-política de la que parece.
CINE
Bella
Hace siete meses comentábamos en estas páginas electrónicas lo que había supuesto en Estados Unidos y México el estreno de la película Bella, producida y protagonizada por el actor mejicano Eduardo Verástegui, convertido al catolicismo cuando era un símbolo del latin lover más prototípico. Ahora el film llega a España precedido de una campaña de promoción en la que Verástegui aprovechó para apoyar la candidatura de McCain a la Casa Blanca.
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