Se había conocido sólo, el lenguaje utilizado por la naturaleza
para codificar las informaciones básicas de la vida. Pero no se sabía nada aún sobre cómo esas instrucciones son transmitidas, conocidas y, sobre todo, puestas en marcha. Al logro de la genómica, habría de seguirle el avance definitivo de la proteómica, es decir, el descifrado de los miles de millones de interacciones con los genes y las proteínas para los que éstos codifican. Al fin y al cabo, la verdadera clave de nuestro funcionamiento fisiológico son las proteínas, las cadenas de aminoácidos que controlan todas y cada una de las funciones de la células vivas.
Pues bien, en este empeño científico, que requiere muchísimo más esfuerzo humano, tecnológico y económico que el desciframiento del genoma, acaba de producirse un avance fundamental. Un equipo internacional de investigadores, entre los que se encuentran científicos de la Universidad de Granada, han podido observar por primera vez cómo se comportan las proteínas durante un proceso clave denominado: plegamiento.
Las reacciones enzimáticas que producen las proteínas dependen del correcto plegamiento de éstas últimas. Como si se tratara de un engranaje o de la relación entre una llave y su cerradura, cada pliegue de la proteína debe estar exactamente en su sitio para que la enzima funcione correctamente. Hasta tal punto es importante la exactitud en este proceso natural que, por ejemplo, una mínima deficiencia en un pliegue es responsable de que una proteína beneficiosa se convierta en un maligno prión causante del mal de las vacas locas. Este detalle convierte a la proteómica en una de las ciencias más complejas que existen porque una proteína puede adoptar infinidad de formas distintas que afectan a su funcionamiento.
El avance anunciado esta semana consiste en demostrar que las proteínas se pliegan gradualmente. Hasta ahora, se creía que estas cadenas sólo podían estar en dos estados (plegada o desplegada), como si se tratara de un transistor (encendido o apagado). La diferencia puede ser sutil, pero a ojos de los científicos supone un paso de gigantes a la hora de comprender cómo interactúan unas proteínas con otras y crean complejas redes a través de las cuales se realizan las funciones vitales. Los investigadores responsables del hallazgo han utilizado una clarificadora metáfora para explicar su importancia. Supongamos que, en lugar de proteínas, investigamos el funcionamiento de los coches. Hasta ahora sólo habíamos sido capaces de ver, por un lado, todas las piezas del automóvil sueltas y por otro, el coche ya andado. Pero con el nuevo método ahora presentado, seremos capaces de observar todo el proceso de ensamblaje lo que permitirá conocer mejor para qué sirve cada pieza.
La era de la proteómica no ha hecho más que empezar.