Otros, por las mismas fechas, dicen cosas como esto: "El diplomático Joseph Wilson acusó al Gobierno de EEUU de manipular los datos de los servicios de inteligencia para crear falsos argumentos que justificaran la invasión de Irak. Wilson había viajado a Níger por encargo de la CIA para investigar si Sadam Husein había tratado de hacerse con uranio en ese país. Demostró que esa trama era ficticia y que nunca hubo contactos en ese sentido. Lo transmitió así a la Casa Blanca, pero, para su sorpresa, comprobó que el presidente, George W. Bush, mantenía y repetía esa acusación falsa".
Y más, como el titular "arriesgado" de esta última noticia: "El principal asesor de la Casa Blanca filtró el nombre de una espía de la CIA". Y última barbaridad por hoy: la filtración de la identidad de Plame "no sólo arruinaba su carrera, sino que ponía en peligro la vida de decenas de sus contactos por todo el mundo". Todo esto, también en julio de 2005, sabiendo que nada de esto es cierto a fecha de finales de marzo de 2005 (parte de estas acusaciones ya quedaron rechazadas mucho antes, en el informe del Senado de EEUU, 07 de julio de 2004 –PDF, más de 20 Mby–).
Nuestra versión
1) Wilson no demostró que las acusaciones eran falsas o que la trama era ficticia: los servicios británicos de inteligencia siguen dando las acusaciones por ciertas, y Lord Butler da por buena la cita de Bush en el famoso discurso. 2) Ya hubiese querido Wilson demostrar que nunca hubo contactos en ese sentido: los propios analistas de la CIA que leyeron la entrevista al sujeto (porque ni siquiera hizo un informe escrito, como alegaba) vieron en sus declaraciones indicios de la confirmación de los tanteos de los iraquíes para conseguir yellowcake (un concentrado de óxido de uranio, con alrededor de un 80% de U3O8, que es lo que se suele llamar en este contexto "uranio"). 3) Respecto al titular, ay, Señor, ¿por qué no pusieron "datos" o cualquier otra cosa en vez de "nombre"? Mira que es fácil no lanzarse a la piscina cuando todo lo que hay público son rumores. En realidad, ese asesor no pasó el nombre de la funcionaria, y digo funcionaria porque ni siquiera era espía. Por último, lo de poner en riesgo su carrera y la vida de sus contactos por todo el mundo: la señora en cuestión había perdido su carácter encubierto al menos dos veces, según la propia prensa (y esto se supo hace cuatro meses, a ver cómo lo explica el corresponsal que escribió hasta barbaridad). Luego lo vemos.
¿Cómo puede haber tanta diferencia entre las versiones? ¿Es que los que han escrito esto están poco informados? Parafraseando un comercial, los becarios dinámicos estos ¿cuecen las noticias, o las enriquecen con sus aditamentos sesgados? Qué exagerado, llamarles así, dirán algunos. Bueno, ¿quién sino un becario puede llamar "Novack" en vez de "Novak" al periodista origen del actual "caso Plame", como hace un corresponsal en Washington DC, o su editor, o el que haya sido, de un prestigioso medio escrito?
Volviendo a las versiones tan diferentes, ¿es que se rodean los corresponsales de compañías de ideología uniforme? Claro, es esto último: tanto tomar café con los muchachos de The New York Times... así no le llega a uno la mitad de la información, como lo que publicó Mark Huband en Financial Times (27 de junio de 2004). Vean, si no, ahora.
Informe Butler
Citemos el informe que Lord Butler publicó el 17 de julio de 2004 (lamentablemente, demasiado tarde para que el informe del Senado que citamos antes incorporase estas conclusiones):
– 499. Concluimos que, tomando como base las valoraciones de inteligencia en aquel momento, tanto de Níger como de República Democrática del Congo, estaban bien fundamentados los pronunciamientos sobre los intentos de compra de uranio en África que aparecen en el dossier del Ejecutivo y que son realizados por el Primer Ministro en la Cámara de los Comunes. Por extensión, concluimos que el pronunciamiento que aparece en el discurso sobre el estado de la Unión del Presidente Bush del 28 de enero de 2003:
"El Gobierno británico ha averiguado que Saddam Hussein trató recientemente de adquirir cantidades significativas de uranio en África"
estaba bien fundamentado.
– 500. También hacemos notar que, como los informes no eran concluyentes, ni el dossier del Ejecutivo ni el Primer Ministro llegaron a decir que se hubiese firmado el acuerdo entre los gobiernos de Iraq y Níger para el suministro de uranio, o éste hubiese sido transportado.
Acerca de los documentos falsos sobre Níger, Lord Butler dice:
– 503. d. Los documentos falsificados no estuvieron al alcance el Gobierno británico cuando se hicieron las valoraciones [comentadas en 499], así que el hecho de la falsificación no desacredita las mismas.
Bien, corregida ya la impresión de que la frase aquella del presidente Bush era incorrecta, o insuficientemente fundamentada, ¿qué ocurre con lo de la violación del secreto de un espía? ¿Lo de arruinar su carrera y poner en peligro la vida de decenas de sus contactos por todo el mundo, como dicen algunos?
¿Pero no era espía su esposa?
El propio Wilson lo desmiente. Cuando le preguntaron que por qué se hizo la foto en Vanity Fair con su mujer, en un descapotable, y ella vestida de aprendiz de vampiresa con glamour, se defendió diciendo: "Mi esposa no era una agente secreta el día que Bob Novak 'reventó' su identidad" ("My wife was not a clandestine officer the day that Bob Novak blew her identity"). Queda claro, esperamos, que se llama Novak, y no Novack. Tiene razón Wilson: de hecho, como es habitual, Novak llamó a la Agencia para que le llamaran (normalmente, el propio director) si alguna vida corría peligro o su trabajo en CIA era secreto, cosa que los vecinos de la señora podían haber descartado si hubiesen ido a preguntarles. ¿Se lo ha dicho alguien a los "periodistas" estos que tienen ustedes aquí?
Lo más bonito es que la prensa, en un escrito dirigido al tribunal que se ocupa del "caso Plame" (23 de marzo de 2005, nada menos), además de comentar esto que les decimos de Novak, lista las al menos dos ocasiones en que la dicha señora dejó de ser agente encubierto: primero, en Moscú, a mediados de los 1990. Después (no tenemos fecha de esto, pero ya se sabrá), una valija dirigida a la sección de intereses de EEUU en la embajada suiza en La Habana fue mal protegida por los agentes americanos y los cubanos accedieron a su contenido. Quizá eso explique por qué la señora Wilson llevaba seis años asignada a las oficinas centrales de la CIA en Langley, Virginia, entrando y saliendo y siendo perfectamente visible, fotografiable y localizable. Estas ideas son del propio escrito de la prensa (p. 7). A esto se le llama "carecer de protección máxima" (en inglés, deep cover).
¿A quién llamamos "la prensa"? Vean algunos de los medios progres que firman este escrito dirigido al tribunal: ABC, AP, CBS, CNN, NBC, Newsweek, Reuters America, The Tribune Company (la editora de The Los Angeles Times y The Baltimore Sun, entre otros), The Washington Post y The White House Correspondents (que es la agrupación de periodistas acreditados para cubrir eventos en la Casa Blanca).
Así que no, señores, no sólo no era espía, es que ni siquiera trabajaba ya con "tapadera". Era una chupatintas de alto nivel en una oficina del Gobierno de EEUU (chupatintas quizá mal pagada, no queremos implicar lo contrario). Qué bueno comprobar que la famosa pérdida de identidad secreta no era tal ni tenía las repercusiones que nos dijeron. ¿Cuándo aparecerán los desmentidos?
El papel deshonroso de los media
Dicho todo esto, ¿cómo se puede tener la cara dura de decir en julio de 2005 que Wilson "demostró que las acusaciones de EEUU [sobre el uranio de Níger] eran falsas"? ¿O decir que "[Wilson d]emostró que esa trama era ficticia y que nunca hubo contactos en ese sentido", o que lo "transmitió así a la Casa Blanca"? ¿Cómo se puede dar estos pronunciamientos por hechos históricos, cuando el informe del Senado que establece que Wilson no se le comunicó a la Casa Blanca se publicó en julio de 2004, hace un año?
Pero hay más. A partir del momento en que el presidente Bush dijo que el "Gobierno británico ha averiguado que Saddam Hussein trató recientemente de adquirir cantidades significativas de uranio en África", personas como Wilson afilaron sus cuchillos para machacar a los republicanos. Sin posibilidad ninguna de defensa, sin llamar a los británicos, sin probar otras vías de información, The New York Times publicó el artículo basura del diplomático, "acus[ando] al Gobierno de EEUU de manipular los datos de los servicios de inteligencia para crear falsos argumentos que justificaran la invasión de Irak", como dicen por aquí, y los demócratas, con acceso a la información secreta por sus cargos en los comités de inteligencia, se lanzaron con total desvergüenza al ataque de la política exterior de EEUU.
No decimos sin precedentes, ya lo hicieron antes, pero sí decimos con total desvergüenza. Y los media, viendo la sangre, machacaron, y de qué modo. Según el senador Mitch McConnell, así: NBC retransmitió un total de 40 informes sobre las alegaciones de Wilson. CBS difundió 30 informes. ABC un total de 18. The New York Times publicó 70 artículos que daban crédito o no cuestionaban estas alegaciones. La prensa progresista, dentro y fuera de EEUU, salivaba sobre lo que interpretaban como despojos republicanos. The Washington Post, menos escorado a la izquierda que TNYT, imprimió nada menos que un record de 98.
Estos chicos majos de The Washington Post llegaron a publicar en página nueve, claro, no iban a ponerlo en portada, que Wilson les había engañado (artículo de Susan Schmidt, 10 de julio de 2004, p A9). Ya saben, Wilson diciendo que él había visto de lejos que eran falsos aquellos documentos que luego se dieron por tales. Pequeño problema: el informe del Senado de EEUU establece que esos documentos no llegaron a manos de agentes de EEUU hasta ocho meses después del viajecito de Wilson, ese viaje en el que tomaba el té a la menta con los unos y los otros a cargo del contribuyente, por sugerencia de su señora esposa. Porque éste es el meollo del asunto: que la putrefacción era tal que la esposa de este señor le propuso para el viaje a Níger, sin ser un empleado de la agencia, sin ser especialista en materia de armas de destrucción masiva, sin haber pisado el área en los últimos veinte años, y luego él, encima de todo, negaba que hubiese ido allí por recomendación de su mujer (lo negó "tajantemente"; en el original: "Valerie had nothing to do with the matter. She definitely had not proposed that I make the trip"), y los corifeos de los media le hacían caso, y la campaña electoral de Kerry, como premio, le hizo asesor suyo.
¿Saben dónde publicó TNYT (enterrado en un sinnúmero de invectivas contra el Ejecutivo) que no era cierto que su esposa no le propuso para el viaje? El día 14 de julio de 2004 en la página número 14. ¡Página catorce!