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CRÓNICAS COSMOPOLITAS

Vericuetos del poder

El Rey, o algunos de sus consejeros en La Zarzuela, o todos a una, enterraron los "papeles del CESID" para que Felipe González no fuera a la cárcel, o al menos ante los tribunales, cuando éste se enteraba por la prensa que era Presidente del Gobierno y jefe de partido y, por lo tanto, responsable de los asesinatos del GAL y de todos los negocios sucios de su gobierno y de su partido, y hasta de la UGT.

Pero a cambio le exigieron que nunca más pretendiera ser de nuevo Presidente de Gobierno. Aunque, evidentemente, esto contradice uno de los principios de la democracia –la ley es la misma para todos, ministros o barrenderos– tiene su lógica, lógica de poder, desde luego: no se puede encarcelar a un Presidente del Gobierno de España, pero no se puede admitir que un asesino sea de nuevo Presidente del Gobierno de España. Si lo de asesino resulta exagerado para algunos de ustedes, digamos responsable moral –y político– de asesinatos.
 
Si lo que concierne la protección real a Felipe González ya ha sido comentado, y a veces criticado, el segundo término del pacto secreto entre La Zarzuela y Don Felipe es por mi parte una mera hipótesis, pero que también tiene su lógica. Si hace cuatro años se negó a ser candidato, cuando muchos en el PSOE se lo pedían, no es porque estuviera harto de la política, sino porque no podía. En las últimas elecciones de marzo estuvo mucho más discreto, por los mismos motivos, y además porque Zapatero había logrado hacerse con su partido. Y después de la catástrofe Almunia, cualquier cosa mariposa. De todas formas no es el PSOE quien ha ganado las elecciones; que fuera Zapatero, González o incluso Almunia quien lo liderada hubiera sido lo mismo, porque ganó el miedo. Después de los tremendos atentados de Atocha, una mayoría de españoles, desgraciadamente, pensó que Aznar tenía la culpa por habernos metido en el lío de Irak, y que, echando a Aznar, evitaríamos nuevos atentados. Fue una actitud cobarde y absurda, pero que triunfó en las urnas. Absurda en todos los sentidos, porque al terrorismo no se le vence cediendo, y aún más absurda en el caso de España, cuando se retiran nuestras pocas tropas de Irak, para enviarlas a Afganistán, y nuestros gobernantes, que por lo visto ni siquiera saben donde está el Polo Norte, ¿se creen que Afganistán no es "tierra Santa" para los islamistas, y que enviar tropas allí no lo van a considerar como una agresión de infieles que hay que castigar?
 
Volviendo a Felipe González, como está en "libertad condicional", sólo le quedan como actividades rentables los negocios sucios, pero en América Latina –en concreto, Argentina y Cuba– e intentar presentarse como referente moral de la izquierda europea, lo cual no es difícil. ¿Qué moral tiene la izquierda hoy? Y liderar el "acoso a Aznar" en las páginas de El País. Porque este diario, como todos los medios del Imperio Polanco, se han lanzado de manera extravagante en el linchamiento de Aznar. Extravagante porque José María Aznar ya había anunciado antes de las elecciones de marzo, y de los atentados, que no sería candidato, que consideraba que ocho años de Presidente de Gobierno y más del PP le parecían suficientes, que no había que aferrarse al poder. Y cumplió. ¿Por qué entonces todo el Imperio Polanco, y amplios sectores del PSOE, se dedican a machacar, día tras día, hasta límites inconcebibles y muchas veces grotescos, a José María Aznar? Yo veo una sola explicación: su temor a que vuelva. Si le odian, a él personalmente, mucho más que al PP, y si temen su vuelta, es porque lo hizo muy bien. Y si en política nunca, nada, resulta muy bien, muchísimo mejor que todos los anteriores Presidentes de Gobierno.
 
Si eso fuera así ¿por qué perdió las elecciones? se preguntan algunos. Primero, porque no las perdió él, ya que no era candidato. Pero sí lo hizo el PP y Mariano Rajoy, y sigo convencido de que Rajoy no es Aznar, no tiene el peso político de Aznar.
 
He leído varios comentarios de partidarios del gobierno de Aznar, que consideran que lo hizo bien en política económica, como una disminución notable del paro y un notable crecimiento, convencidos, incluso, de que también en política internacional acertó, y pensaron encontrar el fallo esencial en una falta de comunicación, como se dice ahora. Por lo visto ni Aznar, ni el gobierno, ni el PP, supieron convencer a los españoles de la necesidad de una solidaridad internacional en la lucha contra el terrorismo, de la necesidad vital de defender nuestras frágiles e imperfectas democracias, que se trate de Afganistán, de Irak o de San Sebastián. Pues yo pienso que es aún más grave; si el PP no supo convencer es que no estaba convencido. Amplios sectores de ese partido se asustaron, se rajaron, ante las multitudinarias manifestaciones callejeras y una inaudita y desvergonzada campaña de prensa, insultando día tras día al "trío de las Azores", y tuvieron miedo de perder sus tenderetes. En estas condiciones, ¿a quién iban a convencer? A nadie, y fueron directamente al desastre.
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