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LIMPIA, SEGURA Y BARATA

La energía nuclear

Ucrania ha rendido un conmovedor homenaje a las víctimas de la explosión de uno de los reactores de la central nuclear de Chernobil ocurrida el 26 de abril de 1986. Lágrimas y discursos marcaron el aniversario del peor accidente nuclear de la historia, que, según los ecologistas de Greenpeace, causó la muerte de unas 93.000 personas. La principal lección de este "desastre planetario", aseguran, es la grave amenaza que significa la energía nuclear.

Ucrania ha rendido un conmovedor homenaje a las víctimas de la explosión de uno de los reactores de la central nuclear de Chernobil ocurrida el 26 de abril de 1986. Lágrimas y discursos marcaron el aniversario del peor accidente nuclear de la historia, que, según los ecologistas de Greenpeace, causó la muerte de unas 93.000 personas. La principal lección de este "desastre planetario", aseguran, es la grave amenaza que significa la energía nuclear.
La central nuclear de Chernobil.
La realidad es muy diferente. Chernobil causó la muerte de menos de 60 personas, la mayoría bomberos que estuvieron muy expuestos a la radiación y fallecieron pocos meses después. En la región se reportaron 4.000 casos de cáncer de la tiroides en niños, nueve de los cuales murieron y el resto se recuperaron, según un estudio de las Naciones Unidas. El Gobierno de Ucrania se prestó a la farsa de Greenpeace, quizás buscando ayuda internacional para el país.
 
El accidente de Chernobil iba a ocurrir tarde o temprano. Las normas operativas, así como el diseño, la construcción (sin un recipiente de contención) y el control de calidad de la planta nuclear estaban manejadas por el partido comunista con criterios políticos, no técnico-económicos. Los operadores no tenían que cumplir estrictas normas de seguridad ni asegurar la central contra riesgos, pagando elevadas primas, como en Europa, EEUU y Japón, debido a que eran estatales.
 
En EEUU, más del 20% de la energía eléctrica es generada en las 103 centrales nucleares del país; en Francia, el 78%; en Bélgica y Suecia, el 55%; en Japón, Suiza, España y Finlandia, el 30%. Existen unas 900 centrales nucleares en el mundo. Excepto por Chernobil, en 50 años de experiencia no ha ocurrido un solo caso de muerte por radiación.
 
Las nucleares han probado ser muy seguras, mucho más que las centrales hidroeléctricas, a gas, carbón o petróleo. Los reactores nucleares tienen paredes de acero de más de 22 centímetros de espesor, y los recipientes de contención de hormigón armado tienen un grosor de dos metros. Es muy difícil que una nuclear sea afectada por un ataque terrorista.
 
El peor accidente nuclear de EEUU, ocurrido en la central Three Mile Island en 1979, con una pequeña pérdida de radiación a la atmósfera, no causó un solo problema de salud en todos estos años. No obstante, la turba ecologista antinuclear logró que desde entonces se suspendiera la construcción de nuevas centrales nucleares, atemorizando a la gente con los peligros de la radiación. Este accidente, sin embargo, demostró que las extremas medidas de seguridad del diseño funcionaron correctamente. La integridad del recipiente de contención se mantuvo.
 
La turba ecologista debiera actualizarse. La propaganda irracional olvida que la energía nuclear es una de las fuentes más limpias, seguras y baratas. El 80% de la población que vive en los alrededores de las centrales las aprueba. Los ecologistas deberían hacer lo mismo. Además, es la única fuente de energía que puede reducir la emisión –por combustibles fósiles– de gases invernadero (CO2), supuestamente causantes del calentamiento global. Algunos científicos consideran que las nucleares son lo único que puede evitar un catastrófico cambio climático.
 
Las reservas de uranio y el reciclaje pueden proveer de combustible para las nucleares por tiempo ilimitado. Varios países están previendo la construcción de nuevas centrales. China decidió construir cada año dos centrales nucleares y no utilizar sus grandes reservas de carbón, para evitar la contaminación del aire y los problemas de salud. EEUU también debe reemplazar sus 600 centrales a carbón, que generan casi el 40% de la emisión de CO2. La nueva ley de energía favorece la construcción de nuevas nucleares.
 
Chernobil fue una catástrofe, sin duda, pero no un holocausto, ni mucho menos. La verdadera lección que debiéramos extraer de este accidente es que la negligencia y la politización que han caracterizado la intervención de los gobiernos puede tornarse muy peligrosa en sectores como la generación eléctrica. Sólo el libre mercado en el suministro de energía permitirá asegurar la construcción y operación de centrales nucleares seguras, económicas y de baja contaminación.
 
 
© AIPE
 
Porfirio Cristaldo Ayala, corresponsal de la agencia AIPE en Paraguay y presidente del Foro Libertario.
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