Estamos ante dos ficciones, la primera inspirada por un hermoso relato, L´Inquiesta; la segunda, por el deseo de ganar dinero con la onda expansiva de El código da Vinci. Esta ridícula novela de estación ferroviaria partía del hecho imaginario de una investigación arqueológica que supuestamente nos demostraba que Jesús no resucitó y que tuvo hijos con la Magdalena. El cineasta James Cameron, con la ayuda de un profesor de Harvard y otro de Toronto, especula en el citado documental con la posibilidad de que cierta tumba encontrada fuera propiedad de la familia del Nazareno y, por tanto, la tumba de Jesús. Se trata de una producción con un déficit enorme de erudición científica, y la mayor parte de los comentarios no están efectuados por expertos sino por los propios realizadores del documental.
Cuando James Cameron filmó su mejor película, Titanic, aprovechó su descubrimiento de los restos del trágico naufragio para realizar un documental en formato Imax (3 dimensiones), Los misterios del Titanic. Le gustó tanto su experiencia "arqueológica", que ahora ha visto la posibilidad de volver a hacer un documental muy rentable avivando la cuestión de la historicidad de la Resurrección de Cristo. Afirmarla sería alinearse en Hollywood con Mel Gibson, poco popular; negarla le permitía subirse a la imparable ola del laicismo y del marketing de El Código da Vinci. Y eso es lo que ha hecho.
Afortunadamente es muy distinta la película En busca de la tumba de Cristo, estrenada la semana pasada en nuestras pantallas y que también se ha concebido para la televisión. Se trata de un telefilm italo-español que es, de hecho, un remake de la interesante película de Damiano Damiani Una historia que comenzó hace 2000 años, estrenada en 1987. En realidad ambas se basan en una novela de Suso Cecchi D'Amico y Ennio Flaiano llamada L´Inchiesta. Max von Sydow, Daniele Liotti, Mónica Cruz, Ornella Muti y Fernando Guillén Cuervo son algunos de los actores protagonistas de esta nueva versión.
Tres años después de la crucifixión de Cristo, el emperador Tiberio decide enviar a Galilea a un emisario que averigüe qué fundamento tienen los rumores sobre la resurrección de Jesús. El enviado, Tito Valerio, se debate entre los esfuerzos de Pilato por obstaculizar su investigación y su encuentro con los primeros cristianos que cada vez ejercen un mayor atractivo sobre él.
En busca de la tumba de Cristo tiene un formato bastante desaliñado, con descuidos importantes en la continuidad de los planos y en la coherencia interna del guión. Este último, además, incluye diálogos muy peliculeros y situaciones que requerirían una producción de presupuesto más elevado. En general se puede decir que es una película superficial en lo formal, desaseada, lo cual perjudica a una historia que sí que tiene interés y que podía haber brillado mucho más en un envoltorio más riguroso. La película opta por un cierto aire policiaco –lo cual está bien visto– en dirección opuesta a El Código Da Vinci, es decir, hacia la afirmación de la resurrección de Cristo. Esta trama detectivesca se combina con una subtrama romántica, la más tópica de todas, en la que, sin embargo, la trama se va a jugar sus aspectos más interesantes.
La película no resuelve la cuestión de la tumba de Cristo, que ni aparece, pero deja clara la excepcionalidad de Cristo y la realidad del milagro, así como presenta a los cristianos como portadores del perdón y de la paz. También arriesga una interesante ficción histórica en torno a Tiberio y su supuesta conversión al cristianismo "en la distancia". En definitiva se trata de una película con más brillo en la historia –la novela– que en la realización, con un tipo de tratamiento más propio de los años setenta que de la actualidad, pero quizá útil para adolescentes acostumbrados al formato televisivo y que pueden conocer una historia novedosa y sugerente.