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ASUNTOS EXTERIORES

La lógica del terror: Irak, Palestina, País Vasco

El terror ha seguido una lógica racional en Irak. Los ataques se dirigieron primero a objetivos militares, con ataques a las fuerzas aliadas de liberación. A medida que estas se fueron blindando, empezaron la ofensiva contra objetivos políticos, con algunos flancos abiertos en la seguridad. Fueron los ataques a la ONU y el asesinato de uno de los más importantes líderes chíies.

El terror ha seguido una lógica racional en Irak. Los ataques se dirigieron primero a objetivos militares, con ataques a las fuerzas aliadas de liberación. A medida que estas se fueron blindando, empezaron la ofensiva contra objetivos políticos, con algunos flancos abiertos en la seguridad. Fueron los ataques a la ONU y el asesinato de uno de los más importantes líderes chíies.
La ONU, con su característica cobardía, decidió desaparecer de Irak. Y los políticos tienen acceso a medios de protección. Quedaba la población civil. Al principio los ataques terroristas indiscriminados fueron relativamente puntuales. A medida que los terroristas se han dado cuenta que tienen por delante un objetivo indefenso, la intensidad y la brutalidad de los atentados se ha multiplicado. Cuando escribo estas líneas, se acaban de suceder dos atentados terribles, con decenas de muertos en cada caso. Cuando se publiquen, habrá habido más muertos.
 
La guerra de liberación de Irak fue concebida como una operación limpia, en la que era prioritario —por imperativos políticos y éticos— no poner en riesgo a la población civil. Los progresistas occidentales hablaron de brutalidad imperialista y siguen hablando de guerra ilegítima. Ahora que los terroristas tienen por objetivo principal la población civil, masacrada sin la menor compasión, la lucha de los terroristas se llama “resistencia”.
 
Pero esta observación no debe desviarnos de nuestro tema. Lo que tenemos que preguntarnos es por qué los terroristas han hecho de la población civil su principal objetivo.
 
No parece verosímil que quieran restaurar el régimen de Sadam Husein. Los métodos terroristas no sirven tampoco para alcanzar el poder: hay muchos otros caminos disponibles, y están transitables. Una explicación más verosímil es que quiere repetir a gran escala el modelo que se le ha aplicado a la población palestina desde los años cincuenta.
 
La estrategia tiene dos líneas. Una primera, política, por la que se niega cualquier legitimidad a la solución pacífica del problema planteado. Los terroristas no quieren que los iraquíes convivan en paz, tengan una vida decente y puedan prosperar. Pretenden demostrar que eso jamás podrá ocurrir en Irak, como lo han hecho en Palestina, donde su objetivo no ha sido nunca establecer un Estado palestino sino destruir el Estado de Israel.
 
La segunda línea consiste en atemorizar a los iraquíes, destruir en ellos cualquier rastro de dignidad moral y convertirlos en instrumentos ciegos de un proyecto de fanatismo y de muerte. Es lo que han conseguido hacer con los palestinos, encerrándolos en campos de refugiados durante décadas, impidiendo que pudieran formar instituciones estables e inculcándoles sistemáticamente el odio antisemita. No es fácil hacer lo mismo en Irak, pero el terror a la escala que se ha empezado a practicar allí puede dar frutos.
 
Varias generaciones de palestinos han sido sacrificadas ya a los delirios antisemitas y autoritarios de los terroristas de la OLP y sus derivaciones más o menos islamistas. Lo han sido con la complicidad y el apoyo de muchos gobiernos occidentales, que han subvencionado —y siguen subvencionando— con dinero público la empresa. No es de descartar que llegue el momento en que algunos países occidentales, y en general la opinión progresista de nuestros países, se muestren dispuestos a negociar con quienes están organizando la matanza del pueblo iraquí. En nombre de la paz, ni qué decir tiene. Pedir la retirada de las fuerzas de “ocupantes”, que son la clave de la libertad de los iraquíes, es el primer paso en ese camino.
 
Los españoles conocemos bien esta deriva. En el País Vasco está ocurriendo lo mismo desde hace mucho tiempo.
 
 

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