En el primer artículo de esta serie sobre Chomsky veremos la vileza de este autor en sus análisis del Vietcong incluso mucho después de saberse de las múltiples iniquidades del régimen comunista. En los siguientes artículos daremos cuenta de cómo Chomsky trató de maquillar el genocidio comunista en Camboya, de su apasionada defensa del neonazi francés, Rober Faurisson, que negó la existencia del Holocausto judío y de las múltiples mentiras que jalonan uno de sus últimos bestsellers, 11/09/2001.
En los años 50, los Estados Unidos de la mano del presidente Truman deciden ayudar a los colonos franceses en su contención del avance comunista. El Partido Comunista de Vietnam, fundado por Ho Chi Minh, era claramente un partido pantalla de Moscú. Utilizaba las técnicas revolucionarias establecidas por la Unión Soviética en su pretensión de controlar el mundo. Tengamos presente que los comunistas vietnamitas, como señala Stephen J.Morris en uno de los ensayos de The Anti-Chomsky Reader, fueron capaces de seguir elogiando al discípulo de Lenin tras su muerte considerándolo un purgador de oportunistas en su implacable defensa del marxismo-leninismo. Cuando Ho Chi Minh tomó el poder, emprendió brutales masacres para proceder a colectivizar la tierra. Chomsky, siguiendo a un periodista de claro sesgo estalinista, Richard Gott (por cierto, era un agente de la KGB), fue capaz de defender que las masacres producidas durante la reforma agraria no eran deliberadas ni planificadas por la dirección del partido sino que eran una conclusión lógica de una situación caótica. No era de extrañar que Chomsky justificara aquella tiranía puesto que anteriormente ya había predicho que “los vietnamitas desarrollarían una sociedad industrial moderna (...) e igualitaria con democracia directa”. Además en su visita a Vietnam elogió al Vietcong de este modo: “Vosotros que estáis en la vanguardia de la lucha para crear un mundo en el que las cadenas se sustituyan por los lazos sociales basados en la verdadera solidaridad y cooperación (...) ganaréis la batalla contra la agresión Americana y contra la explotación y racismo en nuestro país [Estados Unidos]”.
A medida que se multiplicaban los testimonios de gente como Nguyen Van Coi, Doan Van Toai y Nguyen Huu Hieu, activistas contra la guerra e izquierdistas de pro, que denunciaban las torturas y el grado de totalitarismo alcanzado en Vietnam, Chomsky buscaba fuentes más solventes y ajenas a los intereses estadounidenses durante la guerra fría como Jean Lacouture, un periodista francés que, embebido de marxismo, aseguraba que la victoria de los comunistas vietnamitas no había conllevado un exterminio social a gran escala. Mientras que Chomsky recogía este testimonio en uno de sus libros, Lacouture rectificaba y reconocía que lo de Vietnam no tenía nombre. Para Chomksy Lacouture ya dejaba de ser un referente moral. A partir de ahora Lacouture no sería más que un traidor a la causa, un “defensor de los intereses del imperialismo norteamericano”(sic).
Posteriormente, aparecieron otros autores que pusieron en solfa la visión chomskista de la historia, en particular, Nguyen Cong Hoan, miembro de “la tercera fuerza”, un grupo budista contrario al presidente sur-vietnamita, Thieu y opuesto a la política estadounidense en la zona. Hoan escandalizó al mundo con su detallada descripción de los campos de “reeducación” desplegados por toda Vietnam, donde se encarcelaban a millares de prisioneros. Además Hoan describió las restricciones a la libertad de movimiento y la persecución religiosa emprendida por Ho Chi Minh. Hoan no era un necio ni un desconocido. Era también miembro de la Asociación Nacional Comunista de aquél país. Chomsky, de nuevo, puso en solfa este testimonio, del siguiente modo: “Cuán creíble es este testimonio en general?. Su análisis de la persecución religiosa se contradice expresamente con la observación directa de los occidentales y vietnamitas que han vivido o visitado Vietnam”.
En definitiva, mientras que los norteamericanos veían cómo el éxito del comunismo suponía el fin de la civilización y sus logros, libertad, propiedad y democracia, Chomsky, por el contrario, defendía los “progresos” (sic) del comunismo en la consecución de una “nueva era de desarrollo económico y justicia social” (sic).