Luego de dedicar mucho tiempo y miles de millones de dólares a problemas relacionados con la salud, especialmente en los países pobres, su fundación ha anunciado que se dedicará a la cuestión agraria: aumentar la productividad de los campesinos pobres tendrá un enorme impacto en la lucha contra el hambre, sostienen.
El anuncio de Gates coincide con la aparición de un informe del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas que estima que la crisis económica ha hecho que el número de personas infraalimentadas sobrepase los 1.000 millones. Josette Sheeran, directora ejecutiva de ese programa, ha declarado: "Es inadmisible que en el siglo XXI casi una sexta parte de población mundial pase hambre (...) Sabemos lo que hay que hacer para afrontar las situaciones más urgentes, lo único que necesitamos son los recursos y el compromiso internacional en la tarea".
Eso es hipocresía de la peor especie. Han sido las políticas y programas de la propia ONU lo que ha impedido a los campesinos del mundo en desarrollo obtener las herramientas que precisan para incrementar la producción. Esto nos lleva de vuelta a Bill Gates, con sus grandes planes: resulta de todo punto incomprensible que se haya decantado por el ex secretario general de la ONU Kofi Annan para dirigir la Alianza para una Revolución Verde en África, que va a contar con un presupuesto inicial de 150 millones de dólares –aportados por las fundaciones Rockefeller y Bill & Melinda Gates–. Si hacemos caso de los antecedentes, lo único que reverdecerá serán las cuentas corrientes de Annan y sus compinches.
El mandato onusino de Annan estuvo marcado por la corrupción, la incompetencia y el despilfarro. Tengamos bien presente el escándalo del programa Petróleo por Alimentos para Irak. Así las cosas, lo mismo hasta va a llevar razón Kofi el Africano:
El anuncio de Gates coincide con la aparición de un informe del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas que estima que la crisis económica ha hecho que el número de personas infraalimentadas sobrepase los 1.000 millones. Josette Sheeran, directora ejecutiva de ese programa, ha declarado: "Es inadmisible que en el siglo XXI casi una sexta parte de población mundial pase hambre (...) Sabemos lo que hay que hacer para afrontar las situaciones más urgentes, lo único que necesitamos son los recursos y el compromiso internacional en la tarea".
Eso es hipocresía de la peor especie. Han sido las políticas y programas de la propia ONU lo que ha impedido a los campesinos del mundo en desarrollo obtener las herramientas que precisan para incrementar la producción. Esto nos lleva de vuelta a Bill Gates, con sus grandes planes: resulta de todo punto incomprensible que se haya decantado por el ex secretario general de la ONU Kofi Annan para dirigir la Alianza para una Revolución Verde en África, que va a contar con un presupuesto inicial de 150 millones de dólares –aportados por las fundaciones Rockefeller y Bill & Melinda Gates–. Si hacemos caso de los antecedentes, lo único que reverdecerá serán las cuentas corrientes de Annan y sus compinches.
El mandato onusino de Annan estuvo marcado por la corrupción, la incompetencia y el despilfarro. Tengamos bien presente el escándalo del programa Petróleo por Alimentos para Irak. Así las cosas, lo mismo hasta va a llevar razón Kofi el Africano:
África debe apostar por soluciones africanas, en la mano de obra, las semillas y los mercados locales, en vez de tratar de importar biotecnologías mágicas o promesas de mercados exteriores nuevos y abiertos (...) No nos estamos embarcando en un vasto ejercicio de modificación genética.
La fobia tecnológica de Annan es bien conocida, así como los catastróficos frutos que ese tipo de posiciones ha dado en los países pobres. Son precisamente los granos genéticamente modificados los que pueden aliviar las condiciones de millones de personas que hoy en día pasan hambre y tienen sed.
El objetivo de "erradicar el hambre y la pobreza extrema" para el año 2015 es inalcanzable si no se cuenta con lo último que nos brinde la tecnología; tampoco se podrá hacer gran cosa si se somete la innovación a una plétora de prohibiciones y regulaciones. Como demuestran los propios organismos de la ONU, la burocracia infla los costos de todo, bloquea las innovaciones y, para el caso que nos ocupa, acaba por comerse parte de las cosechas.
© AIPE
HENRY I. MILLER, investigador de la Hoover Institution (Universidad de Stanford).
El objetivo de "erradicar el hambre y la pobreza extrema" para el año 2015 es inalcanzable si no se cuenta con lo último que nos brinde la tecnología; tampoco se podrá hacer gran cosa si se somete la innovación a una plétora de prohibiciones y regulaciones. Como demuestran los propios organismos de la ONU, la burocracia infla los costos de todo, bloquea las innovaciones y, para el caso que nos ocupa, acaba por comerse parte de las cosechas.
© AIPE
HENRY I. MILLER, investigador de la Hoover Institution (Universidad de Stanford).