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CRÓNICAS COSMOPOLITAS

Más vale Hitler que la guerra

Todos hemos oído o leído mil veces la dichosa frasecita: "Desde luego no podemos lamentar la caída de la tiranía iraquí y la captura de Sadam Hussein, pero..." Pero la guerra es injusta, ilegal, sangrienta y hasta mentirosa, y como lo ha repetido el presidente Chirac en vísperas de un viaje oficial al Reino Unido, con su habitual habilidad diplomática y en la BBC: "El mundo es más peligroso hoy, debido a la guerra en Irak, que antes."

Más peligroso lo será para usted, compinche de toda la vida de Sadam Hussein, y para las petroleras francesas, Total concretamente, que se forraban con el petróleo iraquí, pese al embargo, o mejor dicho, gracias al embargo, que eliminaba buena parte de la competencia.

Lo grotesco en este caso es que los mismos que con espíritu muniqués ("más vale Hitler que la guerra"), condenan la de Irak, se vanaglorian, como chulos en discotecas, de su muy simbólica participación en la guerra de Afganistán, o ayer, por su aún más simbólica participación en las guerras de la difunta Yugoslavia, hasta el punto de que tuvieron que pedir la ayuda de EEUU, incapaces que eran de derrotar al pequeño ejército serbio.
 
Francia también se vanagloria de sus guerritas postcoloniales, que siempre declaran realizar en nombre de la paz. Lo que pueda decir Chirac sobre la intervención militar en Irak no tiene la menor importancia, tratándose de moneda falsa, pero resulta que la desinformación funciona y que muchos, demasiados, utilizan argumentos semejantes. Pues si reconocen que la destrucción de la tiranía iraquí y la captura del tirano son datos positivos, cabe preguntarse ¿cómo se hubieran logrado sin la guerra, que cobardemente no hicieron, y se atreven a seguir condenando? Lo mismo en lo que concierne a ese bulo chiraquiano sobre si el mundo sería más peligroso tras la caída de Sadam Hussein.
 
Ese señor sufre de la enfermedad de Alzheimer, o lo finge. No voy a dar la larga lista de todos los atentados sufridos antes de esa guerra, sólo recordaré los más importantes, por el número de víctimas y sus consecuencias políticas: los del 11 de septiembre contra las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono en Washington. Si las autoridades francesas se creen protegidas debido a su política proárabe, se arriesgan a graves desilusiones. Tal "política" ya existía cuando terroristas libios, iraníes y argelinos cometieron sangrientos atentados en Francia, especialmente en París, y no, claro, contra bases militares, sino contra la población civil, en el metro, en almacenes, en la calle, y como suele ser habitual tratándose de terrorismo islámico, contra sinagogas y escuelas judías.
 
Que la guerra en Irak transcurra por derroteros imprevistos por muchos, no altera lo esencial, o sea su necesidad y la posibilidad de una victoria aliada. Si la primera etapa se desarrolló rápidamente y sin grandes obstáculos, esto se debe, repito, a que si ningún iraquí se atrevía a rebelarse contra Sadama y su tiranía, tampoco los hubo para defenderlo, llegado el momento. La guerra se ha desplazado. Ya no se trata de un conflicto entre adversarios y partidarios de Sadam, estos habiendo sido derrotados rápidamente, se trata, a la vez de una guerra civil, y de una guerra contra las tropas aliadas. Una guerra civil, pero como ha ocurrido en otras circunstancias, con participación extranjera, ya nadie niega la presencia en Irak de grupos terroristas sirios, iraníes o jordanos. Una guerra civil a la vez que religiosa, porque los fanáticos no sólo combaten por el triunfo del Islam contra los infieles, sino por el triunfo de su Islam; sunitas y chiitas, por ejemplo, matándose ferozmente. Ni siquiera aceptan el Islam de otros musulmanes. Esta guerra tiene sus sangrientos aspectos terroristas: coches bomba, asesinatos, captura y decapitación de rehenes, el reino del horror absoluto.
 
La victoria de las fuerzas aliadas, esencialmente norteamericanas y británicas, en las batallas de Faluya y Mosul, anuncia la posibilidad de un triunfo final de los aliados, la posibilidad de celebrar elecciones,y, pese a todo, la posibilidad de que Irak llegue a conocer, después y gracias a esta guerra, un régimen infinitamente más pacífico y democrático que la tiranía de Sadam, que tanto añoran Chirac y Llamazares. Entonces Bush, Blair, sus colaboradores y aliados, podrán afirmar: Hemos cumplido nuestra misión. Y la democracia en el mundo habrá ganado esta batalla.
 
Disturbios antifranceses en Costa de MarfilTodo el mundo finge tomar lo que dice la ONU como "palabra del Evangelio", y al mismo tiempo, y los mismos, exigen profundas reformas en la organización, los objetivos, y el funcionamiento de la ONU, y con razón, ya que hoy por hoy, se parece mucho más a un cajón de sastre que a una verdadera Asamblea de las Naciones "Unidas". Ha bastado que un país como Francia amenace con su veto a la guerra de Irak en el Consejo de Seguridad, para que los USA tengan que iniciar su intervención militar sin visto bueno de la ONU. Y menos mal que así lo hicieron. Desde entonces, el conflicto iraquí ha sido acogido en los salones de la ONU, pero ¿con qué resultado? ¿Qué ha propuesto, organizado, exigido la ONU, su Asamblea General o su Consejo de Seguridad? Nada. Abrieron una delegación en Bagdag y la cerraron al primer atentado. En cambio, ese mismo Consejo de Seguridad ha dado su visto bueno a Francia, cuya presencia militar en Costa de Marfil dista mucho de obedecer a los criterios anunciados de "paz y concordia". Bueno, es probable que sus soldados hayan permitido la evacuación de, por ahora, la mitad de los residentes galos de ese país (más de 7.000 refugiados), que huían de la barbarie, pero nadie conoce la cifra exacta de marfileños matados por los soldados franceses durante los disturbios. El libro negro de la política francesa en África está por escribir. Y desde luego la democracia está ausente.
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