El primer ejemplo describe a Hong Kong bajo gobierno británico, con muy poca corrupción, gran respeto a los derechos individuales y la mayor libertad económica del mundo. Los chinos se anexionaron Hong Kong en 1997, y han permitido que siga siendo la economía más libre. Gracias a ello, Hong Kong ha alcanzado un ingreso per cápita casi tan alto como el de Estados Unidos y mayor que el de casi todas las democracias del mundo.
Muchos creen que democracia significa libertad, pero si echamos un vistazo a las democracias que hay en el mundo pronto nos damos cuenta de que no es cierto. Casi todas las democracias restringen la libertad económica mucho más de lo necesario. Muchas tienen jueces y funcionarios corruptos, restringen los derechos de las mujeres, imponen controles a la prensa y no protegen los derechos y la manera de pensar de la gente. Irán, una teocracia muy restrictiva, y la Venezuela de Hugo Chávez se llaman "democracias" y tienen elecciones.
A los próceres fundadores de EEUU les preocupaba la libertad, razón por la cual fundaron una república para proteger las libertades individuales de las pasiones de las mayorías del momento, y también les preocupaban los excesos democráticos.
James Madison, principal redactor de la Constitución, mantenía que "las democracias han sido espectáculos de turbulencia y conflicto". Esa manera de pensar era compartida por los demás próceres, y por ello la Constitución de EEUU fue diseñada para impedir que una mayoría democrática limitara la libertad de expresión, de prensa, de creencias, etcétera.
Nuestra Constitución es un documento de libertad, no de democracia.
El Gobierno de Bush se ha colocado en una posición difícil al promover en su misión global la democracia, en lugar de la libertad. Las elecciones democráticas en Irák y Palestina pueden resultar en represión contra las mujeres, restricciones a la libertad de expresión y apoyo al terrorismo.
Recordemos que el general Douglas MacArthur y sus oficiales prácticamente dictaron la Constitución de Japón al término de la Segunda Guerra Mundial, eliminando la deificación del emperador japonés. Esa constitución ha servido muy bien a los japoneses. Y las fuerzas aliadas no hubieran aceptado una Constitución alemana que restringiera los derechos de las minorías.
De la misma manera, las normas de tolerancia y las libertades civiles no debieran haberse degradado por complacer a la mayoría de una nación islámica. Permitirlo hará que las victorias militares resulten vacuas.
Se argumenta que no se logran largos períodos de libertad sin democracia, y ese argumento tiene mérito, pero el Gobierno de Bush tiene que revisar tanto su retórica como sus políticas y colocar el avance de la libertad, incluida la económica, en el primer lugar de su agenda global. La democracia no debe considerarse un fin en sí mismo, sino un mecanismo para crear, preservar y aumentar la libertad de la gente.
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