Recordemos que la única manera que tienen los gobiernos de cambiar arbitrariamente las cosas es la fuerza. Cuando la ley trata a todos por igual, sin conceder privilegios, la arbitrariedad no tiene lugar.
Tradicionalmente, la igualdad ante la ley ha sido una condición democrática para impedir que individuos, grupos influyentes e incluso la mayoría abusen de los políticamente débiles. La igualdad ante la ley, que los griegos llamaban isonomía, es fundamental en una democracia. Sin igualdad ante la ley es imposible alcanzar el consenso en lo relacionado con nuestros derechos básicos. Sin ella no existiría el derecho tal como lo conocemos.
Debido a que los principios rigen la conducta y son iguales para todos, nunca pretenden imponer resultados específicos, sino que conducen a la persuasiva cooperación pacífica. Por el contrario, las ideologías que pretenden imponer resultados son amorales y conducen tanto a la violencia como a la pobreza, porque sostienen que el fin justifica los medios.
En cuanto a la mejora de oportunidades, debemos tener presente que no se trata de algo gratis. Las mejores plazas de trabajo, en realidad, requieren grandes inversiones en equipo y maquinaria y su objeto es la obtención de utilidades. Esos equipos y máquinas permiten, por otro lado, pagar altos salarios, porque aumentan la productividad de los trabajadores. Las inversiones adicionales reducen el costo de mano de obra por unidad producida. Sólo así pueden crearse mejores oportunidades de empleo sin que aumenten los precios.
Cuando para subir los salarios es necesario subir los precios, el trabajador se deja en el mercado, llenando la cesta de la compra, lo que ha ganado en la nómina.
En la medida en que aumentan las inversiones, suben los salarios, lo que redunda en beneficio de los trabajadores: hay más competencia por la mano de obra y más oportunidades de trabajo.
Así como la proliferación de fábricas obligó a las amas de casa a pagar más a sus cocineras para no perderlas, pocos son los que sacrifican su patrimonio pagando al albañil o al doméstico más de lo necesario para hacerse con sus servicios.
Para mejorar las oportunidades de trabajo se necesitan más y más inversiones; y si éstas son desalentadas con impuestos altos, aquéllas disminuyen y los salarios se mueven a la baja.
© AIPE
MANUEL F. AYAU CORDÓN, rector emérito de la Universidad Francisco Marroquín (Guatemala).
Tradicionalmente, la igualdad ante la ley ha sido una condición democrática para impedir que individuos, grupos influyentes e incluso la mayoría abusen de los políticamente débiles. La igualdad ante la ley, que los griegos llamaban isonomía, es fundamental en una democracia. Sin igualdad ante la ley es imposible alcanzar el consenso en lo relacionado con nuestros derechos básicos. Sin ella no existiría el derecho tal como lo conocemos.
Debido a que los principios rigen la conducta y son iguales para todos, nunca pretenden imponer resultados específicos, sino que conducen a la persuasiva cooperación pacífica. Por el contrario, las ideologías que pretenden imponer resultados son amorales y conducen tanto a la violencia como a la pobreza, porque sostienen que el fin justifica los medios.
En cuanto a la mejora de oportunidades, debemos tener presente que no se trata de algo gratis. Las mejores plazas de trabajo, en realidad, requieren grandes inversiones en equipo y maquinaria y su objeto es la obtención de utilidades. Esos equipos y máquinas permiten, por otro lado, pagar altos salarios, porque aumentan la productividad de los trabajadores. Las inversiones adicionales reducen el costo de mano de obra por unidad producida. Sólo así pueden crearse mejores oportunidades de empleo sin que aumenten los precios.
Cuando para subir los salarios es necesario subir los precios, el trabajador se deja en el mercado, llenando la cesta de la compra, lo que ha ganado en la nómina.
En la medida en que aumentan las inversiones, suben los salarios, lo que redunda en beneficio de los trabajadores: hay más competencia por la mano de obra y más oportunidades de trabajo.
Así como la proliferación de fábricas obligó a las amas de casa a pagar más a sus cocineras para no perderlas, pocos son los que sacrifican su patrimonio pagando al albañil o al doméstico más de lo necesario para hacerse con sus servicios.
Para mejorar las oportunidades de trabajo se necesitan más y más inversiones; y si éstas son desalentadas con impuestos altos, aquéllas disminuyen y los salarios se mueven a la baja.
© AIPE
MANUEL F. AYAU CORDÓN, rector emérito de la Universidad Francisco Marroquín (Guatemala).