Los comentarios más generalizados que se han podido leer en la prensa se centraban en el nacimiento de un Islam europeo, moderado e integrado, compuesto por personas que tienen las mismas preocupaciones que el resto de la población, esto es, principalmente el asegurarse un puesto de trabajo estable.
Sin negar este dato (por otra parte previsible: los musulmanes de primera generación que han llegado a Europa lo han hecho en busca de trabajo, por lo que es natural que les preocupe una eventual pérdida del mismo), el estudio en cuestión aporta varios datos más que matizan, cuando no desmienten, la pretendida emergencia de ese euroislam.
Y ya desde el mismo principio: por ejemplo, cuando se dice que el factor de mayor preocupación para los musulmanes ingleses es el desempleo, por delante del declinar de la religión o la influencia de la cultura pop, hay que matizar que los preocupados por el paro son el 46%, mientras que los preocupados por los otros dos factores son el 45% y el 44%, respectivamente. Una diferencia que hay que poner en su contexto (aunque para ello haya que leer la letra pequeña, algo a lo que la mayoría de periodistas y comentaristas no parecen muy habituados): estamos hablando, para los datos referidos a Gran Bretaña, de una encuesta telefónica realizada a 412 musulmanes y que, según el Pew Research Center, tiene un margen de error del 6%.
Pero donde el estudio nos aporta una evidencia clara es en el terreno de las identidades y las lealtades. Cuando se plantea la pregunta: "¿Qué se considera usted en primer lugar, ciudadano de su país o musulmán/cristiano?", los resultados difieren sensiblemente en función de la religión del encuestado. Los que se reconocen como cristianos (otra cuestión estribaría en saber si hoy en Europa y en una encuesta telefónica este grupo es homogéneo) afirman sentirse antes ciudadanos de su país en porcentajes que oscilan entre el 83% de Francia y el 59% de Alemania y Gran Bretaña. Por el contrario, entre los musulmanes el porcentaje de quienes se consideran en primer lugar ciudadanos de sus países baja en picado (con la excepción de Francia, con una importante proporción de musulmanes de origen argelino debido a su pasado colonial, donde el 42% se considera primero francés): solamente un 13% de los musulmanes alemanes se considera antes ciudadano alemán que musulmán, mientras que este porcentaje cae al 7% en Gran Bretaña… ¡y a un 3% en España!
Algunos argumentarán que es normal que a los musulmanes les resulte difícil identificarse con unas naciones que les son ajenas histórica y culturalmente, pero es el propio estudio quien viene a desmentir esta tesis: el porcentaje de quienes se sienten antes ciudadanos de sus respectivos países que musulmanes gira sólo en torno al 20% en los países árabes (21% en Jordania, 23% en Egipto, ¡19% en la teóricamente occidentalizada Turquía!), alcanzando en Pakistán un bajísimo 6%. La razón de esta preeminencia de lo musulmán debe de encontrarse en otro lugar, y éste se llama Umma.
En efecto, lo que el estudio del Pew Research Center muestra es la pervivencia de la Umma, la comunidad religioso-política a la que pertenecen todos los musulmanes por encima de fronteras que ellos consideran arbitrarias. De hecho, en muchos casos lo son, pues el concepto de nación es ajeno al mundo islámico y en gran parte se estableció, a menudo con fundamentos dudosos, durante la descolonización.
Esas naciones musulmanas nunca han conseguido crear una identidad nacional real, y los intentos del panarabismo por trascenderlas no fueron más que la pretensión de restaurar una Umma secularizada. Tras el fracaso del panarabismo, la Umma en estado puro resurge por doquier y explica esta fidelidad a la comunidad islámica, que constituye uno de los aspectos más centrales de la vida de todo musulmán. Otra cuestión es, a la luz de la constatación de la persistencia de la Umma en tierras europeas, si tiene sentido, como parece que los socialistas han insinuado, conceder la ciudadanía a quienes en una inmensa mayoría no se sienten parte de la comunidad que los acoge. Pero para esto el Pew Research Center no tiene respuesta.
JORGE SOLEY CLIMENT, de la Universidad Abat Oliba CEU.