
Las propuestas milagrosas tienen en común que prescinden del análisis económico y de la simple razón, supliéndose ambos con retórica agresiva. Así, la reducción de jornada decidida por ley es otro caso que siempre ha fracasado, en distintos momentos y países y con diferentes objetivos. Por el contrario, las mejoras de productividad han permitido reducirla paulatinamente sin grandes efectos negativos, aunque la diferencia en renta y nivel de empleo que se registra entre la UE y EEUU se explica, en buena medida, por la diferencia en la duración de jornada. La capacidad de crear empleo en España, sin recurrir a medidas de esa índole, contrasta con los pobres resultados de Francia y su decisión de revocar esa norma. Quienes defendían la imposición de una jornada más reducida no han sacado conclusiones.
La renta garantizada para toda la población va en el mismo sentido. Al parecer, esa renta universalizada se gastaría generando aumentos de producción y pagos tributarios de diversa índole, con los que se financiaría ese aumento de gasto público. El impacto inflacionario no es disuasorio, y la incidencia en el posible agravio comparativo que pueden sentir quienes trabajan tampoco. Las consecuencias de segundo grado en términos de trabajadores marginales que renuncien a la ocupación parecen de poca enjundia.

El pacto de estabilidad y el equilibrio presupuestario son culpables de accidentes por falta de inversión, de insuficiencia de servicios sanitarios, de pérdida de calidad de las prestaciones públicas del nivel de las pensiones, y un largo etcétera. El déficit puede con todo; jamás se habla del coste de la deuda con que se financia, de su incidencia en el aumento del coste del crédito, en el riesgo país y, según las circunstancias, en la inflación y el déficit externo. Países de grandes riquezas naturales tienen grandes problemas por la ligereza en el gasto público y en el endeudamiento.