Salvo para los franceses, que se entusiasman cuando se grita: “Francia, über alles! En este sentido, Chirac es el presidente que más intenta imitar a De Gaulle, pero no tiene su estatura histórica de general rebelde condenado a muerte por Vichy, aunque, sin el Reino Unido y Churchill, el gesto valiente de De Gaulle no hubiera pasado de ser una tempestad en una taza de té. Incluso así, De Gaulle también hizo el ridículo con sus pretensiones de liderazgo mundial cuando volvió al poder en 1958.
Lo que les pone frenéticos a los antiyanquis europeos es que la actual administración norteamericana es la más inteligente que han conocido los USA desde hace decenios, incomparablemente más que la de Clinton, y no hablemos de la de Carter, que subvencionaba, sin siquiera enterarse, las guerrillas castristas y otras en América Latina. Faltos de argumentos, nuestros antiyanquis les acusan de estar sometidos a la influencia nefasta de misteriosas sectas religiosas integristas, mucho más peligrosas, dicen, ¡que el integrismo islámico! Ese frente unido, jamás vencido, antiyanqui tiene, sin embargo, sus matices porque los hay que declaran que su enemigo mortal no son tanto los EEUU como la administración presidida por Bush, tan reaccionaria, tan nazi, tan... Si ganan los demócratas las próximas elecciones, el mundo se convertirá en un paraíso, se devolverá Irak a Sadam, se resolverán todos los endémicos conflictos, se curará el Sida, se liquidará el hambre y la miseria, y millones de “huríes” se revolcarán sobre tapices persas, dispuestas a satisfacer todos nuestros deseos, y hasta nuestros más íntimos caprichos. Hacer del partido demócrata norteamericano el deus ex machina de la Historia, es tan infantil, que no merece comentario.
Desde luego, ese partido ha gobernado en muchas ocasiones con sus inevitables altibajos, sus aciertos y sus fallos, y Trumán muy poco tenía que ver con Carter. Para elegir un solo ejemplo que está en todas las memorias, fueron presidentes republicanos demócratas quienes condujeron la guerra de Vietnam (guerra necesaria, pero muy mal conducida por todos ellos, y peor perdida). Ahora bien, y teniendo en cuenta lo que se sabe del partido demócrata en la actualidad, se puede temer que salga elegido un nuevo Carter, capaz de subvencionar a los terroristas islámicos, creyéndose que está luchando contra el hambre. La imbecilidad de ciertas administraciones demócratas ha hecho más estragos que el cinismo de ciertas republicanas (Nixon/ Kissinger, por ejemplo).
Chirac sabe que Francia sola no puede convertirse en gran potencia mundial, por lo tanto lo que busca es encabezar alianzas, con quien sea, el mundo musulmán, Rusia, China, quien sea, en nombre de grandes principios: la paz, el derecho internacional, el desarrollo “duradero” (y hasta el medioambiente, incluido desde hace poco en su catálogo), el papel “central” de la ONU en el gobierno del mundo, etcétera. Lo cual demuestra, en realidad, un cinismo y una voluntad de poder tan absolutos como ridículos, repito. Y, claro, Europa. Europa constituiría la base de su edificio imperial. Y aquí existe un peligro real, porque nos están montando una Europa que no queremos.
Pese a los indudables beneficios económicos del Mercado Común, que habría que mantener y ampliar a los nuevos miembros, si la Europa actual no nos gusta, la que nos preparan con el proyecto de Constitución planeado por Giscard d’Estaing y su equipo de tecnócratas nos repele. No nos gusta la situación actual, en donde, para dar un solo ejemplo, una comisión de burócratas no elegidos, con exorbitantes poderes y además en nombre de la libertad del mercado, no para de dar órdenes drásticas, limitando un día la producción de aceite, prohibiendo rebajas en los peajes de autopistas, interviniendo otro para autorizar o prohibir dónde pueden hacer pastar sus rebaños los campesinos (sic) y, en cambio, tolerando el monopolio estatal de EDF en Francia, en contra de todas las normas europeas. Y cosas aún peores, salvo lo que nos preparan, que es inaceptable.
Se presenta al viejo continente como un planeta aislado, sin apenas relaciones con el resto del mundo, pero con vocación imperial, precisamente por ser superior. Esa Europa virtual que quieren “vendernos”, con “su trayectoria de civilización, de progreso y de prosperidad”, pretende ocultar los conflictos, las guerras —incluyendo las de religión— y el simple y trágico hecho de que Europa fue la cuna de los dos totalitarismos más monstruosos de la Historia, el nazi y el comunista, con sus gulags y sus decenas de millones de muertos inocentes, todas esas frases hueras, empalagosas, embusteras, para cubrir con un tupido velo el rostro curtido y cubierto de cicatrices de la Europa que amamos, porque la amamos tal y como es, tremenda y luchadora, luchadora también contra esos totalitarismos, capaz de lo peor y de lo mejor, toda esa demagogia facilona, para terminar por presentarnos un ridículo proyecto de creación de una superpotencia, dominada por Francia o en todo caso por dos o tres “grandes países”, como Francia, Alemania y Luxemburgo —a menos que se trate de Bélgica—, y de eso, ¡ni hablar! No lo digo yo, lo dice España, Reino Unido, Polonia, la Republica Checa, la mayoría de los países europeos a quienes se quiere imponer un modelo de Europa que rechazan.
Ese señor que “se enteró por la prensa” de que era presidente de Gobierno y jefe del PSOE y que había planeado con su compinche Mitterand que matones del hampa franceses mataran a supuestos asesinos etarras, todo ello en el marco del estado de derecho, no faltaba más, ese señor que debía de haber sido juzgado ante los tribunales pero que, gracias a altísimas protecciones, pudo dejar a sus camaradas cargar con el muerto y un poco de cárcel, ese don nadie González, convertido en consultor de viudas de guerra, se dedica ahora a dar consejos morales al mundo entero, y, claro a insultar a José María Aznar. Que los de la oposición se opongan, es obvio, es su obligación, todo depende de cómo, todo depende de si las críticas manifiestan una pizca de inteligencia. Porque resulta cómico que Felipe González le increpe a Aznar y le eche en cara su “apoyo incondicional a Estados Unidos” (el subrayado es suyo, o de El País), cuando él hizo lo mismo, hace doce años, durante el primer acto de la guerra en Irak. Claro que entonces, también Mitterand, y Arabia Saudí y Siria, y muchos más, estaban en la gran coalición contra Irak, con la diferencia, que considero fundamental, de que entonces Bush senior, tras una ya rápida victoria militar, se echó para atrás, perdiendo así la guerra que había ganado, mientras que esta vez ha sido destruida la tiranía de Sadam (objetivo real de la empresa y no el paripé de las armas de destrucción masiva).
Es evidente que eso no ha resuelto todos los problemas, ni el terrorismo, que estaba previsto, en Irak como en Afganistán y otros lugares, la guerra, esa guerra sucia y bastante inédita, se prosigue en el mundo entero. Pero que alguien me explique por qué Aznar, que ha aportado apoyo político —no como Blair, que también ha contribuido militarmente— a los USA en el segundo acto, mejor logrado que el primero, de esta guerra, sería un perro sarnoso incondicional del imperialismo yanqui, mientras que González, que hizo lo mismo —de perrito faldero de los USA le tildaban los comunistas, y bastantes socialistas–, sería un héroe. Lo mismo en relación con Europa. González, como Chirac, acusan a Aznar de haber traicionado a Europa en esta ocasión, al resistir, con la mayoría de países europeos, al “eje del mal” franco-alemán, pro iraquí y anti USA. Pues resulta que es exactamente lo contrario, resulta que han salvado la posibilidad de una Europa abierta al mundo y solidaria con todas las democracias del mundo, europeas o no. Pero como Felipe González forma parte de esa elite de imbéciles que espera el Mesías, o sea un gobierno demócrata en EEUU, no se atreve a opinar claramente sobre el contenido implícitamente antiyanqui de la constitución europea que se nos presenta. Pero, bueno, las cosas como son, no tiene la menor importancia, porque ese señor no la tiene, es un pelele que danza deprisa. Lo que, en cambio, sí la tiene es que España diga que “somos así, señora”, y que lo diga, claro, con Polonia, Reino Unido, Portugal y todos los demás países europeos que ya han manifestado sus reservas hacia esta Constitución que nos quieren imponer Y QUE NO ACEPTAMOS.
NB: Si el título les extraña, consulten Internet o a su profesor de Historia, si es que aún los hay.
CRÓNICAS COSMOPOLITAS
"España y yo somos así, señora"
Una de las diferencias fundamentales, hay varias, entre los USA y Francia, es que los USA son una gran potencia, mientras que Francia intenta histéricamente serlo, y para ello emplea todos los medios, todas las trampas y hace el ridículo.
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