El crecimiento económico que originó la globalización, lejos de aumentar la pobreza en el mundo redujo el número de pobres del 44% en el año 1980 a 21% en 2000. Un logro sin precedentes en la historia de la humanidad. Y si bien no todos los pueblos avanzaron, son muchos más los seres humanos que progresaron.
¿Quiénes progresaron, y por qué? El crecimiento en el período 1980-2000 divide a los 6.000 millones de habitantes del planeta en tres grupos: los pueblos de países desarrollados, los de países globalizadores y los de países no globalizadores. Los países globalizadores son los que abrieron sus economías y mejoraron el clima de inversiones. En cambio, los no globalizadores, entre los que se cuentan casi todos los países de África y América Latina, son los que cerraron sus economías y no crearon condiciones para atraer la inversión.
Los países desarrollados, que suman 1.000 millones de personas, crecieron en dicho período en una media del 2%. Los países globalizadores, con más de 3.000 millones de personas, incluyendo China y la India, crecieron un 5%, mientras que los no globalizadores, con unos 2.000 millones, crecieron apenas un 1%, es decir, muy por debajo del crecimiento de su población. América Latina no se empobreció a causa de la globalización, sino por falta de ella. Si hubiéramos sido más globalizadores seríamos más prósperos, y muchos menos de nuestros conciudadanos seguirían viviendo en la miseria.
Los países no globalizadores se estancaron por sus políticas estatistas, que restringen el comercio, debilitan los derechos de propiedad y ahuyentan la inversión. Estos países, pese a algunas privatizaciones y reformas, desde 1980 sufrieron un continuo deterioro de la libertad económica. En cambio, los países globalizadores que redujeron la pobreza a menos de la mitad, como Chile, liberalizaron sus economías y crearon marcos legales estables, transparentes y favorables a la producción y el comercio.
Otro error de nuestros intelectuales y políticos es que el "crecimiento con igualdad" sólo se consigue mediante la intervención del Gobierno para corregir las supuestas "fallas de mercado". Con la globalización, dicen, los ricos se hacen más ricos y los pobres más pobres. ¡Mentiras! El crecimiento que impulsa la globalización no origina desigualdades. Estudios realizados en 92 países demuestran que el ingreso de los pobres aumenta en proporción al crecimiento económico.
Lamentablemente, en Latinoamérica a veces aumenta el número de pobres incluso cuando crece la economía. La causa es el mercantilismo, vigente desde hace 500 años. Esta economía fascista está dominada por reducidos grupos de políticos, funcionarios y empresarios amigos que se enriquecen a expensas de la población. Ello explica por qué nuestros países, con un ingreso medio por habitante tres veces más alto que China, tienen más pobres.
La globalización, que no es sino la expansión del libre comercio, no fue inventada por las multinacionales. Es un proceso que se inició con los sumerios hace más de seis mil años y acompañó el avance de la civilización. Hoy, la globalización significa establecer una genuina economía de mercado, sin privilegios y con una sólida estructura legal basada en el imperio de la ley, la protección de los derechos de propiedad, mínimas trabas a las inversiones, pocas regulaciones, bajos impuestos, trámites simples en la formación de empresas; todo lo cual conduce a menos corrupción y menos informalidad.
Nuestros países mercantilistas se aislaron del progreso, y, paradójicamente, culpan de su atraso a la globalización. La teoría de Ptolomeo duró 1.400 años. ¿Cuánto durará el error que nos impide ver que el único camino a la prosperidad es la globalización?
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