LAS GUERRAS DE TODA LA VIDA
Para que quede claro
No había por qué esperar que las muchedumbres, heridas en su corazón y en su razón, se manifestaran ruidosamente contra quien amenazara de muerte a mi muy respetado y admirado Gustavo de Arístegui. Pero de ahí al enorme silencio que concitó la noticia hay un abismo.