En estas condiciones, cuando el autoproclamado líder de un partido se arrodilla devotamente ante uno de los peores enemigos de ese partido, cabe preguntarse qué sentido tiene ese partido, o qué hace Ruiz-Gallardón en el PP. Aparte de chupar del bote, se entiende. Y, en estas condiciones, también se entiende el profundo cabreo de los españoles, y no me refiero sólo al oportunismo chabacano del alcalde, quien, para más inri, quiere dar a una calle de la capital el nombre del pirata Polanco, sino a cosas realmente importantes y graves.
España está viviendo momentos muy difíciles, pero no todo lo que está ocurriendo me parece negativo. Hoy por hoy, me limitaré a algún ejemplo. Jamás, desde la muerte de Franco y los primeros pasos de la democracia, se ha puesto como ahora en tela de juicio el papel y la persona del rey Juan Carlos. Tengo la impresión de que se trata menos de criticar a la institución monárquica que al Rey, y eso, lo siento, es culpa suya. El Rey no es sólo el Jefe de las Fuerzas Armadas: es sobre todo el garante de la unidad de la nación. Pero España salta en añicos y el Rey se limita a inaugurar crisantemos, como dijo De Gaulle para explicar qué tipo de presidente no iba a ser. La cuestión no es de fácil solución, porque si abdica, si eso se lograra, sería el Príncipe quien le sustituiría en el Trono, y el Príncipe es infinitamente peor.
Por eso, y sin entrar en demasiados detalles, me parece positivo que el pueblo español se despierte y gruña como un tigre hambriento. La política zapaterista es tan catastrófica que cada día hay más gente que protesta y actúa (aunque otra forma de repulsa sea una abstención cada vez más masiva, lo cual, claro, es una lástima); y hasta se crean nuevos partidos, surgidos de la izquierda y con ideas de izquierda pero antizapateristas, como el Partido de los Ciudadanos, contra el estatuto catalán y sus delirios, o, sobre todo, la UPD, que nace con una cucharilla de plata en la boca, el aval y auspicio de famosos como Vargas Llosa, cierto redoble de tambores mediáticos y los consejos republicanos y federalistas de Antonio Elorza. Pero Euronews y Le Figaro, por ejemplo, insisten despreciativamente en que "no quieren situarse ni a la derecha ni a la izquierda", con lo cual, vienen a decir, no están en ningún sitio, no son nada.
Sin embargo, las palabras de Fernando Savater y Rosa Díez no dejan lugar a dudas: son de izquierdas, pero radicalmente opuestos a la política de Zapatero. Las palabras de Savater, por lo que he leído de sus artículos y entrevistas sobre el tema, son bastante precisas: reconoce que el PP se ha opuesto mejor y más firmemente que el PSOE al terrorismo etarra y al delirio ultranacionalista "periférico", pero critica violentamente al primero por ser un partido clerical. Lo cual me parece muy exagerado, si bien no siempre, desgraciadamente, rotundamente falso.
Ahora, lo que me da muy mala espina son sus elogios a la "obra social" del Gobierno zapaterista, que se resumen en limosnas "sociales" y electoralistas que alguien tendrá que pagar algún día y en gigantescas mordidas a los nacionalismos, que contribuyen a la destrucción de España y a la ruptura de la solidaridad e igualdad entre todos los españoles. Y cuando defiende, además de su "obra social", la "obra educativa" sociata, y concretamente esa sarta de mentiras y chorradas del Buenismo para la Ciudadanía, cae en el más rotundo de los ridículos.
Yo soy liberal, no creo que eso sea ninguna sorpresa, y si considero que el PP no lo es bastante, y por eso no soy del PP, en cambio estoy de acuerdo con Savater cuando considera que, en cuestiones tan esenciales en el día de hoy como la lucha contra el terrorismo etarra y contra los delirios nacionalistas "periféricos", los de Génova actúan mucho mejor que el PSOE (ni siquiera vale la pena citar al PNV, a CiU, a los trogloditas de ERC o a los extraterrestres de IU, con o sin Verdes); por eso voto al PP.
Pero esa bazofia socialburócrata del nuevo partido UPD, su apoyo a la burocracia estatal sociata, en favor de una sociedad de borregos asistidos y no de individuos libres y responsables, además de ser anticuada, sueca, carca, ha fracasado rotundamente en toda Europa. Si consideran, como parece, que el progreso es el pasado y que el catecismo del buenismo en las escuelas es el porvenir de la educación, ya podemos aferrarnos a nuestros salvavidas.