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PERSPECTIVA ÁRABE: UN POCO DE HISTORIA

Intervención, no guerra

Trescientos millones de personas, de diversas etnias y confesiones religiosas, habitantes de 24 estados, son lo que llamamos árabes, una entidad cultural unida por su historia, idioma y aspiraciones. Tras un largo periodo de esplendor cultural de varios siglos, el mundo árabe sufrió cuatrocientos años de dominación turca, caracterizados por el oscurantismo y el aislamiento de las nuevas corrientes culturales que avanzaban en Europa.

En esta fase, el pueblo árabe luchó por la conservación de la propia lengua (prohibida por los otomanos) y civilización. Las asociaciones políticas de entonces estaban formadas por intelectuales, cristianos y musulmanes, que, unidos, defendían su cultura contra el ocupante turco musulmán. Muchos de ellos terminaron sus días en la horca. El imperio otomano utilizó la religión para su expansionismo. La invasión de Egipto por Napoleón Bonaparte supuso la reconexión de este país con Europa. Los historiadores resaltan como elemento positivo, entre otros, la entrada de la primera imprenta.

Durante la I Guerra Mundial, la alianza entre los británicos y árabes para expulsar a los turcos culminó con la entrada del ejército británico en Palestina, Irak y los países del golfo, mientras que el ejército francés se adueñó de Siria y el Líbano, sin que se cumplieran las promesas realizadas a los árabes por los aliados. Esta nueva ocupación desencadenó una lucha por la independencia de donde surgieron los actuales estados árabes.

En los nuevos Estados destacaban cuatro corrientes de pensamiento político:

-Fundamentalismo o puritanismo. Nacida en el S. XVIII, atribuye a la desviación de los preceptos coránicos la decadencia del mundo árabe, tuvo y sigue teniendo, fuerte implantación en Arabia Saudí y Sudán.

-Aperturista o evolucionista. Culpaba del estancamiento del mundo árabe a la falta de conexión con el nuevo pensamiento político surgido en Europa. El fundador de ésta corriente tradujo a Montesquieu al árabe, introduciendo la idea de división de poderes y separación entre religión y estado. Esta línea tuvo presencia en la práctica política de Egipto, donde todavía persisten dichas nociones.

-Liberal. Achacaba todos los males a la falta de libertades individuales, tuvo una gran aceptación en la clase política árabe de inicios del S. XX y, de hecho, la mayoría de Estados independientes optó por el parlamentarismo pluripartidista.

-Nacional-revolucionaria. Iniciada en Egipto en 1952 con el derrocamiento de la monarquía parlamentaria y la implantación del sistema de partido único. El ejemplo fue seguido por la mayoría de los países árabes, creándose una clase política corrupta que se alejó siempre más de las aspiraciones reales de la sociedad. Estos regímenes, a los que se designó un rol progresista durante la Guerra Fría, han erradicado las libertades individuales y han fracasado al implicarse en el conflicto palestino-israelí, creando condiciones favorables para la penetración en las sociedades árabes de la línea fundamentalista, potenciada por Irán y Arabia Saudí. Los fundamentalistas han instrumentalizado las creencias religiosas para sus fines políticos.

En los últimos 30 años, se ha apreciado un retroceso del pensamiento laico y la sociedad árabe, en general, ha sufrido un retroceso cultural. La creatividad a todos los niveles se ha visto amordazada. La ausencia de libertades, sobre todo para las mujeres, que en los años 60 habían alcanzado en algunos casos condiciones comparables con las de la Europa mediterránea de la época, han sido relegadas al papel que representaban en la Edad Media. Este panorama asfixiante que vive hoy el mundo árabe requiere, en primer lugar, que laicos y demócratas árabes asuman sus responsabilidades y dejen de culpabilizar de todos los males a factores ajenos.

Estados Unidos y, sobre todo, Europa tienen ciertamente una deuda histórica con el mundo árabe. Si los acontecimientos que estamos viviendo condujeran a erradicar el integrismo y el terrorismo, facilitando y apoyando la llegada de la democracia y el bienestar social a los países árabes y la solución justa al conflicto palestino-israelí, con la creación de un Estado palestino democrático, estas naciones se transformarían en aliados naturales de Estados Unidos, contribuyendo a la contención del expansionismo chino, ruso y\o indio.

La experiencia de la Guerra Fría nos recuerda que la autonomía de los países aliados de los Estados Unidos, por ser democráticos, ha sido un factor importante en la caída de la otra superpotencia, sobre todo por su rigidez e inmovilismo y por la ausencia de libertades individuales. La actual administración norteamericana que quiere aplicar la doctrina Bush (prevención y democracia) quiere implicarse por primera vez directamente en la región de Oriente Medio, implantando un orden democrático en los estados de la región.

La administración Clinton paso por menos agresiva que la actual de Bush. Sin embargo, lo que hizo fue mantener cínicamente durante 8 años la inestabilidad constante en la región de Oriente Medio, “mareando la perdiz” con el “proceso de paz”, sin que hubiera ninguna voluntad real de lograrlo. Mantuvo al pueblo iraquí muriéndose de hambre mientras lo bombardeaba diariamente, como Afganistán y Sudán. Fue despedido de la Casa Blanca como un hombre de paz, cuando realmente estaba preparando las condiciones favorables para reactivar una guerra regional entre Irán e Irak. ¿Qué alternativas ofrecen los que no están a favor de la intervención, que no guerra?, ¿que sigan muriéndose de hambre y de represión?, ¿que sigan matando y destruyéndose mutuamente palestinos e israelíes?

La única solución para la región es una intervención directa (no guerra) de los Estados Unidos. Todos los demócratas españoles deberían recordar cómo lamentaban la no intervención de Estados Unidos en España cuando lo estaba haciendo en Europa.

Jaled Arab, español de origen palestino, es psiquiatra.

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