La que tampoco se recata a la hora de rajar es la ministra progre del ramo, que además de garantizar a los teleñecos más dinero de lo que ya les había dado (inútilmente) el PP, va repartiendo gabelas por doquier –promete, que algo queda– sin consultar al resto del gobierno. ¡Qué venga luego el tío Solbes con la rebaja! (por cierto, no da abasto el hombre enmendando a ministros pródigos), ella ha quedado la mar de bien prometiendo rebajas del IVA, hablando del Instituto Cervantes como si Exteriores no tocara pito y apuntándose a la excepción cultural a la francesa. Inmersa en su generoso monólogo exterior, Carmen Calvo no parece darse cuenta de que ese tipo de intervencionismo estatal lo han inventando los franceses para paliar el declive de su lengua y, por tanto, de su cultura, lo que no parece ser nuestro caso.
De la gente como ella se suele decir que no tiene abuela, pero tratándose de una ministra habrá que deducir que no tiene asesores. O que se caen de puro progres. Afortunadamente no sólo Solbes le para los pies a la inquieta señora, también otros se encargan de frustrar sus intenciones. Al parecer el nombramiento de César Antonio Molina al frente del IC fue una eficaz y acertada maniobra para desplazar a la candidata de la ministra de Cultura, la inefable Rosa Regás, esa señorona de izquierdas (magnífico el artículo de J J. Armas Marcelo sobre/contra ella en el suplemento cultural del ABC de la semana pasada, eso sí, sin mencionar su nombre ni una sola vez), que cómodamente instalada en la gauche divine llevó una próspera vida de derechas y a la que han “dado” la Biblioteca Nacional, puesto inocuo en el que no puede hacer daño alguno (piensen que ha sido dirigida por Luis Racionero) y que la permitirá seguir su brillante carrera literaria y política. En el IC, RR habría sido extremadamente peligrosa, por muchas razones, relacionadas tanto con su incompetencia lingüística (igual le da una lengua que un dialecto) como por su fanatismo político cultural que habría convertido los centros del Cervantes en otras tantas plataformas en defensa de cualquier infamia multicultural. En ese sentido hay poco lucimiento en la BN para una mujer tan laica y tan plural.
Menos mal que Carmen Calvo prepara un gran festival de cultura marroquí en España, para lo cual contará, supongo, con Carmen Romero, que preside (o al menos presidía) una asociación cultural de hermandad con ese país tan amigo del nuestro que de ahí vinieron los terroristas del 11M. Tal vez pueda conseguir incluso el apoyo de Felipe González que según me han dicho colabora para conseguir que Marruecos sea la sede de los mundiales de 2010. Mientras ninguna ciudad española compita para lo mismo el ex presidente está en su derecho de apoyar a quien le de la gana, pero imaginen que Aznar sostuviera la candidatura de alguna ciudad de los Estados Unidos para lo propio. Habría que oír a la basca.
Pero ya sabemos que la izquierda puede hacer lo que quiera, donde quiera y como quiera, desde paralizar leyes aprobadas por el Parlamento hasta convertir los telediarios en un burdo panfleto en el que se ven idílicos festivales que recuerdan tiempos pasados sin que nadie rechiste, pasando por el desguace de los archivos nacionales, en particular del Archivo de la Guerra Civil de Salamanca, para satisfacer los delirios nacionalistas del gobierno autonómico catalán, con lo que han conseguido abrir la caja de los truenos y una cascada imparable de reivindicaciones. Por ejemplo, la Junta de Castilla y León ya empieza a hablar de “papeles contra capiteles”, y a pedir a la Generalidad que les devuelvan los capiteles románicos palentinos y otros, que hay en el museo Marès de Barcelona (Marès era un coleccionista y escultor que por cierto hizo un monumento a Franco), convertido hoy en museo municipal, y el pasado jueves, sin ir más lejos, el Consejo de Gobierno de la Junta aprobó un acuerdo para solicitar la gestión archivos y museos de titularidad estatal ubicados en la Comunidad de Castilla y León. Y esto no ha hecho más que empezar.