Las regiones que más diputados han perdido son Galicia (cuatro), Asturias (dos) y Vascongadas (tres); y Madrid (cuatro), Valencia (cuatro), Murcia (dos) y Baleares (dos), las que más han ganado.
Cada vez que se convocan elecciones generales, el Gobierno debe ajustar los escaños del Congreso entre las provincias (las circunscripciones electorales) en función de los cambios de población registrados desde la última convocatoria, tal como establece la Ley Orgánica del Régimen Electoral General (Loreg). En el decreto de disolución de las Cortes que se publica en el BOE aparece el nuevo reparto de escaños. En el de 2008 el baile afectó a ocho provincias: La Coruña, Vizcaya, Córdoba y Soria perdieron un acta cada una, y Alicante, Almería, Murcia y Toledo la ganaron. En el decreto de este año, a Cádiz se le resta un diputado, que gana Madrid.
Al consultar todos los decretos desde el primero, de marzo de 1977, se aprecia la evolución de la población española: dónde ha disminuido y dónde ha crecido, qué territorios prefieren los españoles para vivir, qué provincias pierden o ganan influencia... Las provincias que en la transición estaban entre las más ricas, pobladas y pujantes, como Barcelona, Vizcaya, Asturias, Guipúzcoa y La Coruña, han cedido la primacía a Madrid, Alicante, Murcia, Baleares y Málaga.
Menos de 250 escaños
De entre los poderes e instituciones del Estado, los españoles sólo elegimos una: las Cortes Generales. El Senado tiene un número fijo de escaños por provincia –cuatro–; los archipiélagos, Ceuta y Melilla van aparte. El Congreso tiene un modelo mixto: cada provincia tiene dos diputados con independencia de su población –Ceuta y Melilla, uno cada una–, por lo que los otros 248 se reparten en función de la demografía.
El número de escaños del Congreso es muy bajo, si se lo compara –por poner unos cuantos ejemplos– con la Asamblea francesa (577 diputados), la Cámara italiana (630) o la Cámara de los Comunes británica (646). En el real decreto 20/1977 –por tanto preconstitucional– se fijó en 350 el número de diputados para las elecciones de 1977. La Constitución estableció que la composición de la cámara podría oscilar entre 300 y 400 diputados. La Loreg –de 1985– dejó el número en 350.
Las variaciones registradas en estos 33 años son muy llamativas. El Cantábrico, Castilla la Vieja y León y Extremadura son regiones en retroceso, mientras que el Gran Madrid, el Mediterráno, Canarias y Baleares son regiones en alza.
Provincia | 1977 | 2011 | Variación |
Alicante | 9 | 12 | +3 |
Almería | 5 | 6 | +1 |
Baleares | 6 | 8 | +2 |
Gerona | 5 | 6 | +1 |
Madrid | 32 | 36 | +4 |
Málaga | 8 | 10 | +2 |
Murcia | 8 | 10 | +2 |
Palmas, Las |
6 | 8 | +2 |
Tarragona | 5 | 6 | +1 |
Toledo | 5 | 6 | +1 |
Valencia | 15 | 16 |
+1 |
Provincia | 1977 | 2011 | Variación |
Asturias | 10 | 8 | -2 |
Badajoz | 7 | 6 | -1 |
Barcelona | 33 | 31 | -2 |
Cáceres | 5 | 4 | -1 |
Córdoba | 7 | 6 | -1 |
Coruña, La | 9 | 8 | -1 |
Cuenca | 4 | 3 | -1 |
Guipúzcoa | 7 | 6 | -1 |
Jaén | 7 | 6 | -1 |
León | 6 | 5 | -1 |
Lugo | 5 | 4 | -1 |
Orense | 5 | 4 | -1 |
Pontevedra | 8 | 7 | -1 |
Soria | 3 | 2 | -1 |
Vizcaya | 10 | 8 | -2 |
Zamora | 4 | 3 | -1 |
Zaragoza | 8 | 7 | -1 |
Madrid derrota a Barcelona y Murcia a Vizcaya
En 1977 Barcelona era la provincia más poblada, por encima de Madrid; en cambio, desde hace varios años la situación es la inversa. Barcelona ha bajado de 33 a 31 diputados, mientras que Madrid ha subido de 32 a 36.
En la primera asignación de escaños sólo dos provincias recibieron 10, ambas en el Cantábrico: Asturias y Vizcaya. Desde hace unos años, coincidiendo con la desaparición de la industria pesada, las minas y los astilleros, las dos han perdido el 20% de su representación y ahora tienen sólo ocho diputados.
Galicia y Extremadura tienen en común que han perdido un escaño en cada una de sus provincias. En Castilla y León, tres de las nueve provincias han perdido un diputado.
Si se comparan los censos tanto de población como de electores aparece que el número de personas es mayor en 2011 que en 1977; el descenso demográfico empezó hace pocos años y se nota ahora. Por ejemplo, el censo electoral de Vizcaya en 2008 ascendía a 956.692 personas, es decir, casi 210.000 más que en 1977 (749.572) pero 18.000 menos que en 2004 (974.742).
La provincia que más crecido de manera proporcional es Alicante, que ha pasado de nueve diputados a 12. ¡Un aumento de un tercio! Su censo electoral creció de 556.525 en 1977 a 1.194.053 en 2008. Málaga y Murcia también han duplicado su censo: de 569.535 a 1.033.409 y de 450.752 a 969.923, respectivamente.
Al agrupar los datos por regiones se observan detalles llamativos. En Vascongadas, Vizcaya y Guipúzcoa pierden tres escaños mientras que Álava, la menos poblada y también la menos nacionalista (el PP gobierna su diputación y el ayuntamiento de la capital), mantiene sus cuatro escaños. El PNV, que ha gobernado la comunidad vasca desde 1980 hasta 2009, ha fracasado completamente: los vascos no quieren hijos.
En Cataluña, Barcelona pierde dos diputados, pero la región conserva sus 47 escaños desde 1977 porque Gerona y Tarragona suben uno cada una. El mismo equilibrio se da en Andalucía, ya que Córdoba y Jaén han perdido un diputado cada una, mientras que Málaga ha ganado dos y Almería uno. Suben las provincias costeras, volcadas en el turismo, los servicios y la agricultura especializada, mientras que bajan las que tienen más PER, paro y agricultura tradicional. El acta que se le ha quitado este año lo había ganado Cádiz en 1986, con lo que regresa a su punto de partida en 1977.
En menos lugares y paseando al sol
En estos 34 años se ha alterado la asignación original de más de la mitad de las provincias, 28 de 50. Han perdido diputados 17 y los han ganado 11, lo que permite pensar que los españoles se están concentrando en menos territorio.
Si colocamos los datos en un mapa, observamos que las provincias perjudicadas son del interior (Cuenca, Zaragoza, Zamora, Cáceres, Córdoba) o de la cornisa cantábrica (las seis pierden población), mientras que las que crecen pertenecen a la zona mediterránea, salvo Madrid, Toledo y las Canarias.
Una de las conclusiones que se sacan de estos hechos es que la construcción de infraestructuras carísimas (AVE, aeropuertos) no tiene sentido en zonas con población decreciente y sin un especial atractivo turístico. Otra, que el bienestar de que disfrutan muchos españoles que viven en el norte se debe no sólo a privilegios como el concierto vasco y el convenio navarro, sino a que son cada vez menos personas para repartirse el pastel, por lo que los trozos son más grandes. Y una tercera, que estos territorios son dependientes de las transferencias de capital que les hace el Estado para pagar las pensiones y las nóminas de sus funcionarios; por ejemplo, la tercera parte de los gallegos cobra del estado, como pensionistas o funcionarios.