Antes de declararse la guerra de Irak, un arabista francés estuvo en Teherán dando unas conferencias. Uno de esos seres monstruosos perpetuamente disfrazados, con su túnica y su turbante, sacerdote y revolucionario profesional, controlaba las preguntas que sólo se podían hacer por escrito. Un estudiante presente en la sala logró colar una en francés. Venía a decirle al conferenciante: ¿No se dan cuenta ustedes, los franceses, que después de la caída de Sadam Husein vendrá la de los islamistas iraníes? El arabista no pudo contestar.
En The Wall Street Journal (18.06.03), Azar Nafisi, antiguo profesor de literatura en la Universidad de Teherán, recuerda cómo, durante la revolución islámica, daba clases mientras en el campus de Teherán los estudiantes de izquierda vociferaban “Muerte a América”. Luego, cuenta Nafisi, que hoy está exiliado y enseña en la John Hopkins University, la gran literatura desapareció. Gatsby se convirtió en un símbolo de la decadencia norteamericana y Kafka en un sionista. Shakespeare, Racine, Esquilo y los clásicos de la literatura persa fueron sustituidos por textos marxistas e islámicos.
Pero el marxismo islámico, o el islamofascismo de los ayatolas, no ha logrado destruir la voluntad de libertad de los iraníes. El final de la guerra de Irak, como predijo el estudiante de Teherán, ha convulsionado un país que no quiere seguir siendo esclavo. Todos los analistas coinciden en que el reformismo de Jatami, quizás el único camino posible ante la bestialidad de los ayatolas, se ha quedando corto. Probablemente está llegando el momento de la crisis. En el terreno internacional, es sabido que Irán se ha ganado la reprobación de la ONU por continuar con un programa nuclear juzgado innecesario por todo el mundo, excepto por Rusia, principal suministrador de material. Ha sido una reprobación tibia. Por allí andaba, otra vez, el amigo de Hans Blix, Mohamed el Baradei, ahora en funciones de jefe de la agencia nuclear de la ONU. Pero por mucho que le pese a El Baradei, Bush no va a admitir que Irán tenga armas nucleares. Además, Irán es el centro de importantes organizaciones terroristas internacionales, como Hezbolah. Pasada la tregua negociada entre Irán y Estados Unidos (que algunas fuentes, como DEBKA.file, dan por segura), el país que protagonizó la primera revolución islámica ha pasado a convertirse en el eje de la política internacional.
Y se ha vuelto a reproducir la clásica división entre Europa y Estados Unidos. Bush ya clasificó a Irán entre los países del Eje del Mal, mientras que los europeos mantienen una línea más negociadora y al cabo conciliadora. Pero las posiciones van variando. Estados Unidos está matizando considerablemente el discurso. William Saphire (The New York Times, 19.03.06) apunta ciertas sutilezas lingüísticas (como la de no hablar de “régimen”, sino de “administración” iraquí) que hacen pensar que la administración norteamericana se mueve con cautela. Las palabras de Powell en Corea, recogidas en toda la prensa, indican lo mismo. Y en vez del uso de la fuerza, se abre camino una propuesta legislativa republicana para dotar de más fondos a la oposición iraní y ayudar en la propaganda a favor de la libertad.
Los países europeos se mueven, aunque muy cautamente, en la dirección contraria, es decir en defensa de la libertad. La nueva doctrina europea acepta el uso de la fuerza para evitar la proliferación de las armas de destrucción masiva. Parece que la insistencia de Bush en apoyar a quienes ha llamado los luchadores iraníes por la libertad va haciendo mella en el cinismo de Europa.
Los políticos europeos no deberían olvidar que en el pulso que se está desarrollando en Irán, los ayatolas islamofascistas están dando muestras evidentes de debilidad. Así lo recuerda un editorial de The Wall Street Journal (17.06.03), aunque The Washington Post (17.06.03), en un largo reportaje, demuestra cómo Irán está tomando posiciones en Afganistán, ahora que los norteamericanos están más ocupados en otras cosas.
Entre las muchas incógnitas de este asunto está la detención masiva de militantes mujaidines en Francia. Son terroristas, pero opositores a los ayatolas iraníes, y la detención ha sido bien acogida en Teherán. También lo ha sido en Washington, y parece que es una operación preparada desde mucho tiempo antes y que sólo por casualidad ha coincidido con la subida de la tensión en Irán. Pero en un editorial (“¿Amigo o enemigo?”, 18.06.03) The Wall Street Journal recuerda que el gobierno francés nunca se ha tomado la molestia de perseguir con tanta intensidad a Hamas. ¿Se repetirán ahora los mismos errores que se cometieron con Sadam Husein? Lo cierto es que Europa tiene una oportunidad real de contribuir a la causa de la libertad y los derechos humanos.
Ni qué decir tiene que para los medios de comunicación públicos españoles este asunto, el más importante de los que ahora se están desarrollando en el mundo, apenas es noticia. Seguimos con el mismo desprecio de siempre a la opinión pública. Pero en fin, con la oposición que ejerce el PSOE no hay mucho que temer.