Pero parece ser que el nacionalismo, habida cuenta de su pacto con Zapatero, sí quiere obtener los documentos. Quizá, para explicárnoslo, debamos volver a la advertencia de Antonio Ubieto hace 25 años cuando señaló que el control de los archivos históricos por parte del catalanismo tienen como objetivo, en última instancia, controlar la historia.
De hecho, mucho se ha hablado de que Salamanca retiene "injustificadamente" legajos catalanes, menos (o nada) se critica el hecho de que el Archivo de la Corona de Aragón, sito en Barcelona, retenga legajos valencianos sin explicación alguna. Hay que recordar que tales documentos fueron saqueados por las tropas napoleónicas del Archivo de Simancas a principios del siglo XIX y que, tras su devolución en 1852, se conservaron en Barcelona, aún perteneciendo a Valencia. El caso no pasaría de anecdótico si los archiveros catalanes, testaferros del nacionalismo, no tuvieran una más que acreditada tradición manipuladora.
El Archivo de la Corona de Aragón estuvo controlado durante todo el siglo XIX por la familia Bofarull. Uno de sus más insignes miembros, Próspero de Bofarull, publicó a mediados de siglo una serie de documentos inéditos entre los que figuraban una nueva versión del Llibre dels Repartiments.
Durante la reconquista del Reino de Valencia, Jaime I prometió una porción de tierra y una casa a todo aquel que le ayudase en la guerra; en este Llibre dels Repartiments figuran las promesas que efectuó Jaime I a los distintos soldados. En teoría, este documento acreditaría la repoblación catalana de Valencia (si bien este extremo ya fue refutado por el propio Ubieto al demostrar que el Llibre dels Repartiments sólo contiene las promesas efectuadas por el Rey, pero no el nombre de quienes realmente se quedaron en Valencia)
El caso es que en la traducción de Bofarull aparecen numerosos nombres tachados u omitidos con respecto al original; casualmente, se trataba de nombres de aragoneses y de navarros. Esto permitió hablar de una repoblación netamente catalana de Valencia.
Nadie duda de que, cuando los papeles de Salamanca sean trasladados a Barcelona, éstos se encontrarán en perfecto estado. ¿Podremos afirmar lo mismo dentro de 10 años?
No debemos olvidar que la historia oficial nacionalista se basa en una mitificación en contra de las fuentes. Hace 150 años, cuando la historia que quería contar Bofarull no casaba con sus fuentes, las destruyó. En este sentido, uno tiende a pensar que tan nefasta tradición no ha desaparecido del ánimo de ciertos "constructores nacionales".