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DRAGONES Y MAZMORRAS

El español bien, gracias

Echo una mirada retrospectiva a lo que ha sido la semana cultural, y no veo más que grandes actos a cuál más importante y entre ellos uno que si no ha pasado desapercibido en los medios, pues para algo tiene que ver con la oficialidad, lo ha sido sólo en el plano informativo, sin más, y la verdad es que muchos de los datos que ahí se desgranan merecen algún detenimiento.

Se trata de la presentación de resultados del Instituto Cervantes. Se reunió el Patronato el pasado 15 de octubre, día de Santa Teresa, en el Monasterio de las Descalzas Reales de Madrid y Jon Juaristi que todavía es el director (a pesar de los rumores que nos lo ponían al frente de Espasa Calpe, en sustitución de Luis Suñer) y que, por cierto, acaba de publicar un libro de poemas en la editorial Visor, fue como es natural el encargado de enterar al Rey y a sus súbditos de todo lo bueno que hay en tan valiosa institución y, a la luz de lo que ahí se dijo, la lengua española está que se sale.

No sólo hay cada vez más centros –concretamente este año se inauguraron tres, el de Berlín, el de Lyon y hace pocos días el de Nueva York– sino que, y esto es lo más importante, cada vez hay más matrículas, siendo, dato muy positivo, los centros de Gran Bretaña y Alemania los que se llevan la palma en este capítulo. Pero, como siempre, las actividades culturales son las que reflejan fielmente lo que ocurre dentro de la patria. Con esa impudicia de las cifras estadísticas nos enteramos de que la actividad cultural se ha saldado este año con una media de 16 actos cada día del curso académico, entre películas (1.300), 143 ciclos de conferencias, 309 exposiciones, 366 conciertos y 20 semanas culturales. No han faltado, como es natural, los homenajes a los monstruos sagrados (Rafael Alberti y Luis Cernuda en este caso) con motivo de sus respectivos centenarios.

En cuanto a las bibliotecas, el éxito es total. Me consta, por algunos amigos extranjeros que las utilizan, que son estupendas y ya quisiéramos tenerlas en los barrios de nuestras ciudades. Dicen los números que entre todas tienen 730.000 volúmenes y que el pasado curso fueron consultadas por 465.000 personas. Un detalle muy tierno es que, desde el año pasado el Patronato decidió que esas bibliotecas llevaran el nombre de los escritores premiados con el Cervantes de Literatura. La primera que recibió tal bautismo fue la de Berlín, llamada Mario Vargas Llosa, y que fue inaugurada personalmente por el citado escritor con una conferencia sobre el Inca Gracilazo. La de Nueva York está dedicada a Jorge Luis Borges representado por su viuda, María Kodama, destacada “viuda del arte”, como llamaba Tom Wolfe (el de La palabra pintada) a las señoras especializadas en casarse con viejas glorias a punto de palmarla, especie de la que tenemos en España un excelente muestrario.

Otro aspecto de capital importancia es el Centro Virtual Cervantes, más conocido como CVC. Se creó en 1997, lleva 75.000 páginas publicadas y el año pasado recibió 5,1 millones de visitas. Esa sí que es una ventana al mundo por la que entra y sale más información que por las puertas físicas de aquellos otros centros, más materiales y palpables. Lo que no menciona Juaristi es cuantas matrículas hubo para aprender catalán, vascuence o gallego, pero sé de muy buena tinta que a pesar de que se imparten clases de esos otros idiomas nacionales, ha habido que suprimir la docencia por falta de alumnos. ¡Qué poca sensibilidad la de los extranjeros por las demás lenguas del nuestra patria!

No quiero terminar esta crónica sin mencionar la incorporación de nuevos miembros al Patronato, en sustitución de los fallecidos José Hierro, Roberto Matta y Ángel Martín Municio. Dos de ellos fueron amigos míos (Hierro y especialmente Municio) y por eso me alegro de que les hayan sustituido otros que también lo son, como el pintor Eduardo Arroyo y el profesor Gonzalo Anes, que lo hace en calidad de presidente de la Real Academia de la Historia. Entre nosotros, no creo que tengan mucha tarea, excepto la representativa, pero en este mundo tan protocolario que nos está tocando vivir todo queda muy digno, muy brillante. Así que, bienvenidos.

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