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DESDE GEORGETOWN

Progresistas

Esta primera semana de septiembre de 2004 las bajas norteamericanas en Irak han sobrepasado el numero de mil. Tanto dolor y tanto esfuerzo han obligado a los políticos americanos a un breve balance. Rumsfeld ha dicho que el país acompaña en su duelo a las familias de los caídos, pero que no se podrá obligar a América a abandonar su empeño de ganar la guerra.

Para Bush, la mejor manera de honrar y recordar a los caídos es proseguir la batalla. Kerry, por su parte, ha dicho que las bajas imponen el sagrado deber de tomar las decisiones adecuadas.

Lo que dicen Bush y Rumsfeld esta claro. Se podrá pensar que la administración Bush ha cometido muchos errores en la gestión de la posguerra en Irak. Se podrá incluso pensar que la propia guerra fue un equivocación, o puro oportunismo político para dar realce a un presidente anodino. Pero nadie podrá llamarse a engaño sobre lo que Bush esta proponiendo a sus compatriotas. Ganar la guerra contra el terror, aun a costa de grandes sacrificios.
 
En cuanto a lo que dice Kerry… Bueno, ¿qué es lo que dice Kerry? Jim VandeHei, en un brillante articulo Kerry Comments in August Have Him Playing Into GOP Hands, Washington Post 08.09.04, ha resumido las muchas inconsistencias de Kerry ante la guerra y la posguerra en Irak. La declaración mas temeraria la realizo en agosto. A instancias de unos periodistas, dijo que en ese momento (agosto de 2004) habría vuelto a votar a favor de la intervención en Irak aun sabiendo, como sabe ahora, cual era la situación real en cuanto a los programas armamentísticos de Sadam Hussein.
 
Obviamente John Kerry no quería desdecirse de apoyo primero. También pretendía seguir pegado a la franja mas centrada del electorado, que asume, aunque sea con resignación, que ser el país mas potente del mundo, y el líder del mundo libro conlleva responsabilidades serias.
 
El efecto ha sido el contrario del que Kerry deseó. Por una parte, Kerry ha quedado, como escribe VandeHei, en manos de los republicanos. Ha perdido por ahora la iniciativa de la campaña electoral porque parece no saber que hacer con el enorme esfuerzo que esta realizando en Irak la sociedad norteamericana. Decir, como esta diciendo Kerry, que los Estados Unidos se han gastado 200.000 millones de dólares en Irak mientras que no hay dinero para escuelas o programas de salud suena a demagogia y desde la perspectiva dramática de las mil bajas, un poco frívolo.
 
Por otra parte, esa incapacidad para articular una alternativa e incluso una critica consistente a la política de Bush en Irak deja traslucir un vacío, tal vez un rasgo de carácter, que ha sido llenado inmediatamente por payasos como Michael Moore o los manifestantes ultratrendies e hiperpijos que quisieron tomar las calles de Nueva York durante la convención republicana como sus mayores (que ahora suelen votar a Bush) tomaron las calles de Chicago en 1968 (ver el articulo Dancing in the Street, de Daniel Henninger, en el Wall Street Journal, 03.09.04).
 
Hay quien habla de radicalismo, pero lo que se manifiesta hay no merece este término. Es el grado menos cero de la política y la moral publica, lo mismo que en España se llama talante y el equivalente americano de nuestros titiriteros subvencionados. A diferencia de lo que ocurre en España, la mayoría de los norteamericanos no aprecian el talante. Bush, que carece absolutamente de ese vicio, se esta adelantando a Kerry en las encuestas. Veremos como intenta salir Kerry del hoyo en el que el mismo se ha metido.
 

 
Esta contribución a La Revista de Libertad Digital esta escrita desde lo mas profundo de la América demócrata, el barrio de Georgetown, al Noroeste de Washington, DC. A unas cuantas manzanas de aquí se acaba de comprar una casa John Edwards, el candidato a vicepresidente por los demócratas, y mas cerca aun tiene la suya John Kerry. La aplastante mayoría de los vecinos de quien esto escribe son seguidores demócratas, y lo exhiben con carteles en las ventanas, aunque sería mas apropiado decir que son anti Bush. Georgetown es un barrio de ensueño, con casas de dos o tres pisos, maravillosamente cuidado y tranquilo, lleno de árboles y flores, con ardillas correteando por las aceras y un anticuario cada dos o tres esquinas. Como corresponde a un barrio de izquierdas, una casa aquí cuesta por lo menos dos millones de dólares. El autor se compromete formalmente a no convertir esta columna en una crónica cínica de la decadencia del progresismo norteamericano.
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