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LAS GUERRAS DE TODA LA VIDA

Gallardón, Caja Madrid y el poder

Hoy, 10 de noviembre de 2009, escribe Toni Bolaño en La Razón un duro artículo contra Esperanza Aguirre y, de paso, y como para que no haya una de cal sin otra de arena, contra la vicepresidenta De la Vega.

Hoy, 10 de noviembre de 2009, escribe Toni Bolaño en La Razón un duro artículo contra Esperanza Aguirre y, de paso, y como para que no haya una de cal sin otra de arena, contra la vicepresidenta De la Vega.
Dice el periodista que las dos rompen la unidad de sus respectivos partidos. Como si la unidad del PSOE no fuese una realidad demostrada, se mueva quien se mueva y salga quien salga en la foto. El único problema real es la unidad del PP, y no será por culpa de Aguirre que esté en riesgo.

No fue Aguirre quien habló de vómitos y otras lindezas, sino el señor Manuel Cobo, a nombre de su jefe, que lo respaldó en todo momento. No es Aguirre quien "desafía sin pudor" ni la que "no desperdicia ocasión de hacerle jaque mate" a Rajoy, así como tampoco fue la que "no ganó el congreso de Valencia", entre otras razones porque ese congreso no admitía alternativas y no las hubo, a menos que se considere que las propuestas previas a la reunión misma fuesen candidaturas formales.

A Esperanza Aguirre no le interesa tomar el poder en el PP, ni tiene en cartera el gobierno nacional. A Gallardón sí le interesan las dos cosas, y en el conflicto por la dirección de Caja Madrid, tras la absurda propuesta de poner allí a Ignacio González, aprovechó la ocasión para echar un pulso al presidente del partido. En cuanto Rajoy dé muestras de no tener respuesta, allí estará el alcalde ofreciéndose para resolver el problema de la dirección nacional y, sobre todo, de la candidatura al gobierno.

Alberto Ruiz Gallardón.Cuando se emprende la tarea de defender a Rajoy, sea de Gallardón, sea de Aguirre, hay que tener muy en cuenta que son estos dos los que reúnen la mayoría de los votos, no dentro, sino fuera del PP. Los votos de los ciudadanos. Y cuando don Mariano dice, por una vez desafiante, que las listas las hace él y los puede dejar afuera cuando se le ocurra, no sólo muestra lo mal que está el partido, la escasísima democracia interna que está dispuesto a permitir –como, precisamente, demostró en Valencia–, sino que da muestras de una flaca inteligencia electoral. Sin Aguirre ni Gallardón, por ese orden, el PP no puede ganar en ningún comicio. Alguno de sus asesores debiera recordárselo, si es que hay alguien que le recuerde algo. Me temo que a Rajoy haya que defenderlo más de sí mismo que del alcalde o de la presidenta, por mucho que el primero, a poco que lo dejen, se haga con todo el poder interno y escale el escarpado muro de Moncloa. No cometerá entonces el error de dejar fuera a Aguirre, por la cuenta que le traerá.

Como sabemos bien desde hace mucho, por enseñanza de Hayek, hay socialistas en todos los partidos. Gallardón es el más notorio socialista del PP, cosa que el pueblo llano intuye sin necesidad de que se le diga nada, y que lo convierte en el único candidato potencial capaz de robarle votos al PSOE en todas las comunidades, lo que jamás conseguirá Rajoy, a quien se acepta con renuencia porque no hay más oposición formal que él. Gallardón lo sabe, lo cultiva constantemente, y tiene la convicción, acertada, de que si consigue hacerse con el mando, con la capacidad de "hacer las listas" de la que alardea don Mariano, llegará al gobierno en un plazo menos que breve.

En las condiciones actuales, parece bastante probable que el PSOE, o más exactamente Zapatero, pierda las próximas generales. Más aún si éste sigue acumulando pruebas de ineptitud, de ausencia, de indecisión, como en el caso Alakrana, en el que la pelota ha pasado de la vicepresidenta De la Vega a Carmen Chacón y de ésta a Moratinos, sin que ninguno de ellos dé en el clavo ni piense en nuestro casi fantasmal ejército para la paz, y sin que la prensa ponga en la picota al juez Garzón, responsable de la extradición de los piratas del barco anterior al atunero vasco, que será en última instancia quien pueda tomar la decisión de enviar sus presos a Somalia, como parte de una negociación que en modo alguno será sumisión. Es parte del precio.

(Pero habría que ir preparando al Ejército, de verdad, porque en dos días los piratas somalíes secuestraron un barco con armas para Somalia –el domingo 8– y atacaron un petrolero –el lunes 9–. Tienen en este momento más de 190 rehenes, entre ellos una pareja británica secuestrada en su yate privado el mes pasado, a pesar de la presencia en el Índico y el golfo de Adén de una fuerza internacional de buques emplazados por Estados Unidos, la Unión Europea, la OTAN, Japón, Corea del Sur y China, para que patrulle la región, según AP. Lo cuento aquí para que nuestros complejos nacionales no nos lleven a pensar que nuestro gobierno es el único inepto).

(Otro párrafo entre paréntesis: ¿por qué están en manos del juez Garzón todos los asuntos notorios de este país? ¿Cuál es la fórmula de distribución de las causas en la Audiencia, para que siempre sea él quien aparezca en las portadas?)

Pues bien: si el PSOE pierde las elecciones, no la ganará Rajoy, aunque llegue a la presidencia. Triunfar por los errores de los otros y no por los propios méritos es una mala manera de triunfar. Tener votos de ciudadanos que depositan el sobre en la urna tapándose la nariz no es tener votos. Y en nada ayudamos suponiendo que la unidad del PP está en riesgo por Aguirre o por Gallardón: está en riesgo porque Rajoy no concita unidad. Sólo Aznar, en treinta y cuatro años de democracia, unió a la derecha española. Y él mismo, después de hacer magia, dejó en su sitio a un tipo incapaz de sacarle a un niño una moneda de detrás de la oreja.


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