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ESTADOS UNIDOS

Los graves errores del Banco Central

El auge económico iniciado por Reagan sucumbió con el Y2K, la creencia en que los estadounidenses retirarían inmensas cantidades en efectivo para protegerse del colapso de las computadoras el 1° de enero de 2000. Como medida de precaución, la Reserva Federal (el banco central de Estados Unidos) incrementó exageradamente la liquidez a fines del año 1999. Pero la gente no acumuló efectivo y el exceso de liquidez fue a parar a los precios de la Bolsa.

Al no ocurrir los desastres que algunos esperaban, la Reserva Federal se dio cuenta de su error al haber aumentado la base monetaria a niveles inflacionarios y comenzó a retirar circulante. El resultado fue alzas en las tasas de interés y la caída de los valores en la Bolsa.

Cuando la Reserva Federal extrae liquidez, se deprime la actividad económica. El precio de la equivocación ha sido la caída de la actividad económica y una probable recesión en puertas.

Desde la creación de la Reserva Federal, sus errores han sido la principal causa de las recesiones e inflaciones. Su primera gran equivocación causó la Gran Depresión. A comienzos de los años 30, la Reserva Federal interpretó equivocadamente la razón del crack de la Bolsa y del comportamiento de los bancos.

La Reserva Federal creyó que el exceso de liquidez había inflado los valores de las acciones a niveles insostenibles y no comprendió por qué los bancos habían acumulado reservas a raíz del pánico en la Bolsa. Temiendo movimientos, los banqueros habían acumulado reservas para poder dar frente al retiro de depósitos. Pero la Reserva Federal lo interpretó como un exceso de liquidez en el sistema bancario.

Un error fue seguido por otro y el resultado fue una dramática reducción de 33 por ciento en la oferta de dinero. El poder adquisitivo, los precios y los niveles de empleo entonces se colapsaron.

La consecuencia de la Gran Depresión fue el New Deal (Nuevo Trato) de Franklin Roosevelt, el cual significó el virtual abandono del sistema constitucional norteamericano de un gobierno limitado y leyes con sentido de responsabilidad. La depresión fue interpretada como una prueba de que el “viejo orden” había fracasado y que un nuevo gobierno activista y paternalista lo debería reemplazar. Toda la transformación del orden constitucional de Estados Unidos se debe a ese grave error monetario de la Reserva Federal.

Una razón importante por la que los demócratas de izquierda y los republicanos “moderados” se oponen a la reducción de impuestos es que lo interpretan como el debilitamiento del gobierno activista y el regreso al “viejo orden”. Los “progresistas” ven la reducción de impuestos como un atavismo, es decir, el regreso a costumbres arcaicas.

Los beneficios para la economía de una reducción de impuestos no significan mucho para la gente que cree que necesitamos más gobierno, no menos. La reducción de impuestos puede poner en marcha la economía, pero ellos creen que se trata de una economía equivocada.

Para la izquierda, la buena economía es aquella donde el gobierno tiene dinero para ocuparse de la jubilación de la gente, de la salud, la educación, el cuidado de los niños, el bienestar general, la regulación de los sitios de trabajo, las medicinas que la gente utiliza, el diseño y fabricación de los productos que consumen y, cada día más, el uso del lenguaje.

El argumento a favor de la reducción de impuestos es una razón para mayor responsabilidad individual. Un corte en los impuestos significa que el dinero que la gente gana trabajando les pertenece a ellos y no a alguna necesidad colectiva. Un recorte de impuestos es un argumento en favor de la libertad.

Muchos republicanos se sienten incómodos defendiendo tal razonamiento porque el New Deal redefinió el concepto de libertad para convertirlo en ausencia de carencia. El concepto de libertad significaba que la gente tenía la libertad de triunfar o de fracasar y si esto último sucedía, confrontaba carencias.

El New Deal ha alterado lentamente el carácter americano, acostumbrando a la gente a cambiar libertad por seguridad, de manera semejante a lo ocurrido durante la decadencia de Roma, cuando gente libre se convirtió en siervos a cambio de protección militar. La mayoría de los estadounidenses de hoy piensan que alguien se debe ocupar de ellos después de su jubilación, pagando por sus medicinas y gastos médicos. Millones de americanos cuentan con que otros pagarán su alquiler y sus alimentos.

El recorte de impuestos logrará un auge económico, pero más importante que eso, será un espaldarazo para que los norteamericanos se paren sobre sus propios pies, los únicos pies sobre los que la gente libre debe pararse.

© AIPE

Paul Craig Roberts es columnista del Washington Times, fue subsecretario del Tesoro y es coautor de “Chile: dos visiones. La era Allende-Pinochet” (Universidad Andrés Bello, 2000)
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