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REFLEXIONES

Naomi Klein, islamismo y capitalismo

En el movimiento antiglobalización la manifestación hace la fuerza: abundan los rebeldes irreflexivos con causa pero sin cerebro que repiten tópicos sin sentido y que no dejan que la realidad les estropee un buen prejuicio.

Semejante rebaño, con tantas tripas y tan poca cabeza, necesita pastores adecuados: escritores y habladores a quienes llamar pensadores o intelectuales suena a chiste, regurgitadores de falacias, sofisticados engañabobos, ídolos provocadores a quienes admirar en una adolescencia que nunca llegará a la madurez. Por sus tonterías los conoceréis. Naomi Klein es una escritora canadiense autora del panfleto "No Logo: el poder de las marcas", en el que critica a las grandes multinacionales y al poder de la publicidad. Es una activista política que considera que los consumidores son memos manipulados como marionetas por malvadas corporaciones ansiosas por dominar el planeta y exprimirlo sin piedad.

En unas recientes declaraciones ha puesto al mismo nivel lo que ella considera dos fundamentalismos esencialmente comparables: el islámico y el capitalismo de mercado. "¿Cómo descubrir a un fundamentalista? Es fácil: les encantan los sistemas; creen que con un sistema se pueden resolver todos los problemas; no hay más que rezar o ir de compras". Un sistema puede entenderse como un método de actuación, una receta adecuada para conseguir algo, un algoritmo o estructura de acciones para alcanzar un objetivo. Si el sistema se diseña de forma adecuada es muy útil para la supervivencia y el éxito, ya que permite utilizar experiencia acumulada y conocimiento teórico para alcanzar objetivos de forma eficiente y no limitarse a dar palos de ciego de forma descoordinada. En el mundo de las ideas, un sistema es una teoría de amplio alcance, una construcción intelectual formada por conceptos relacionados, estructurados, aplicables a múltiples casos particulares de la realidad. Un sistema científico aspira a la verdad, a la corrección, a la claridad, a la precisión, a la completitud, a la coherencia.

El capitalismo o sistema de mercado libre es un sistema en ambos sentidos: un método para producir y distribuir riqueza permitiendo la convivencia pacífica y armoniosa de muchos participantes con intereses y capacidades diversos, y una teoría científica que explica por qué y cómo el sistema social funciona. Equiparar al mercado libre, que permite la vida y el desarrollo de millones de personas, con el fanatismo islámico de las escuelas coránicas y los atentados terroristas, que mantiene en la ignorancia y la miseria a otros millones de infelices, es una clara señal de la necedad de esta despreciable juntaletras.

El liberalismo es pensamiento con premisas realistas y sólidas, lógica y rigor, no tiene nada que ver con el dogmatismo ciego y violento de los que están dispuestos a morir matando por odio. Es difícil que los líderes colectivistas lo entiendan porque no son exactamente brillantes y la verdad no les interesa, son incapaces de construir sistemas de conocimiento potentes, consistentes y aplicables a la realidad: manejan anécdotas, datos inventados o mal interpretados, y metáforas rayanas con la injuria criminal.
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