Es el único Gobierno, desde la muerte de Franco, del que se puede decir que todo lo que ha hecho oscila entre lo malo y lo pésimo. En este sentido, yo, viejo carcamal liberal, opino que lo menos grave –que no malo– fue lo del matrimonio homosexual. El resto se merecería la más dura de las condenas; pero no de vaya usted a saber qué tribunal, sino de la ciudadanía. Una buena condena callejera y, sobre todo, electoral. Pero no será fácil.
Desde que hemos recuperado en España el derecho a votar, la izquierda y la derecha, por emplear la jerga habitual, se han venido repartiendo los votos a partes iguales, poco más o menos. El margen decisivo, lo que inclina la balanza, equivale a entre un 5 y un 7% del electorado. El cálculo de Zapatero, en su proyecto de contrarrevolución permanente, es asegurarse ese margen a base de hacer inmensos favores a los catalanes, los vascos y los gallegos, destruir la unidad de España y la democracia (ambas cosas van juntas) y montar un nuevo reino de taifas.
No soy el único que opina tal cosa. Y es que, como dijo Fernando Savater (podría citar a Mariano Rajoy, pero me resulta más placentero citar a Savater, para joder a Cebrián), "todos los separatismos son reaccionarios". Y es verdad que, en este mundo que va patas arriba, casi todo lo que tradicionalmente se consideraba carca hoy se considera progresista.
Me dicen que, al fin, los cebrianes han censurado al filósofo. Que no le han publicado un artículo contra Zapatero en El País y que lo va a difundir (o lo ha difundido ya) por internet. Será divertido observar si a resultas de ello se abre una crisis, y si repercutirá en el templo de la "razón práctica".
Hasta ahora, cuando a sus señoritos no les gustaban sus artículos, sacaban de la basura a plumíferos como un tal Manuel Rico para criticarle, incluso sin nombrarlo, por si las moscas (en cambio, sí citan e insultan, por ejemplo, a Antonio Muñoz Molina, que tiene menos peso en la casa). Este Rico es el perfecto muñeco de ventrílocuo, con sus afirmaciones sobre la armonía universal que traerá el Gobierno Zapatero; tan semejantes a las que escribía Manuel Azcárate sobre la URSS.
Pero pasemos a cosas más serias (aunque éste sea una muestra más del creciente cabreo contra Zapatero). La manifestación del sábado 10 fue impresionante, según todas las informaciones que tengo desde mi "presidio" parisino, lo cual demuestra cierta vitalidad del PP... y algo más, algo más importante que cualquier partido: la fuerza que está cobrando el ¡basta ya!, el ¡que se vayan!, entre la ciudadanía. Lo peor que podría hacer ahora el PP sería darse por satisfecho e irse de vacaciones por Semana Santa. (¿No será ésta una denominación "racista"? ¿No habría que decir "Semana de las Tres Culturas?").
Que el Gobierno reaccione como reacciona no es novedad: no hay chantaje de ETA, ni puede haberlo, habida cuenta de nuestro profundo acuerdo político. En cuanto a su política sobre los presos etarras, no puede ser más perfecta: no hacemos sino imitar al PP, repiten, sin darse cuenta de que hacen el ridículo al vanagloriarse eternamente de copiar al PP.
Y es que, además de tétrico y criminal, este Gobierno es tonto de remate. ¿Cómo explicar, si no, que ese Blanco de mangas verdes, para intentar ningunear la multitudinaria manifestación del día 10, declarara tan tranquilo que, de todas formas, acudieron ¡menos de la mitad que los muertos en Irak!? Esa declaración, que demuestra un portentoso humanismo y un dominio excepcional de la Filosofía de la Historia, peca, no obstante, de imprecisión. ¿Desde cuándo calcula Blanco el número de muertos en Irak? ¿Desde Alejandro, desde el Imperio Romano, desde la guerra contra Irán? ¿Desde ahora mismo? Siniestras pamplinas de analfabeto.
Pero eso no quita que la situación sea grave: el Gobierno, el PS y los reaccionarios periféricos preparan todas las trampas posibles para ganar las próximas elecciones municipales y autonómicas. Harán de todo para que se pueda votar a ETA, bajo cualquier disfraz: Batasuna, PCTV o la merluza donostiarra. ETA es minoritaria electoralmente, pero con el PNV y el PSV puede acceder a la mayoría. En Cataluña, donde aún no se han recuperado de la euforia del nuevo estatuto y de sus delirios provinciales o periféricos (además, disfrutan de una oposición minusválida), puede ocurrir algo parecido.
Pero el problema es Navarra, porque se la tienen prometida a ETA, y eso puede ser una bomba. Supongamos que, tras las elecciones, se da inicio al "acercamiento" de Navarra a las provincias vascongadas: ¿creéis que los navarros lo van a aceptar? ¿Alguien piensa un segundo que no podría surgir un grupo de navarros que, convencidos de que, en este país y con este Gobierno, lo único que vale, que cambia la política de los partidos y del Ejecutivo, son las bombas, saliera precisamente con eso, con poner bombas? ¡Ilusos! Llegaríamos entonces a una situación de aquelarre extremo: bombas navarras en Vitoria o San Sebastián, bombas etarras en Pamplona o Madrid.
Incluso si las cosas no transcurren así, incluso si el PP y sus posibles aliados aquí o allá ganan primero las autonómicas y municipales y el año que viene las legislativas, ¿no sería lo más probable que ETA, revitalizada por Zapatero, pasara una vez más del chantaje al atentado (con monstruosidades como la de Barajas, para dar más peso al chantaje), al terrorismo criminal? El Gobierno, su partido, sus intelectuales orgánicos, sus banqueros y sus millones de chupópteros han conducido España a un atolladero tal, con el único objetivo de permanecer en el poder, que ni siquiera las ilusiones expresadas por Francisco Umbral (El Mundo, 14 de marzo) sobre las majestuosas palabras del Rey en el Sáhara (¡!) surtirán el menor efecto.
Es posible que la mía sea una visión muy pesimista del futuro inmediato de España; desgraciadamente, no es falsa. ¿No mata ETA? ¿No se prepara la anexión de Navarra? ¿No existe el estatuto catalán? ¿No se ha convertido Andalucía en nación? ¿No se ha liberado a De Juana Chaos? (Por cierto, y ya que tanto se habla de eutanasia estos días: él sí que se la merecía).
Puesto que con estos bueyes hay que arar, la tarea del PP es inmensa: ganar las próximas elecciones, aniquilar el terrorismo etarra y restablecer la unidad de España en su pluralismo constitucional. Nadie dice que será fácil.