Desde luego, el aburrido británico Ken Loach –no porque su cine aburra, que últimamente lo hace, sino porque su marxismo es de soporífero adoctrinamiento– se ha llevado la Palma de Oro por El viento que agita el centeno. Este director, que todavía cree que los hombres se dividen entre buenos y malos, como en La guerra de las Galaxias, ha hecho un film sobre la independencia irlandesa, ya todo un subgénero. Para ello ha contado con la producción probablemente más cara de su carrera, producción a la que ha contribuido el dinero de Gerardo Herrero, nuestro productor patrio más internacional.
El premio al mejor director es para quien, según muchos, debía haber ganado la Palma de Oro a la mejor Película, el mexicano Alejandro González Iñárritu. Con Babel ha concluido su impactante trilogía del dolor humano, formada por Amores Perros y 21 gramos, dos excelentes cintas. Sin embargo, este nuevo film, Babel, por su humanidad, ha obtenido en Cannes el Premio Ecuménico de la Asociación Católica Mundial para la Comunicación. La película, que cuenta con la participación de Brad Pitt, Gael García Bernal y Cate Blanchett, narra tres historias diferentes situadas en México, Marruecos y Japón, que parten del mismo hecho, un disparo accidental realizado en el sur de Marruecos. Con esta cinta González Iñarritu cierra su ciclo de filmes con temática de historias cruzadas.
Respecto a Almodóvar y su Volver, a pesar de partir como favorita, sólo ha recibido premios para sus actrices y para su guión. Probablemente –casi seguro– es mucho mejor película que la francesa Flandes, pero el injusto veredicto no le viene nada mal al ombligo del cineasta manchego.
En fin, el resto de las películas premiadas me suenan a chino y habrá que esperar a verlas. Lo que me sorprende es que este palmarés tan errático esté decidido por un jurado presidido por Wong Kar-Wai, uno de los mejores directores orientales. Claro que le han rodeado de actores muy buenos y hermosos, pero que no tienen porqué tener un criterio cinematográfico coherente, como las guapísimas Zhang Ziyi, Monica Bellucci o Helena Bonham Carter, o el imponente Samuel L. Jackson. Y para sazonar tal disparidad, un director inquietante como Patrice Leconte y la directora tela marinera Lucrecia Martel. Y para darle a todo un aire tarantiniano, Tim Roth. Lo que habría dado por estar en esas reuniones tan buñuelianas.
Lo mejor, fuera de competición, Wim Wenders, Sidney Pollack, Kevin Smith... y las gloriosas X-Men 3 y El código Da Vinci. Imponente festival.