El informe también lo firma el primer ministro de Grecia, Georgios Papandreou, el único jefe de gobierno en ejercicio que denuncia abiertamente la prohibición de las drogas.
El reporte dice todas las cosas correctas: la prohibición ha fracasado en lo relacionado con la disminución del consumo mundial de drogas, y más bien ha llevado a la creación de mercados negros y redes criminales que recurren a la violencia y a la corrupción a la hora de conducir su negocio; esta violencia vinculada al narcotráfico amenaza la estabilidad institucional de países enteros, sobre todo en algunos que están en vías de desarrollo; además, la prohibición ha provocado la estigmatización y marginalización de la gente que consume drogas ilegales, lo cual dificulta la ayuda a los adictos.
El reporte también denuncia lo que muy apropiadamente llama el "imperialismo del control de drogas", es decir, cómo Estados Unidos ha "trabajado enérgicamente durante los últimos 50 años para asegurar que todos los países adopten el mismo enfoque rígido en la política de drogas".
En la sección de recomendaciones destaca la experiencia de Portugal con la despenalización de las drogas, y menciona el estudio que publicamos en el Cato Institute al respecto. Y, quizás más importante aún, indica que la legalización de las drogas es "una opción política que debería explorarse con el mismo rigor que cualquier otra". Hasta ahora, informes similares habían denunciado la guerra contra las drogas y quizás recomendado la despenalización del consumo de marihuana y otras drogas suaves, pero nunca se había llegado al punto de contemplar la legalización como alternativa.
Sin duda alguna, se trata de un documento que recibirá mucha cobertura mediática en los próximos días y semanas. Es el espaldarazo de más alto perfil que hasta el momento ha recibido la idea de reformar las políticas sobre drogas imperantes en el mundo. Y al contar con el actual primer ministro griego entre sus signatarios ofrece la esperanza de que otros gobernantes en ejercicio se unan al llamamiento para acabar con la fracasada guerra contra las drogas.
Allá por 1998, o sea, mucho antes de asumir su cargo, el actual presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, firmó una declaratoria similar a ésta, y desde que llegó al poder ha discutido abiertamente la necesidad de legalizar las drogas. ¿Sería mucho pedir que Santos ejerza un muy necesitado liderazgo regional en la materia?
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