Uno de los mayores ataques lo sufren las sociedades de inversión de capital variable, las sicav. Estos instrumentos de inversión, empleados por inversores con un elevado volumen de activos, han sido objeto de polémica casi desde su creación.
El punto más polémico tiene que ver con que las sicav, como el resto de sociedades que gestionan fondos de inversión, tributan al 1% en el Impuesto de Sociedades, lo cual no deja de ser una ventaja fiscal importante.
Son legión los lumbreras que abogan por que las sicav y demás firmas dedicadas a la inversión colectivan pasen de pagar el referido 1% al 18%, por ejemplo. Esta medida, dicen, generaría unos ingresos por vía recaudatoria de más de 15.000 millones de euros.
Eso no deja de ser wishful thinking típicamente liberticida e intervencionista. La realidad es que el ser humano no apuesta por el inmovilismo y la impasibilidad ante un cambio de circunstancias en el entorno. Así que los usuarios de sicav, como son personitas de carne y hueso como usted y como yo, si les suben los impuestos lo que van a hacer es tratar de evitarse ese trago. Por el comprensible motivo de que no desean que el gobierno de turno dilapide su fortuna en obras públicas y en financiar a grupos de presión.
Este tipo de medidas o maniobras solamente empobrecen a las sociedades que las padecen. Para muestra, un botón: recientemente supimos que el 70% de las grandes fortunas han abandonado el País Vasco debido a la decisión del gobierno autonómico de elevar la tributación de las Sicav del 1% al 28% en el Impuesto de Sociedades. Sesenta y cinco de las 92 sicav que había domiciliadas en Vizcaya, Guipúzcoa y Álava a principios de año están ahora registradas en otros territorios, sobre todo en Madrid. Unos 420 millones de euros han dejado el País Vasco por tal motivo. Se estima que, para finales de año, ya no quedará una sola sicav en tierras vascas.
Así que el gobierno vasco no sólo no va a aumentar la recaudación: es que apenas va a recaudar algo a causa de la huida de dichas sociedades, con el consecuente impacto negativo que ello tendrá en términos de riqueza, crecimiento económico, bienestar y empleo.
Es así de sencillo. Las decisiones políticas afectan a la forma de invertir de la gente. Pura lógica de la acción humana.
Patxi López no sólo no ha reconocido el error garrafal cometido: es que no le ha faltado tiempo para pedir al Gobierno central que extienda al resto de España... ¡la obligación de que las sicav tributen al 28-30%! Que es lo mismo que pedir a Zapatero que aliente a los grandes patrimonios a sacar su dinero de España y ponerlo a buen recaudo en Luxemburgo o Irlanda, países con mejor fiscalidad y un régimen regulatorio más flexible.
Hay quienes, entendiendo y compartiendo lo denunciado en este artículo, comentan que el trato fiscal privilegiado que reciben las sicav no deja de ser un agravio comparativo. Yo comparto la demanda de que a todas las sociedades se les mida por el mismo rasero, es decir, que tengan el mismo trato fiscal. Ahora bien, yo lo que defiendo no es que todas tributen al 30%, sino que lo hagan al 1%.
Pero, antes de plantearse esto último, los políticos prefieren hablar de "ataques especulativos" y conspiraciones de los ricos, cuando en el fondo el único ataque que se está produciendo es el que aquéllos dirigen contra el patrimonio y la libertad de las personas.