Por encima de todo, Friedman fue un economista entre economistas. Durante su vida profesional, sus investigaciones sobre las técnicas estadísticas, el comportamiento de los consumidores y la teoría monetaria se convirtieron en la sabiduría hoy aceptada por los economistas. Sus investigaciones en teoría monetaria y el papel del dinero en una economía han aportado conocimientos sobre estabilidad monetaria a los bancos centrales alrededor del mundo, las utilicen o no.
El profesor Friedman será recordado por estas contribuciones intelectuales, pero lo que más se recordará de él será su decidido apoyo a la causa de la libertad personal. En 1947, junto a Friedrich Hayek y otros 40 economistas de libre mercado, casi todos de renombre internacional, fundaron la Sociedad Mont Pelerin. El propósito de la fundación de la Sociedad era reducir el aislamiento académico sentido por los intelectuales defensores de la libertad en tiempos cuando el socialismo parecía que sería el futuro de la humanidad. La Sociedad Mont Pelerin tiene hoy más de 500 miembros alrededor del mundo, ocho de los cuales han recibido el Premio Nobel. Yo me siento orgulloso de ser miembro.
La primera gran aportación de Friedman al campo de las políticas públicas, como infatigable defensor de la libertad individual, fue la publicación en 1962 de su libro “Capitalismo y libertad”. Allí argumentaba que el cheque escolar eran la solución a la educación de mala calidad; que el libre mercado aumenta considerablemente el coste de la discriminación racial; que las regulaciones gubernamentales son el principal causante de dañinos monopolios y que el Seguro Social es un sistema injusto e insostenible. Tales ideas no eran entonces populares, sino más bien vistas como herejías, pero hoy gozan de mucha mayor aceptación.
En 1980, el profesor Friedman y su esposa Rose publicaron el libro “Libertad de elegir”, basado en una serie de 10 programas de televisión que habían realizado bajo el mismo título. Entre los asuntos discutidos: la Gran Depresión no fue un fracaso del capitalismo, como tantos creen, sino del gobierno, principalmente la Reserva Federal (el banco central de EEUU) y el Congreso; nuestro sistema de bienestar crea dependientes permanentes de la caridad estatal y que debemos despenalizar el consumo de drogas, tratándolo más bien como un problema médico.
Friedman hizo una importante aportación intelectual al cambio del servicio militar obligatorio por voluntarios. En su testimonio a la comisión nombrada por el presidente Nixon para eliminar la conscripción, el general Westmoreland dijo que no quería ser comandante de un ejército de mercenarios. Friedman lo interrumpió, preguntándole: “General, ¿entonces usted prefiere ser comandante de un ejército de esclavos?” El general respondió: “No me gusta oír que se refieran a nuestros patriotas reclutas como esclavos”. A lo cual Friedman respondió: “No me gusta que se refieran a nuestros patriotas voluntarios como mercenarios. Si ellos son mercenarios, entonces yo soy un profesor mercenario y usted es un general mercenario; nos curan médicos mercenarios, utilizamos abogados mercenarios y la carne nos la venden carniceros mercenarios”.
Se estuviese o no de acuerdo con Friedman, la gente lo encontraba amistoso, ocurrente y tolerante. Mi primer encuentro con él fue a mediados de los 60 cuando yo era estudiantes de posgrado en UCLA, donde Friedman ejercía como profesor invitado. No recuerdo lo que dije en su clase, pero sí su contestación: “Walter, en realidad no quieres decir eso” y procedió a demostrarme por qué. En términos de su producción académica y de sus contribuciones a las ideas de la libertad alrededor del mundo, el profesor Milton Friedman fue el economista más grande del siglo XX.
Walter Wiliams Profesor de economía de la Universidad George Mason y académico asociado del Cato Institute
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