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CUBA

Letra de Ifá

Como siempre por estas fechas, los santeros o babalaos de Cuba han dado a conocer la Letra de Ifá o Letra del Año. Es decir, los pronósticos divinos, dictados esta vez por Ogundá Ogbé. Hablando por la boca de los santeros —sacerdotes de la religión yoruba, también llamada Regla de Ochá—, los orishas o santos han divulgado su oddun (vaticinio) para 2003.

Según la investigadora cubana Lydia Cabrera, autora de El monte, el mejor libro sobre la santería que se ha escrito en Cuba, “Ifá es el gran orisha de la adivinación, hijo de Obbatalá y consejero de los dioses y de los hombres”. Natalia Bolívar, otra notable investigadora cubana, nos dice que Ifá es “un complejo sistema adivinatorio regido por el orisha Orula”. Los que dan crédito a la Letra de Ifá —en la isla son legión, y en esa legión hay comunistas y católicos— tienen motivos para la zozobra porque las predicciones de este año son inquietantes, lo mismo para los cubanos que para el resto de los mortales.

De entrada, el cónclave de babalaos de la Comisión Organizadora de la Letra del Año reveló que en los próximos doce meses la “divinidad regente” será Elegguá, dios guerrero, errático y caprichoso, que abre o cierra los caminos, guardián del azar y la muerte, quien va a estar acompañado en su mandato por la sensual Ochún, mujer de Changó, señora de la femineidad, los partos y los ríos, “capaz de provocar riñas entre orishas y hombres”. Los santeros estiman que esta pareja es portadora de malos augurios.

En Cuba, los babalaos están repartidos en dos agrupaciones rivales: la Comisión Organizadora, independiente, la más acreditada, y la Asociación Cultural Yoruba, oficial. Ésta última es blanco del humor criollo: de ella se dice que obliga a Orula a entenderse con el Partido Comunista.

Los 817 adivinos del Oráculo de Ifá pertenecientes a la Comisión Organizadora nos advierten en su oddun de que en el presente año habrá grandes catástrofes naturales (“penetraciones del mar, inundaciones de presas y ríos, derrumbes...”), un auge de las enfermedades psíquicas y nerviosas, un aumento de la infidelidad matrimonial con riesgo de muertes, un incremento de la violencia y los robos, problemas en los mercados y —nota local que debería tomar en cuenta el ministro de Obras Públicas de la isla— una subida del índice de accidentes provocados por los huecos y baches en las calles.

Pero entre los pronósticos que los babalaos han recibido de Ogundá Ogbé los hay también de carácter político. Uno ha hecho pensar a muchos que se refiere a Cuba. Es el que anuncia la muerte de líderes mundiales, vetustos y cascados. Otro, el que habla de la caída de un gobierno con intervención del ejército, parece apuntar a Venezuela.

Los vaticinios vienen acompañados de refranes o recomendaciones, tan ambiguos estos como aquellos, porque o los dioses no hablan claro o los viejos babalaos que despachan con ellos no los oyen bien. Uno de los refranes para el 2003 dice que “el hablar sin discusión aclara muchas cosas” y ha sido interpretado como un llamamiento al diálogo y el entendimiento entre los cubanos. Otro contiene un pragmático consejo: “El rey, antes de morir, entrega su corona”.

¿Este último es un consejo al que Castro ha prestado atención? Vaya usted a saber. El caso es que hay rumores de última hora soplados desde de La Habana que anuncian una retirada parcial de Castro. Se da como probable que el achacoso rey de la isla ascienda este año a un trono de nubes después de entregar la herrumbrosa corona del Partido al delfín Raúl —el anciano rey del whisky— y el puesto de primer ministro al subdelfín Carlos Lage. O sea, que para atender los asuntos cubanos la pareja Raúl-Lage podría sustituir al binomio Elegguá-Ochún.

Me imagino a los orishas mirando por la cerradura del futuro, tratando de ver qué reportaría a los cubanos tan sublime enroque.


Manuel Díaz Martínez, escritor cubano, vive en Gran Canaria.

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