Los inmigrantes en Siberia

No es ningún secreto que los inmigrantes rusos invaden Occidente, donde gozan de libertades y derechos del mundo civilizado. Lo que es menos conocido es que la misma Rusia es también objeto de una invasión por parte de inmigrantes, especialmente de sus antiguas colonias en Asia Central y el Caúcaso. La gran y única diferencia consiste en que estos últimos no tienen en Rusia ningún derecho. Son objeto de una inhumana explotación y de constantes ataques. Los agresores son grupos de neo-nazis o bandas de jóvenes “skinheads” que “solucionan” el tema de la inmigración con sus propios métodos.

El pasado 10 de junio un joven de 17 años, vecino del pueblo de Pátrushevo (provincia de Tiumén, en Siberia) llevó a casa de su novia un “regalo” muy especial. Fue la cabeza de un “churka” (“tronco”). Así llaman los xenófobos rusos a los asiáticos, en este caso obreros de Asia Central que trabajan en los campos petrolíferos de la zona. Un grupo de ocho “cabezas rapadas” apaleó y decapitó a un obrero de Uzbekistán para quitarle el poco dinero que llevaba encima. Unos días antes en otro pueblo de Tiumén, los “skinheads” prendieron fuego a una caseta donde dormían varios obreros tayikos. Asimismo un tayiko fue asesinado en la ciudad siberiana de Surgut.

En esta última, los inmigrantes asiáticos suponen más de 12 por ciento de la población. Las petroleras les contratan porque su mano de obra es tres veces más barata que la de los rusos. Para los asiáticos —kazajos, uzbekos y tayikos— un salario mísero ruso es una verdadera fortuna porque en Uzbekistán, por ejemplo, el sueldo medio es de unos ocho euros mensuales. En Siberia no existe INEM. Así que un empresario no necesita permiso alguno, ni certificado del ministerio de Trabajo, para contratar a inmigrantes. Es un capitalismo salvaje postbolchevique.

Mientras tanto, la población nativa, especialmente los jóvenes, se quedan sin trabajo. Por eso la principal justificación de los ataques contra los “troncos” es que “roban puestos de trabajo”. Así, el tercio de los nativos de Tiumén apoya a los “cabezas rapadas” y a su xenófobo lema: “¡Rusia para los rusos!” Los tribunales del país procesan a los agresores, pero en muchas ocasiones por “actos de gamberrismo” que prevén condenas condicionales. Así pasó con diez “skinheads” de la ciudad de Kursk (Rusia central), acusados de haber apaleado a estudiantes de Malasia, Tailandia y Egipto. Según el último sondeo realizado por el grupo independiente ROMUR, por encargo del ayuntamiento de Moscú, lo que más temen los extranjeros residentes en la capital rusa son los ataques de las bandas de los neo-nazis.

En Moscú los inmigrantes no monopolizan el mercado de trabajo: les contratan sólo en los sitios donde los moscovitas se niegan a trabajar. No obstante, los “skinheads” capitalinos son más activos que en cualquier otra ciudad de Rusia. El caso más reciente es un “pogrom” en la estación del metro “Fili” con el balance de varias decenas de heridos entre los “troncos” y los rusos que se negaron a manifestar su apoyo a los protagonistas de este “pogrom”. Otro caso: un joven armenio recibió duras palizas en un barrio popular de Moscú y tuvo que ser hospitalizado.

La xenofobia de los rapados moscovitas está fomentada por el mismísimo alcalde, Yuri Luzkov. No para de hablar de la necesidad de una “zachistka” de inmigrantes. Es un término militar utilizado por los policías rusos en Chechenia en busca de terroristas. Significa “limpieza” mediante registros casa por casa, control de identidad, arrestos, interrogatorios y deportaciones sin ningún tipo de juicio. Fue el alcalde quien ordenó recientemente a sus policías desalojar las casas donde vivían los inmigrantes chinos y vietnamitas “para prevenir la epidemia de la neumonía atípica en Moscú”. Un buen ejemplo para los “skinheads”.