¿Qué pinta ese ministerio en la España de hoy? ¿Qué actividades desarrolla? Si se envían, o no, 36 soldados más a Afganistán, será cosa de Zapatero. La Chacón se quedará tan tranquila, preparando su layette, como Dios manda.
Por motivos semejantes, aunque sin embarazos de por medio, ha dejado Zapatero a Moratinos en Exteriores. Es un don nadie, pero como este Gobierno ni ha tenido ni tiene política exterior, ¿qué le importa al mundo un fantasma de más o de menos? Eso sí, el mundo desprecia olímpicamente a Moratinos.
El más conflictivo de los ministros, según leo en la prensa, será el de Industria, Comercio y Turismo, Miguel Sebastián, cuyo nombramiento ha sacado de quicio a Pedro Solbes. Como Zapatero ha elegido el económico como frente principal, y como la situación es mala, si hay disturbios en la cumbre los problemas pueden agravarse.
Digan lo que digan los zapateristas, el Gobierno de Z. heredó una buena situación económica, y si es cierto que no despilfarró la herencia, más cierto es que en países como el nuestro la economía depende más de las empresas que de los Gobiernos; pero éstos pueden estropearlo todo.
Por otra parte, el hecho de que no tenga la mayoría absoluta en el Parlamento va a llevar a Zapatero a pactar de nuevo con los nacionalismos periféricos. Y a negociar de nuevo con ETA; si es que admitimos, y es mucho admitir, que se han roto las negociaciones.
Las bombas contra las sedes socialistas forman parte de lo que los etarras entienden por diálogo con el Gobierno. Y el Gobierno zapaterista, ante esa forma de diálogo, siempre se ha rajado. Esto significa que ETA no ha muerto, que sigue siendo el más trágico problema de España.
Se nos presenta un cielo gris, y un panorama triste.
¿Y en la acera de enfrente? El PP ha perdido las elecciones, pero ha ganado votos y algunos diputados. Sin embargo, sigue igual, como si todo estuviera atado y bien atado. Un amigo que conoce los entresijos de la política española mucho mejor que yo me decía el otro día, refiriéndose a Rajoy y a su séquito: "Están esperando a que Zapatero meta la pata para ganar las próximas elecciones... y hacer lo mismo".
Es cierto. No se ve otro proyecto político radicalmente diferente, ni en política internacional ni en política nacional, salvo, algo es algo, en la lucha contra ETA, y que el PP muestra menos entusiasmo que el PSOE en la conversión de España en un reino de taifas.
Lo más interesante es Esperanza Aguirre, las cosas como son. Su gestión al frente de la Comunidad de Madrid y su conferencia en el Foro ABC la sitúan en primera plana de la actualidad, y yo me alegro.
En dicha conferencia repitió varias veces: "No me resigno". No se resigna a que el PP aparezca ante los ciudadanos como un partido homófobo, antipático, heredero del franquismo, anticatalán, y algunos cositas más. Exigió un debate ideológico imprescindible, y dijo que el PP tiene que ser más moderno, abierto y liberal. Desde mi punto de vista de elector anónimo, añadiría que tampoco debería aparecer como clerical. Debe tener buenas y respetuosas relaciones con la Iglesia Católica, se entiende, pero clerical es algo más, y algo que sobra, aunque sólo sea porque en el PP no todos son católicos de armas tomar, y da la casualidad de que los populares que yo conozco, que, desde luego, no son muchos, son ateos o agnósticos, y que el liberalismo reivindicado por Esperanza Aguirre debe ser tolerante con todas las religiones, filosofías y creencias, y por lo tanto laico, en el verdadero sentido de la palabra.
En cuanto a no ser ni parecer anticatalán, la cosa es más peliaguda, debido al fanatismo de tantos catalanistas, para quienes el hecho de defender un bilingüismo de verdad y que cese la caza al español resulta "fascismo puro". Hay que señalar que en las últimas elecciones fueron los socialistas quienes se beneficiaron del rechazo catalán al extremismo catalanista tipo ERC, pero ese rechazó, a fin de cuentas, se manifestó.
Todo se resume en pocas palabras: menos Estado y más España. Menos Estado en cuestiones económicas y sociales, en el mercado laboral, en la enseñanza; menos impuestos, menos subvenciones, menos ministerios –el de Cultura, fuera, por ejemplo–. Y más España, es decir, que hay que volver a la Constitución, a la igualdad y la solidaridad entre las autonomías, al respeto absoluto del bilingüismo en Galicia, el País Vasco y Cataluña...
Por otro lado, deberíamos tener una política exterior algo más seria que ese tímido seguidismo borreguil de la UE y la ONU, y nada que ver con la criminal farsa de la "alianza de civilizaciones". De lo que se trata es de conformar una alianza internacional de las democracias contra el terrorismo y las tiranías. José María Aznar intentó algo en ese sentido. Por cierto, ¿no es el presidente de honor del PP?
El tema de la Unión Europea es bastante complejo, y hay que constatar que estamos sometidos a una forma de terrorismo intelectual: de la misma manera que si no comulgas con las ruedas de molino sobre el medioambiente eres un fascista, si no apruebas las tesis oficiales sobre la "construcción europea" eres un carca.
No hay que aceptar ese chantaje. Si el PP hubiera tenido coraje, hubiera votado no a la Constitución europea; y si lo tuviera hoy rechazaría ese aquelarre de Torre de Babel, pero sin encerrarse en sistemas autárquicos. Nada de un Superestado europeo impuesto desde arriba a los pueblos, y nada de una Unión antiyanqui –al revés, debe participar en la alianza internacional de las democracias que mencionaba antes, y en la que deberían tomar parte las democracias asiáticas–. Y la mayor libertad en el mercado común europeo. Y un aumento de todos los presupuestos de defensa, aunque a nuestra ministra Chacón le provoque pesadillas.
En cuanto a las instituciones europeas, hay que suprimirlas todas, una a una, empezando por la Comisión y por el Parlamento: éste, por inútil y carísimo; aquélla, por su nocividad político-económica.