Pero, claro, yo no soy presidente de nada, y esto es sólo "el sueño de una noche de verano", como tituló una de sus cacas el infame Santiago Carrillo, para decir exactamente lo contrario, y menos mal. Yo, que no soy nadie pero sé estar de acuerdo con millones de españoles en este tema del terrorismo, considero que la bomba en Barajas constituye un punto final. De aquí no pasamos, de aquí en adelante no aceptamos nada de las supuestas conversaciones, negociaciones y estafas. De aquí en adelante, las cosas claras: destruimos a ETA o nos suicidamos como españoles. No hay más alternativas. Cuando digo españoles no pienso en vete a saber qué destino imperial; me refiero, lisa y llanamente, a la voluntad de la mayoría de los ciudadanos de España.
El espectáculo de las Cortes, el pasado lunes 15, hubiera podido convertir en antiparlamentario a cualquiera, tantas fueron las inmundicias que se expresaron. Dominó, por así decir, la ideología ferrocarril, o sea: "Sí, desde luego, hubo un accidente el 30 de diciembre, pero, seamos serios, ¿desde cuándo un accidente ferroviario va a obligarnos a cerrar la Renfe?". El presidente del Gobierno dijo cosas peregrinas; reconoció sus errores, no sin subrayar que era el único en toda la historia de las Batuecas en hacerlo. Sí, se había equivocado cuando afirmó que todo iba bien en el "proceso de paz"... y al día siguiente estallaba la bomba.
Lógicamente, hubieran debido preguntarle todos: puesto que reconoce haberse equivocado, ¿qué va a hacer ahora? ¿Cómo piensa corregir el rumbo? La respuesta fue la que esperábamos nosotros, los malos; una respuesta indecente y ferrocarril: un accidente de tren no debe interrumpir el tráfico.
Lo único que pretende cambiar es el "consenso": que todos los partidos le apoyen, que todos sean cómplices de sus errores, de sus componendas, de su rendición ante ETA.
Las declaraciones de ETA, por boca de Otegui, también fueron contundentes: el "proceso de paz" no sólo no se interrumpe, sino que hemos puesto la bomba para que se acelere, porque el Gobierno no nos obedecía lo bastante rápido. Como el cochero que da una latigazo a sus mulas para que se espabilen. En esas estamos.
El otro lunes, en las Cortes, todos los partidos, salvo el PP, hicieron carantoñas a un señor Rodríguez cabizbajo y mentiroso. Fue un espectáculo asqueroso. Porque si, efectiva y desgraciadamente, el PNV y CiU representan algo, ¿qué representan Llamazares o Cerdà, sino un puñado de jubilados y un patio de vecinos vociferantes? Pues hablaron como si fueran los amos, y, empleando sin enterarse la jerga marxista-leninista, acusaron al PP y a Rajoy de ser, objetivamente, los culpables de todo.
Evidentemente, el PP hizo bien en no participar en los desfiles de apoyo a Zapatero con la coartada de la "paz", y en absoluto contra ETA. Pero se equivocó: debió haber organizado antes una manifestación que fuera claramente contra el terrorismo etarra y sus cómplices, entre los que se cuenta, en primer lugar, el propio Gobierno. Una manifestación con todos los enemigos de ETA y, claro, la AVT.
Mariano Rajoy, que estuvo soberbio el otro lunes y salvó el honor de las Cortes, hace ahora cinco propuestas al Gobierno y al Parlamento que son realmente lo mínimo que se puede pedir, si se quiere, de verdad, combatir a ETA. Además, se trata de cumplir la ley frente a los diversos y transparentes disfraces de ETA, que ya no engañan a nadie: Batasuna, el Partido Comunista de las Tierras Vascas, lo que se les ocurra en las próximas elecciones...
Considero que van por buen camino, pero son harto insuficientes. No podemos seguir tolerando la violencia callejera, ni el terrorismo cotidiano; el chantaje mafioso-nacionalista en la enseñanza, en las calles, en todas partes. Hay que seguir buscando y encontrando sus depósitos de armas; hay que investigar las actuaciones de la policía vasca, "infiltrada" por ETA; hay que verificar las cuentas corrientes de muchas personas, ligadas a ETA y a su impuesto mafioso. En una palabra, hay que hacer la guerra a ETA, sólo con las armas de la ley pero con todas las armas de la ley. (¿Sabían sus señorías que los atentados están prohibidos por la ley? Cabe dudarlo). Y esto, o algo muy parecido, no lo digo sólo yo, también lo dicen algunos de sus socios, Señorías, como Rosa Díez o Fernando Savater, por ejemplo.
Por lo visto, el "mundo es un carnaval", y desde luego no ha fallado lo carnavalesco en esta ocasión, y hemos asistido al habitual, y un poco más, tal vez, derroche de imbecilidades a favor de Zapatero y del Gobierno, y a la exaltación ciudadana de la cobardía. Y todos haciendo méritos: Carrillo como el eterno falangista Cebrián, Aguilar como Maruja Torres, la inefable corresponsal de guerra que confunde el Líbano con el Gijón y se pone el burka para regañar a su amigo Ruiz-Gallardón por no haber asistido al entierro de la sardina Zapatero. Una acosa está clara: todos prefieren ETA al PP, y hay que tenerlo en cuenta.
Como, aunque no lo parezca, estamos en un régimen parlamentario, hay que hacer lo posible para que el PP gane las próximas elecciones, porque este Gobierno jamás hará nada para terminar con ETA. El perito en sofismas, y reo bajo fianza, Felipe González declaraba el otro día: "La banda terrorista estaba derrotada, lo cual no significa que no pueda matar". ¡Menuda derrota! Y si estuviera derrotada, ¿por qué ustedes, sus Señorías y sus mayordomos, la tienen tanto miedo? ¿Por qué se cagan de miedo?
La verdad es que el Gobierno de José María Aznar asestó duros golpes a la banda terrorista (como implícitamente reconoce todo el mundo), si bien no la liquidó del todo. Pero resulta que el Gobierno actual, con la coartada de la "paz", ha permitido que la banda ser reorganice, se reame, reclute nuevos miembros, anulando de hecho bastante de lo que el Gobierno de Aznar había logrado. Empleando su jerga, "objetivamente" les ha ayudado a reponerse y a volver a matar.
No sé, pero es posible que si Rajoy es tan poco exigente con este Gobierno sea porque piensa que no se pueden pedir peras al olmo, y que el mínimo contenido en sus cinco propuestas ya será muy difícil de obtener. Es posible, pero eso concierne a las relaciones entre partidos en el Parlamento, o donde sea; pero en la calle, en los medios, con iniciativas ciudadanas, manifestaciones y campañas de opinión, el PP debería mostrarse infinitamente más audaz y agresivo, si quiere ganar las próximas elecciones y, sobre todo, volver a atacar a ETA.
Creo que, si debe mostrarse firme e intransigente con el Gobierno, los caudillos del PSOE y demás ralea, debería mostrarse a la vez abierto, tolerante y compañero de todos los ciudadanos, socialistas o no, que quieren realmente el fin de ETA, y que pueden demostrarlo en las urnas.