Los grupos de poder, particularmente en Europa occidental y Estados Unidos, han aprendido a imponer sus agendas y están cabildeando a fin de lograr la adopción de normas proteccionistas, contrarias, pues, a la competencia internacional. Buscan subsidios, barreras arancelarias, límites al ingreso de inmigrantes extranjeros en los mercados locales; revertir el colapso industrial a través de tales medidas.
Nos cuenta Gregg que en los paquetes de estímulo adoptados por los gobiernos de Estados Unidos y varios países europeos se incluyen provisiones discriminatorias contra los productos extranjeros. Con estas medidas lo que se logrará es mantener artificiosamente las industrias nacionales poco eficientes y el colapso de las más eficientes que operan en el extranjero; empresas estas últimas que a menudo son propiedad de las mismas empresas americanas y europeas.
Los paquetes de rescate bancario contienen cláusulas que presionan a los bancos rescatados para que dirijan sus préstamos al mercado interno. Están tirando por la ventana la saludable práctica de la competencia.
Es curioso que, luego de tantos años de abogar por la adopción de políticas de libre mercado, estos países ahora den marcha atrás. Todo ello afectará negativamente a las economías de las naciones latinoamericanas.
Una pregunta que debemos hacer es: ¿cómo influirá el neo-proteccionismo en un mundo globalizado? Más curioso aún es que sean los antiguos países del bloque soviético los que ahora nos echan en cara nuestro giro al socialismo, mientras ellos, que han salido de sus tenebrosas profundidades, toman bocanadas de aire fresco y nos dicen: "¿Cómo, están locos? ¿Ahora que nosotros venimos de vuelta del socialismo, ustedes van hacia allá?".
A los países emergentes nos toca hacer un llamado a la cordura al Primer Mundo. Debemos hacer un frente común y exigir el cumplimiento de los acuerdos de libre comercio. El mundo no podrá prosperar regresando al pasado. La libertad de comercio no es un simple privilegio, sino un derecho de la humanidad. Decirnos con quién podemos o no comerciar es igual que decirnos con quién podemos o no contraer matrimonio.
© AIPE
JOHN A. BENNETT NOVEY, analista panameño.
Nos cuenta Gregg que en los paquetes de estímulo adoptados por los gobiernos de Estados Unidos y varios países europeos se incluyen provisiones discriminatorias contra los productos extranjeros. Con estas medidas lo que se logrará es mantener artificiosamente las industrias nacionales poco eficientes y el colapso de las más eficientes que operan en el extranjero; empresas estas últimas que a menudo son propiedad de las mismas empresas americanas y europeas.
Los paquetes de rescate bancario contienen cláusulas que presionan a los bancos rescatados para que dirijan sus préstamos al mercado interno. Están tirando por la ventana la saludable práctica de la competencia.
Es curioso que, luego de tantos años de abogar por la adopción de políticas de libre mercado, estos países ahora den marcha atrás. Todo ello afectará negativamente a las economías de las naciones latinoamericanas.
Una pregunta que debemos hacer es: ¿cómo influirá el neo-proteccionismo en un mundo globalizado? Más curioso aún es que sean los antiguos países del bloque soviético los que ahora nos echan en cara nuestro giro al socialismo, mientras ellos, que han salido de sus tenebrosas profundidades, toman bocanadas de aire fresco y nos dicen: "¿Cómo, están locos? ¿Ahora que nosotros venimos de vuelta del socialismo, ustedes van hacia allá?".
A los países emergentes nos toca hacer un llamado a la cordura al Primer Mundo. Debemos hacer un frente común y exigir el cumplimiento de los acuerdos de libre comercio. El mundo no podrá prosperar regresando al pasado. La libertad de comercio no es un simple privilegio, sino un derecho de la humanidad. Decirnos con quién podemos o no comerciar es igual que decirnos con quién podemos o no contraer matrimonio.
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JOHN A. BENNETT NOVEY, analista panameño.