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CÓMO ESTÁ EL PATIO

La Prisa es mala consejera

Jesús Polanco es quien manda en España, o lo que sea esto que está pariendo ZP. No pasa nada, puesto que alguien tiene que mandar. Así las cosas, mucho mejor que lo haga un señor acostumbrado a la jefatura desde la infancia. Y no es que el cántabro tenga un afán desmedido de notoriedad o de dinero, o que le fascine controlar el monopolio del pensamiento y la cultura, que quizás también, sino que manda tanto que ya ni siquiera necesita mandar.

Jesús Polanco es quien manda en España, o lo que sea esto que está pariendo ZP. No pasa nada, puesto que alguien tiene que mandar. Así las cosas, mucho mejor que lo haga un señor acostumbrado a la jefatura desde la infancia. Y no es que el cántabro tenga un afán desmedido de notoriedad o de dinero, o que le fascine controlar el monopolio del pensamiento y la cultura, que quizás también, sino que manda tanto que ya ni siquiera necesita mandar.
Basta con que D. Jesús esboce un mínimo gesto de contrariedad ante algo o alguien para que ese algo o alguien aterrice de forma inmediata en el lazareto extrademocrático. Cuando la Esfinge sugiere que algo no le gusta, la gloriosa infantería pone en marcha toda la trompetería para cambiar el subconsciente colectivo en el sentido adecuado. Si luego cambian las tornas y resulta que lo que ayer era demoníaco ahora es angelical, se da media vuelta a los cañones y comienza el bombardeo en sentido contrario. Voluntarios no han de faltar para las operaciones de acoso y derribo, aun a riesgo de acabar esquizofrénicos con tanto vaivén de obuses.
 
El archivo sonoro de El Tirachinas es una fuente inagotable de suculentas sorpresas acerca de las oscilaciones de las estrellas del grupo Prisa en los planos moral e intelectual. Recordemos tan sólo la operación en torno a los derechos del fútbol de Primera División. Cuando Antonio Asensio se entrometió en los negocios del jefazo de Prisa, el programa deportivo de la cadena SER retumbaba cada noche llamando a rebato ante lo que, según aseguraba su locutor estrella, era el fin del derecho de los pobres a ver a su Atleti en la tele y el comienzo de la manipulación de las mentes por parte de siniestros grupos mediáticos ajenos al cotarro oficial.
 
Cuando, tras aquella famosa Nochebuena, las aguas retornaron a su cauce polanquiano, las tertulias de El Larguero volvieron a ocuparse de la actualidad del vestuario del Real Madrid y de la última parida verbal de Ruiz de Lopera. El monopolio seguía existiendo, más férreo todavía, pero al fin estaba en manos de los buenos.
 
Hasta hace unos días, nadie en el mundo de la política protestaba. Se asumía, con más o menos entusiasmo, según el bando, que las cosas tienen que ser así, y punto.
 
El problema surge cuando una parte de la tropa rompe filas y se pasa a la trinchera de enfrente, o finge que lo hace, como el PP tras el último pellizco de monja de D. Jesús: acusar a los populares de estar preparando una guerra civil, que hay que ver cómo se molesta la gente por una tontería. Eso no estaba previsto en el guión. "No hay cojones a negarme a mí una entrevista en España", como no los hubo para negarle una televisión en abierto. O tal vez sí, y ése es el apasionante dilema al que se enfrentan los representantes del PP, bajo la atenta mirada del respetable, que desde el tendido asiste expectante al desarrollo de la contienda.
 
Mas no hay que atribuir al exabrupto de Polanco una intencionalidad moral. Como todo lo que tiene que ver con Prisa, los motivos suelen ser económicos. El diario El País, buque insignia del grupo mediático, no acaba de remontar el vuelo y ya siente en la nuca el aliento de Pedrojota. En cuanto a Cuatro, negocio del siglo que ZP le regaló autorizando la conversión de un canal de pago en uno genérico y abierto, está constituyendo tal vez el fracaso más sonado del panorama mediático español, con una audiencia inferior incluso a la de La Sexta, que ya es ponerse. Por lo que respecta a Sogecable, sólo hay que leer los informes periódicos de Jesús Cacho para darse cuenta de que el acorazado financiero está comenzando a hacer aguas. Es cierto que Cacho lleva un lustro vaticinando la quiebra inminente, pero ahí tienen a Sogecable, en el Ibex 35 y cotizando por encima de los 30 euros. Sin embargo, algo no debe de funcionar del todo bien para que el jefe ande tan nervioso.
 
Entre tantos disgustos, y viendo cómo ZP divide a la sociedad española con tan buenos resultados, es normal que uno tenga la tentación de hacer lo propio, a ver si las filas se ponen prietas de una vez y empiezan a cuadrar las cuentas. Lo que haga el PP en esta tesitura es algo circunstancial, pues de sobra saben en Prisa que más tarde o más temprano acabarán todos volviendo al redil del progreso y a la piscina de Valdemorillo. Lo que importa es azuzar a la clientela progresista, para que asuma la defensa del Imperio del Monopolio como una cuestión moral y afloje el bolsillo con tanta probidad como pide que se afloje el de los demás para las causas que le interesan.
 
No obstante, ¿habrá algún político del PP que se decida definitivamente a "vivir sin Prisa"? Es poco probable, pero si llegara a suceder, servidor lo celebraría tomando unas cañitas en honor del héroe. Con permiso de D. Jesús, faltaría más.
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