Cuando se trata de resolver un problema se atribuye al Gobierno sabiduría, bondad, prudencia y otras virtudes por el estilo. Pero a los funcionarios, legisladores y burócratas se les tilda de incompetentes, aprovechados, corruptos, etc. Quienes así proceden olvidan que "el Gobierno" son esos mismos funcionarios, legisladores y burócratas.
Por lo visto, no aprendemos. En Guatemala, "el Gobierno" nos mantuvo prácticamente sin teléfonos durante treinta años, hasta que dejó paso al mercado. No pudo poner a funcionar el ferrocarril y luego lo privatizó mal. Nos condenó a padecer apagones hasta que tuvo a bien dejar la electricidad en manos del mercado. Por lo que hace a la grave crisis de los 80, se debió a que "el Gobierno" intentó mantener un precio irreal del dólar: tardíamente dejó la paridad al albur del mercado; las cosas comenzaron a ajustarse nuevamente después de una exagerada devaluación que se podría haber evitado a tiempo si aquél no hubiese intervenido. Este tema lo desarrollé en mi libro La década perdida.
Casi todas las crisis económicas las han causado los gobiernos. La actual crisis petrolera se debe, igualmente, a la interferencia de los gobiernos, pues el 80% de la extracción del oro negro corre por cuenta de empresas estatales que, con su cartel, han elevado el precio. Por otro lado, los gobiernos de otros países impiden la exploración y desarrollo de nuevos yacimientos, lo que provocaría una caída del precio del petróleo. El alto coste y la insuficiente oferta del mismo se deben no al mercado, sino a los gobiernos.
No es un secreto que el alza del precio de la tortilla, del pan, de los pollos, etc., se debe a que el Gobierno de Estados Unidos, mediante subsidios y otros estímulos, desvió la utilización de la mayor área de producción de maíz y trigo del mundo a la producción de etanol.
Aún se discute que la famosa Gran Depresión de 1929 –que los ignorantes socialistas atribuyen al capitalismo, y que no terminó sino hasta la Segunda Guerra– fue provocada por la expansión monetaria de los años 20, a la que siguió una súbita contracción del 30% del dinero circulante, agravada por la notoria ley proteccionista Smoot-Hawley, de 1930. Lo mismo ha sucedido en la actual crisis inmobiliaria y financiera, causada por la manipulación de los intereses.
Los privilegios siempre los impone "el Gobierno" para subir los precios, pues el mercado no puede prohibir la proliferación de la competencia. En el mercado los precios los fija la interacción de oferentes y demandantes, dentro de las impersonales limitaciones propias del mundo real y el respeto a los derechos individuales.
La mayor crisis, consistente en la endémica pobreza de los países atrasados, se debe a que "el Gobierno" impide en ellos que el mercado funcione. Ante esa triste trayectoria, ¿por qué seguir reclamando que "el Gobierno" nos resuelva los problemas?
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