LAS GUERRAS DE TODA LA VIDA
Esperanza
Siempre he intentado comportarme como un ser racional. En mi adolescencia, fracasé estrepitosamente. En mi primera juventud, casi pierdo la vida por una causa que no lo merecía. En mi segunda juventud entré en la edad de la razón y logré con cierto éxito que algunos de mis pensamientos guardaran alguna relación con la realidad. Ahora, en esta etapa indefinida en que uno ha dejado para siempre de ser joven pero aún no ha empezado a ser realmente viejo, una especie de contraadolescencia, no he alcanzado el nirvana, pero sí un relativo desapasionamiento en casi todo. Salvo en la política.