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ECONOMÍA

Frivolidad irresponsable

Frivolidad alude a opiniones cambiantes, leves, sin meditación suficiente. Si se limita a aventurar hipótesis en charlas de café es irrelevante. En cambio, si se trata de altos cargos de la Administración pública, o de políticos en el Gobierno o con posibilidades de serlo, si se sugieren soluciones a problemas sociales y, más aún, si se aplican sin el análisis apropiado, sin anticipar resultados adversos, sin contar con mecanismos de seguimiento que permitan rectificar antes de crear daños, se trata de una actitud irresponsable, tanto más cuanto que es difícil reclamar compensaciones por errores fácilmente evitables. La simple generación de expectativas acerca de medidas de efectos saludables que después no se materializan es, inicialmente, causa de confusión y debates prescindibles, y, a posteriori, de derroche de recursos y frustración.

Frivolidad alude a opiniones cambiantes, leves, sin meditación suficiente. Si se limita a aventurar hipótesis en charlas de café es irrelevante. En cambio, si se trata de altos cargos de la Administración pública, o de políticos en el Gobierno o con posibilidades de serlo, si se sugieren soluciones a problemas sociales y, más aún, si se aplican sin el análisis apropiado, sin anticipar resultados adversos, sin contar con mecanismos de seguimiento que permitan rectificar antes de crear daños, se trata de una actitud irresponsable, tanto más cuanto que es difícil reclamar compensaciones por errores fácilmente evitables. La simple generación de expectativas acerca de medidas de efectos saludables que después no se materializan es, inicialmente, causa de confusión y debates prescindibles, y, a posteriori, de derroche de recursos y frustración.
Delayne Corbett: FRIVOLITY (detalle).
Las propuestas milagrosas tienen en común que prescinden del análisis económico y de la simple razón, supliéndose ambos con retórica agresiva. Así, la reducción de jornada decidida por ley es otro caso que siempre ha fracasado, en distintos momentos y países y con diferentes objetivos. Por el contrario, las mejoras de productividad han permitido reducirla paulatinamente sin grandes efectos negativos, aunque la diferencia en renta y nivel de empleo que se registra entre la UE y EEUU se explica, en buena medida, por la diferencia en la duración de jornada. La capacidad de crear empleo en España, sin recurrir a medidas de esa índole, contrasta con los pobres resultados de Francia y su decisión de revocar esa norma. Quienes defendían la imposición de una jornada más reducida no han sacado conclusiones.
 
La renta garantizada para toda la población va en el mismo sentido. Al parecer, esa renta universalizada se gastaría generando aumentos de producción y pagos tributarios de diversa índole, con los que se financiaría ese aumento de gasto público. El impacto inflacionario no es disuasorio, y la incidencia en el posible agravio comparativo que pueden sentir quienes trabajan tampoco. Las consecuencias de segundo grado en términos de trabajadores marginales que renuncien a la ocupación parecen de poca enjundia.
 
La Responsabilidad Social Corporativa trata de imponerse por ley. En cambio, es encomiable imponer los valores y la ética de los que aspiran a marcar las prioridades empresariales, también lo es reiterar que las empresas que no sigan las pautas que ellos desean pueden ser rechazadas por los consumidores… a quienes se enseñará a hacer el deslinde oportuno. La ética habrá de certificarse (pagando, claro), y a cambio se alega que aportará ventajas de imagen que tendrán impacto positivo en el marketing de la empresa, en fin, como si esa "ventaja diferencial" se pudiera mantener cuando todas hicieran lo mismo.
 
El pacto de estabilidad y el equilibrio presupuestario son culpables de accidentes por falta de inversión, de insuficiencia de servicios sanitarios, de pérdida de calidad de las prestaciones públicas del nivel de las pensiones, y un largo etcétera. El déficit puede con todo; jamás se habla del coste de la deuda con que se financia, de su incidencia en el aumento del coste del crédito, en el riesgo país y, según las circunstancias, en la inflación y el déficit externo. Países de grandes riquezas naturales tienen grandes problemas por la ligereza en el gasto público y en el endeudamiento.
 
Es fácil ganar adhesiones a posturas que no cuestan y que dan algo, aunque sólo sea una posibilidad. Decir que nada es gratis es impopular y rebaja el tono de las críticas. En el fragor por ganar adhesiones se pueden hacer promesas, y si quien las hace se encuentra en situación de poder las deberá realizar. Si por la conjunción de algún efecto benéfico de signo contrario las consecuencias se demoran lo bastante, se habrá hecho con impunidad.
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