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HISTORIA

La memoria de Esther Tusquets

Apreciable relato costumbrista el libro de memorias de Esther Tusquets Habíamos ganado la guerra. Pero la memoria no sólo juega por su cuenta bastantes malas pasadas, sino que tiende a dejarse moldear o desenfocar por las creencias del presente.

Apreciable relato costumbrista el libro de memorias de Esther Tusquets Habíamos ganado la guerra. Pero la memoria no sólo juega por su cuenta bastantes malas pasadas, sino que tiende a dejarse moldear o desenfocar por las creencias del presente.
Esther Tusquets.
Así termina Tusquets: "Supe definitivamente, aquella noche, que, si bien no era cierto que la guerra civil la habían perdido todos, porque a la vista estaba que unos la habían ganado (y lo sabían bien) y otros la habían perdido (y nadie iba a permitirles ignorarlo ni olvidarlo), yo, hija de los vencedores, a pesar de haber gozado de todos sus privilegios y todas sus ventajas, pertenecía al bando de los vencidos". La pobre.
 
El bando de los vencidos era el del Frente Popular, el de la hegemonía comunista, las checas, los asesinatos entre sus partidos, la revolución, la pasión guerracivilista llevada al extremo de desatarla por dos veces en el propio bando... Uno se pregunta si Tusquets pertenece a todo eso, pues no es posible que ignore los datos a estas alturas. O quizá pertenece más bien a la retórica de los líderes y llama democracia a los ideales y actividades de stalinistas, anarquistas, separatistas, etcétera, los cuales nunca ocultaron, por cierto, sus objetivos totalitarios. O acaso se identifica con las multitudes que habían votado al Frente Popular y –da ella por supuesto– se sentían vencidas porque no se les permitía olvidar su derrota. Pero esas multitudes habían comprobado en su propia piel, al revés que Esther, lo que valían las retóricas de sus líderes y partidos, y en su inmensa mayoría sentían alivio por el fin de la guerra, incluso si la paz incluía persecución contra una minoría de ellos y penalidades para todos, también para la mayoría de los vencedores.
 
Sólo desde su identificación, ingenua en el mejor de los casos, son posibles estos recuerdos:
La Barcelona de los años cuarenta era una ciudad más triste, gris y pobretona de lo que mi falta de experiencia me permitía apreciar entonces. Calles mal iluminadas y sin apenas coches, restricciones de luz, gran parte de la población pasando hambre –gran parte también de la población, aunque esto lo supe años más tarde, pasando miedo [¿De veras pasaba miedo gran parte de la población? ¿Cómo lo sabe? ¿Porque lo aseguran los herederos voluntarios del Frente Popular?]–, falta total de objetos importados, perros sin amo vagando por las calles. La mitad de los libros que se escribían en el mundo no llegaban a España [en realidad, más de la mitad, como ahora mismo], o llegaban censurados [¿todos?], y lo mismo ocurría con el cine. El triunfo de los aliados no había supuesto la caída de Franco, pero nos había dejado aislados (…) España era de veras diferente. España estaba hecha una porquería.
Harto diferente, en efecto: España se había salvado de los terroríficos bombardeos, las persecuciones, las deportaciones masivas y los campos de exterminio que habían cundido por Europa durante seis años; también de algunas hambres bastante más atroces que las sufridas aquí. Delicias que el país habría experimentado inapelablemente si hubieran ganado aquellos vencidos a quienes cree pertenecer Tusquets.
 
Y después de los seis años de guerra, la mayor parte de Europa había seguido sufriendo deportaciones, miseria, depuraciones y asesinatos. Empezó a despegar ya en 1947, gracias al Plan Marshall, negado a España. Y más de la mitad del continente había caído bajo el poder de líderes y partidos como los derrotados aquí, detalle no sin interés, aunque también lo olvide Tusquets graciosamente.
 
¿Porquería, pues? España sufrió durante la guerra mundial unas restricciones impuestas desde fuera que aumentaron enormemente las penurias, y después un duro aislamiento por parte de quienes tenían todos los motivos para estar agradecidos –¡y tanto!– a España por su neutralidad o no beligerancia.
 
En fin, ¿quiénes "habíamos ganado"? La burguesía, supone la autora, ex votante del PSUC (el sector más stalinista del PCE). Pero, ella misma lo admite, cuando Franco iba a Cataluña la gente le recibía entusiásticamente. ¿Era burguesa toda esa gente? Con seguridad no lo era la gran mayoría, si burgués equivale a adinerado. Y todos se sentían vencedores, sin duda.
 
Imaginemos que Esther Tusquets tuviera en cuenta estos aspectos, no menos reales y significativos porque ella olvide comentarlos: entonces quizá su memoria habría cambiado un tanto, como sugerí más arriba, lo mismo en los recuerdos seleccionados (pues inevitablemente se los selecciona) que en su valoración.
 
"Decidí que no era exacto ese eslogan según el cual la verdad es siempre revolucionaria. A veces puede no serlo, pero, séalo o no, hay que aceptarla y sacarla a la luz". Bien. Pero ello exige una memoria algo más completa y equilibrada, diría yo.
 
 
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