No vale la pena recordar cuántas veces cuántos políticos, medios, intelectuales y amas de casa han dicho lo mismo. Pues es falso. Tiene una apariencia de sentido común, no cabe la menor duda. Ninguna potencia puede imponer sus criterios, aunque sean democráticos, constantemente y en todas partes. Ni la revolución ni la guerra son permanentes. Pero, repito, es falso, y me limitaré a dar un solo ejemplo, el más evidente e importante: fue la guerra lo que impuso la democracia a la Alemania nazi, a sus aliados europeos y al Japón. Hay otros ejemplos, pero éste es el más ejemplar e indiscutible.
Desde luego, la guerra de Irak guarda semejanzas y enormes diferencias con la II Guerra Mundial. Por el lado de las semejanzas cabe decir que en ambos casos se trataba de imponer la democracia, precisamente; por el de las diferencias... son tan evidentes que no insultaré a mis lectores detallándolas.
Todo este jolgorio, los sarcasmos, el autobombo y demás folclore, se debe, claro, a las conclusiones de la Comisión Baker sobre la guerra, y a mí me da náuseas ver cómo los cobardes, los desertores, los espectadores lejanos –y las amas de casa– critican e insultan a los combatientes creyéndose a salvo. Porque no sólo son cobardes, también son imbéciles, ya que muchos de ellos, si eludieron la guerra de Irak, participan en las operaciones militares en Afganistán... para imponer la democracia.
No se dan cuenta de que es la misma guerra santa para el islam radical, ni de que, si las tropas aliadas se retirasen precipitadamente de Irak, los miles de locos de Alá, las brigadas internacionales coránicas, se volcarían en Afganistán, en Chechenia, por todas partes. El suicidio resulta atractivo a las democracias con gobiernos apocados.
Me gustaría recordar, además, que James Baker fue el más alelado, torpe e ineficaz de los miembros de la Administración de Bush sénior, y me extraña que el júnior le haya confiado esa misión, aunque por ahora no está claro si va a cumplir todas esas recomendaciones, que lindan con el zapaterismo; o sea, que son a la vez bobas y timoratas.
Resumiendo: la Comisión Baker propone retirar las tropas combatientes de aquí a 2008 y negociar la solución del caos iraquí con Irán y Siria, precisamente los principales responsables del susodicho caos, junto con Al Qaeda.
Recordaré también que Bush padre es uno de los principales responsables de la situación. Habiendo reunido una verdadera armada invencible, triunfa fácil y rápidamente y se larga, a las puertas de Bagdad, dejando intactos a Sadam Husein y a su tiranía. Se dice que dijo que no sabía qué hacer con la victoria, con qué, con quién sustituir a Husein. Es lógico que no supiera: había pedido consejo a James Baker. Parafraseando a Kipling: no se puede herir un poquito al tigre y luego dejarlo suelto.
Todos, salvo los apocados gobiernos europeos, consideran que retirar ahora las tropas aliadas sería una catástrofe. Lo han dicho y redicho no sólo las actuales autoridades iraquíes, también el presidente egipcio, Mubarak, y muchos más. En cuanto a lo de encontrar una solución al caos a base de negociar con Siria e Irán, es de aquelarre.
¡Cuidado! No estoy afirmando que la diplomacia no sirva para nada, ni que la única negociación sea la guerra, como dijo Mitterrand al comienzo de la guerra de Argelia, siendo ministro del Interior. No se trata de principios generales ni de valores morales, se trata de Irán y Siria, dos tiranías, dos regímenes responsables directos del caos iraquí. Que negocien, si es que quieren demostrar "buena voluntad", pero con la mano en la culata. Después de todo, la negociación entre adversarios o enemigos no tiene nada de nuevo, ha existido desde las guerras púnicas, pongamos, y las democracias negociaron sin cesar, y generalmente en balde, con la URSS y demás regímenes comunistas.
Pero resulta que Irán y Siria están en una situación peculiar y que son países clave en la región, precisamente, por su implicación directa e indirecta en los conflictos de todo el Próximo Oriente, en el Líbano, en Palestina y en Irak, no faltaba más. Siria no sólo está reconquistando el Líbano, sino que ayuda descaradamente a la "insurgencia" iraquí, o sea al terrorismo, y la frontera común entre ambos países, oficialmente "cerrada" al tráfico de armas, es de una porosidad fenomenal. En cuanto a Irán, ¡no digamos!
Teherán, que parecía alejarse de la "revolución jomeinita", ha vuelto de nuevo a ella, con una mayor radicalidad, si cabe. Irán se ha convertido en un referente para el islamismo radical, tanto para naciones como para movimientos y organizaciones islamistas terroristas, y además se está dotando de una formidable fuerza nuclear militar.
Puestos a soñar, algunos pueden esperar que haga, por ejemplo, llamamientos a la reconciliación entre chiitas y sunnitas en Irak, pero habría que ser más cretino que el señor Rodríguez para pensar, siquiera por un segundo, que no exigiría nada a cambio, por ejemplo, el abandono de cualquier tipo de presión sobre su programa de enriquecimiento de uranio, su apoyo a Hezbolá o sus agresiones contra Israel.
En cambio, las primeras declaraciones de Robert Gates, el sustituto de Donald Rumsfeld (el "halcón miope") al frente del Pentágono, me parecen harina de otro costal. Ante todo, tienen el mérito de la sinceridad, que buena falta les hace a los gobiernos, a todos los gobiernos. Efectivamente, las cosas van mal en Irak, los USA no han ganado y pueden perder. Pero declarar unilateralmente y con antelación la derrota es lo peor que puede hacer la Casa Blanca, lo peor para la democracia y para la guerra contra el terrorismo.
Se podrá repetir hasta el infinito que los USA han sido sorprendentemente sorprendidos por la violenta reacción de la multitud de bandas terroristas que habían elegido Irak como frente principal de su guerra santa, así como por la capacidad de Al Qaeda para enfrentar sangrientamente a chiitas y sunnitas –con el único propósito de crear el caos.
Podrán los traidores y los cobardes frotarse jubilosos las manos ante las graves dificultades de los aliados. Lo esencial es corregir al máximo los errores, tanto militares como políticos, para avanzar, para ganar, y en ningún caso echarse atrás, si no queremos que los mamelucos lleguen a Córdoba.
Está visto que el año termina peor de como había empezado.