El problema reside en que el 77% de las reservas de petróleo están en manos de compañías estatales. Como éstas no responden al mercado, la inversión en nuevas tecnologías (incluso en el mero mantenimiento de las instalaciones) es escasa. Así las cosas, la incompetencia o la perversidad de los Estados puede desembocar en una crisis petrolera.
Según Roger Stern, de la Universiad Johns Hopkins, la falta de inversiones puede acabar con las exportaciones iraníes de crudo en 2015. Las instalaciones y las exploraciones iraníes yacen en el abandono porque el Gobierno utiliza todo el dinero que obtiene del petróleo en perpetuarse en el poder. En estos momentos Irán produce unos 3,7 millones de barriles al día, es decir, unos 300.000 menos de la cuota que le asignó la OPEP.
La producción petrolera mexicana alcanzó su punto máximo en 2004, y se espera que decaiga alrededor de un 14% cada año. Los mexicanos han descubierto pozos muy profundos, pero no disponen de la financiación y la capacidad técnica necesarios para explotarlos. México nacionalizó el gas y el petróleo en 1938, y su Constitución prohíbe a las compañías extranjeras acceder a tales sectores.
El entonces director general de Pemex, Luis Ramírez Corzo, declaró en marzo de 2006 que la citada compañía tendría que invertir 20.000 millones de dólares al año en los próximos dos decenios para mantener sus niveles actuales de producción. El problema es que en el último lustro Pemex sólo ha invertido la mitad de esa suma. Y mientras las petroleras privadas batían sus marcas de beneficios, Pemex perdía 3.750 millones de dólares. La razón es que el Gobierno mexicano, para financiarse, la somete a saqueo. Esto de perder dinero cuando el precio del crudo se encuentra tan alto es algo que sólo está al alcance de las empresas estatales.
El año pasado Rusia sobrepasó a Arabia Saudí en producción de crudo (bien es cierto que el crecimiento saudí se ve restringido por el sistema de cuotas que impera en la OPEP). Al parecer, Vladimir Putin está considerando volver a nacionalizar el petróleo y el gas. Entre 1999 y 2004, en Rusia la producción petrolera privada creció un 47%; las empresas ganaron más de 41.000 millones de dólares y reinvirtieron más de 36.000 (exploraciones, perforaciones, tecnología). En ese mismo lapso de tiempo las compañías estatales incrementaron su producción sólo un 14%, y la mayor de ellas, Rosneft, no experimentó crecimiento alguno.
El Gobierno de Putin acusó a la gran empresa Yukos de evadir impuestos para mejor apoderarse de ella. Actualmente, los burócratas rusos maniobran para hacerse con los activos de las firmas extranjeras que operan en los sectores petrolero y gasístico. Por otro lado, Moscú se sirve de sus recursos como arma de presión sobre otras naciones. Pero no podrá hacerlo por mucho más tiempo: debido a la baja inversión, su producción gasística está cayendo, y la tecnología que emplea se está quedando obsoleta.
Según un informe del Gobierno de Estados Unidos, desde 2001 la producción petrolera de Venezuela ha caído en medio millón de barriles diarios (de 3,1 a 2,6 millones). El régimen de Hugo Chávez se sirve de las rentas petroleras para dar aire a sus campañas populistas, lo que dificulta las reinversiones y los gastos de mantenimiento.
La estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) se apoderó en 2006 de las instalaciones que en el país sudamericano tenían las firmas ENI (italiana) y Total (francesa). Otras cinco compañías extranjeras, entre las que se contaban la norteamericana Exxon y la noruega Statoil, entregaron "voluntariamente" sus participaciones. Desde entonces, las petroleras extranjeras han congelado toda nueva inversión en Venezuela.
Además de los ya mencionados, la lista de Gobiernos corruptos en el negocio petrolero es larga: ahí están los de Nigeria, Chad, Sudán, Angola y Libia, por citar sólo a los países africanos.
Si no se ha producido una crisis petrolera es porque hay un buen número de empresas privadas que están consiguiendo incrementar su capacidad de producción. De todas formas, el futuro energético sería mucho mejor si hubiera una mayor proporción de petróleo y gas en manos de las compañías privadas, no en las de Gobiernos poco o nada confiables.
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