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GATES Y LA AYUDA AL DESARROLLO

¡Es el capitalismo, Bill!

Haber abandonado las Aulas Magnas no le impidió amasar una fortuna de aquí te espero, pero al levantar el vuelo se perdió aquellas clases en que puede uno comprender la belleza de los procesos espontáneos que tienen lugar en el mercado. ¡Ups! Olvidaba que el amigo Gates acudió a Harvard, así que es probable que de todas formas no hubiera aprendido ni papa de la cuestión.

Haber abandonado las Aulas Magnas no le impidió amasar una fortuna de aquí te espero, pero al levantar el vuelo se perdió aquellas clases en que puede uno comprender la belleza de los procesos espontáneos que tienen lugar en el mercado. ¡Ups! Olvidaba que el amigo Gates acudió a Harvard, así que es probable que de todas formas no hubiera aprendido ni papa de la cuestión.
Bill Gates.
Gates volvió a Harvard hace pocas fechas para instar a sus licenciados a que se enfrentaran a "las más graves inequidades, [como] el hambre, la escasez de agua potable [o] la cantidad de niños que mueren a causa de enfermedades que tienen cura". Todos nosotros queremos acabar con esos problemas, y ciertamente Bill y su esposa, Melinda, no se limitan a hablar, también se rascan el bolsillo; pero al parecer Bill no se entera de que las cosas no se solucionan con simplismos como los que él vocea. Aquí van unos cuantos.
El mercado no premió que se salvara la vida de esos niños [de los países pobres], y los Gobiernos no los subsidiaron. Así pues, los niños murieron porque sus madres y sus padres no tenían poder sobre el mercado y porque el sistema no escuchaba sus voces.
¿Pero qué dice este hombre? ¿Puede decirnos el nombre de un solo país pobre que deje funcionar al mercado en libertad? El problema no reside en que el mercado no considere beneficioso salvar vidas –lo más probable es que sí lo haga–; el problema reside en que los países del Tercer Mundo padecen Gobiernos corruptos y tiránicos que coartan la libertad y la propiedad privada. He aquí la razón de que los padres de los niños no tengan poder ni tengan voz.
 
En Occidente y el Asia Oriental la gente se sirve del proceso no planeado del mercado para dejar atrás la pobreza. Dicho proceso, protagonizado por incontables individuos que buscan alcanzar sus propios objetivos por medio del intercambio comercial, es, en palabras del premio Nobel de Economía Friedrich Hayek, un "proceso de descubrimiento": mediante el sistema de precios y la libre competencia, hace posible el intercambio de recursos escasos, procura las soluciones menos costosas y suministra información sobre qué funciona y qué no por medio de los beneficios y las pérdidas registradas.
 
Si se trata de "salvar las vidas de esos niños", el orden espontáneo es mucho mejor.
 
Puede que la Fundación Gates, con su caridad privada, haga maravillas. Lo que está claro es que la panacea no consiste en incrementar los subsidios que unos Gobiernos conceden a otros.
 
Con los miles de millones desembolsados en concepto de ayuda se han obtenido unos muy magros resultados. Como escribe William Easterly en The White Man's Burden: Why the West's Efforts to Aid the Rest Have Done So Much Ill and So Little Good (La carga del hombre blanco: por qué los esfuerzos occidentales por ayudar al resto del mundo han hecho mucho daño y muy poco bien), el desarrollo económico no se consigue mediante ayudas, sino mediante los esfuerzos de los empresarios y reformistas locales. Mientras Occidente se comía la cabeza por unas pocas decenas de miles de millones de dólares desembolsadas en concepto de ayuda, los ciudadanos de la India y China consiguieron incrementar sus ingresos en 715.000 millones de dólares con la sola ayuda de sus propios esfuerzos en el mercado libre.
Podemos hacer que las fuerzas del mercado sean más provechosas para los pobres si conseguimos desarrollar un capitalismo más creativo, si conseguimos ampliar el radio de acción de aquéllas para que un mayor número de gente pueda obtener beneficios, o al menos ganarse la vida, atendiendo a quienes sufren las peores inequidades.
Yerra el blanco Gates cuando achaca al mercado unos problemas que son responsabilidad de los Gobiernos. Lo que constriñe el alcance del libre mercado es el Estado. Gates parece obviar las mil y una trabas que los Gobiernos, aquí y allá, ponen a la libre empresa. En los países pobres las corruptas burocracias se dedican a asfixiar a los emprendedores y a enriquecer a sus secuaces, mientras la ausencia de derechos formales de propiedad y de una legislación estable impide a la gente acumular capital, con lo que los pobres siguen siendo pobres. Por eso falta el agua potable y mueren tantos niños a causa de enfermedades que tienen cura.
Asimismo, podemos presionar a los Gobiernos del mundo entero para que gasten el dinero de los contribuyentes en aquellas cosas que mejor reflejen los valores de los contribuyentes.
Hombre, Gates debería saber que, si se trata de gastar en los valores que mejor reflejen los valores del pueblo, lo que deberían hacer los Gobiernos es dejar de meterse donde no los llaman. Los políticos son manifiestamente pésimos cuando se ponen a mejorar la suerte de sus conciudadanos. En lo que son condenadamente buenos es en confiscar el dinero al personal y gastárselo en lo que se les venga en gana. Sólo cuando los Gobiernos hagan menos y saquen menos dinero a la gente podrá la gente ser libre para hacer con el dinero que gane lo que estime oportuno. Sólo entonces podremos hablar de que gastos que reflejen "valores".
 
¿Quieres que los países pobres se enriquezcan, Bill? Pues súmate a las filas de los partidarios del libre mercado.
 
 
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