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LO QUE NO SE VE…

Ideas estúpidas

Hay opiniones e ideas que suenan bien pero que, con sólo fijarse un ratito en ellas, se nos revelan como rayanas en la locura. He aquí unas cuantas.

Hay opiniones e ideas que suenan bien pero que, con sólo fijarse un ratito en ellas, se nos revelan como rayanas en la locura. He aquí unas cuantas.
Algunas compañías norteamericanas han sido acusadas de explotar a los trabajadores del Tercer Mundo: les pagarían poco y les ofrecerían unas pésimas condiciones laborales. Una de ellas, dicen, paga a quienes trabajan en su fábrica de Camboya tres dólares diarios.
 
¿Acaso esta gente se piensa que los camboyanos que optaron por escoger ese trabajo tenían una alternativa mejor, salarialmente hablando, pero que, como son idiotas, se decantaron por el peor remunerado? Me juego lo que sea a que esos tres dólares diarios eran, de lejos, la mejor alternativa que se les presentaba.
 
¿Piensa usted que ofrecer a un trabajador el mejor salario de entre los que están a su alcance es positivo para él? Si es que sí, ¿le parece apropiado denominar "explotación" a una situación que representa, de hecho, una mejora para esa persona? Si las campañas de los denunciadores consiguen que la firma de la que hablamos abandone Camboya, ¿se verá perjudicado nuestro trabajador?
 
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A menudo se dice que Estados Unidos comercia con Japón, pero ¿es eso cierto? ¿Quiénes con los agentes comerciales: el Congreso de EEUU, el presidente Bush, el Parlamento japonés, el premier Shinzo Abe? ¿No serán, más bien, los individuos y compañías de uno y otro país los que se dan al intercambio comercial?
 
Cuando compré mi Lexus, ¿con quién traté, con el Congreso norteamericano, la Dieta japonesa, Bush y Abe o con Toyota y sus intermediarios? Si cometemos el error de concebir el comercio internacional como algo que se ventila entre los distintos Gobiernos del mundo, entonces concluiremos que la última palabra en este punto la tienen los votantes. Pero ¿quién tiene la última palabra cuando un norteamericano establece un intercambio pacífico y voluntario con un japonés, un coreano, un británico, un chino u otro norteamericano?
 
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¿Cuántas veces hemos escuchado eso de "con tal de que salve una sola vida, merece la pena"? De ahí que merezca la pena imponer leyes que obliguen a los ciclistas a llevar casco, y el cinturón a todos los ocupantes de un vehículo, o a colocar cierres a prueba de niños en los frascos de medicinas.
 
A los buenos economistas se les revuelve el estómago cuando se topan con semejante declaración, porque sólo tiene en cuenta las ventajas de una medida e ignora sus costes y desventajas.
 
Si sólo tenemos en cuenta las ventajas, casi todo "merece la pena", porque casi todo reporta algún beneficio.
 
Según la National Highway Traffic Safety Administration, en 2005 murieron en nuestras carreteras 43.443 personas. Si el Congreso fijase el límite de velocidad en 20 km/h, cada año salvaríamos miles de vidas. En este punto, puede que usted tenga ganas de espetarme: "¡Williams, eso sería estúpido, y nada práctico!". En ese caso, yo le respondería: "Sí, pero mire la de vidas que se salvarían".
 
El caso es que, ciertamente, resultaría ridículo y poco práctico obligar al personal a circular a 20 por hora para evitar que los accidentes de tráfico se sigan cobrando miles de vidas. Por supuesto, calificar de "estúpida" y "poco práctica" una hipotética Ley de los Veinte por Hora es una manera socialmente más aceptable de decir que el número de vidas que se salvarían no compensaría los costes e inconvenientes que conllevaría su aplicación.
 
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¿Y qué me dicen de los profesores e investigadores que hablan del "círculo vicioso de pobreza" que padece el Tercer Mundo? Esta gente piensa que los pobres son demasiado pobres como para dejar de serlo. Así pues, no pueden acometer inversiones de capital. Y como no pueden invertir, no pueden emprender el camino al desarrollo. Lo dicho: están condenados a ser pobres.
 
De acuerdo con los postulados de esta gente, sólo la ayuda externa puede romper el "círculo vicioso de la pobreza". El problema que tiene semejante teoría es que... no hay por dónde cogerla. Porque, para ser cierta, necesita que todos los países sean y hayan sido pobres. Todo el mundo, incluido EEUU, ha sido pobre en algún momento. Si no hay manera de escapar de la pobreza, ¿cómo se las han apañado los que, mira por dónde, han logrado escapar de la pobreza?
 
 
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