Esta era la tercera vez en cuatro años que los académicos británicos salían a la palestra para censurar y aislar a los académicos israelíes. La votación se celebró a pesar de una petición internacional iniciada por tres grupos académicos: Académicos por la Paz en Oriente Medio, radicado en Estados Unidos (del que soy miembro ejecutivo), la International Advisory Board for Academic Freedom, radicada en Israel, y Engage, radicada en Gran Bretaña, que recogieron casi 6000 firmas.
La votación fue ajustada, 106 a 71, y un buen número de los 70.000 miembros del sindicato la condenaron. Además, puesto que la NATHFE se disolvía recientemente y fusionaba con otro sindicato académico británico (la Asociación de Profesores Universitarios, que fracasó finalmente en su intento de boicotear a los académicos israelíes el año pasado), la votación de la NATHFE es no vinculante para la nueva entidad constituida, el Sindicato Universitario y Técnico.
Aún así, la votación de la NATHFE representa un punto de inflexión inquietante, que pretende retorcer la libertad académica y colocar la prueba de fuego de libertad en la academia. El trato a estos académicos israelíes es particularmente preocupante. Sólo ellos son responsabilizados de las políticas de su estado, al tiempo que académicos de Irán, Siria, Arabia Saudí, Corea o China –todos ellos países violadores confesos de los derechos humanos– no son boicoteados.
La votación es otro ejemplo más de la transformación del antisemitismo en anti-sionismo. Igual que los particulares judíos eran una vez perseguidos y demonizados, el estado judío se ha convertido hoy en el saco de entrenamiento del mundo. Al contrario que lo que a los académicos británicos les gustaría hacer creer al mundo, el sionismo no es "racismo" o "apartheid". Es el movimiento de liberación del pueblo judío, fundado por un pueblo de todos los colores reunidos de todos los continentes. La tentativa de poner a Israel y su pueblo en el punto de mira no es nueva. Es una antigua idea reconvertida con una vestimenta del siglo XXI.
73 años después de que Adolf Hitler despidiese a los profesores judíos de las universidades alemanas y quemase y prohibiese los libros judíos, un grupo de académicos británicos encabeza la carga contra los académicos israelíes. Estos académicos afirman que la "ilegal" ocupación por Israel de territorio palestino exige el mismo tipo de campaña que fue emprendida una vez contra la Sudáfrica del apartheid. Conciben que tales boicots, desinversiones y sanciones pondrán fin en última instancia a "la ocupación sionista". Ellos, y sus muchos homólogos europeos y norteamericanos, académicos e intelectuales, se ven a sí mismos como luchadores por la libertad del oprimido que emprenden una batalla contra el imperialismo americano e israelí.
En mi opinión, el peligro potencial para judíos, la verdad, la democracia, y los restantes valores occidentales es tan grande hoy como lo era en 1933. La cultura propagandística de la guerra no se confina a un país, o ni siquiera a un continente. Hoy, es global, constante, sofisticada y altamente contagiosa. Aquellos presuntamente más dedicados a encontrar y contar la verdad pervierten la verdad y adoctrinan con lo mismo a incontables generaciones. También refuerzan la penetración islamista en Occidente, que empieza por la demonización de Israel. La educación, el talento, ni siquiera el genio inmunizan a un académico de la enfermedad mental que representa el prejuicio racial contra los judíos.
Tales académicos políticamente correctos niegan el peligro islamista y jihadista. Por tanto, intentan apaciguar a la violencia islamista alineándose con ella frente a diversos chivos expiatorios, empezando por los judíos e Israel. Así, los académicos que deberían tener opiniones más formadas de los conflictos geopolíticos ven en su lugar al agresor jihadista como "la víctima", y sus verdaderas víctimas, civiles incluidos, como el autor material culpable.
En el 2000, los palestinos desataron una intifada salvaje y letal contra los civiles israelíes, el 80% de los cuales son judíos cuyos padres y abuelos sobrevivieron a pogromos, el Holocausto, expulsiones en masa de tierras árabes y cinco guerras de autodefensa. Desde el otoño del 2000 hasta finales de la primavera del 2006, Israel perdió 1113 civiles y soldados frente a la violencia terrorista. Ajustado al tamaño de la población, en términos norteamericanos, eso significa 50.274 asesinados, una media de 728 al mes.
Este es el motivo por el que los israelíes construyeron "la barrera de seguridad" o como es conocida para los miembros de la NATHFE, "la barrera de exclusión". Por el crimen de defenderse a sí mismos, algunos académicos británicos caracterizan a los israelíes sitiados como "peores que los Nazis" cuyas "políticas genocidas" justifican la oleada de atentados suicida palestinos. Tales académicos sin embargo no condenan la propaganda islamista genocida anti judía que convierte a incontables adolescentes en asesinos brutales con el cerebro lavado.
Célebres académicos británicos anti-sionistas respondieron a la guerra militar, terrorista y propagandística contra los judíos iniciando campañas de boicot y desinversión contra Israel en general y contra los académicos israelíes en particular. Así, en el 2002, 123 académicos británicos publicaron "una carta abierta" en el London Guardian pidiendo "una moratoria" de todos los vínculos culturales y de investigación con Israel. En el 2004-2005, la Asociación Británica de Profesores Universitarios votó el boicot a dos universidades israelíes por su presunta complicidad en las políticas militares de su gobierno. La votación fue invertida solamente después de una tremenda lucha y la condena internacional.
Se lanzaron campañas de desinversión y boicot contra Israel por todo el mundo occidental. Aunque la Asociación Americana de Profesores Universitarios –una organización profesional dedicada a impulsar la libertad académica– consta como opuesta a "los boicots académicos", una de sus miembros, Joan Wallach Scott, ex directora del comité de libertad académica de la AAUP, ha condenado públicamente la perjudicial influencia del "lobby pro-Sharon y pro-ocupación" en el campus. Según Scott, este lobby ha ejercido un efecto impactante sobre la libertad académica que recuerda a la era McCarthy.
La AAUP planeó una conferencia, a celebrarse en Italia en febrero del 2006, para debatir el concepto de boicot académico. Más de un tercio de los asistentes estaban a favor de los boicots, aunque un puñado de académicos israelíes antiboicot también había sido incorporado en el último momento. Sin embargo, cuando se descubrió literatura antisemita entre los materiales de la conferencia, los que financian a la AAUP, Fundación Ford incluida, se retiraron.
Aunque inicialmente la AAUP planeaba celebrar aún la reunión, el semanario online Inside Higher Ed informaba de que la AAUP envió un escrito a los participantes de la conferencia explicando que celebrar la conferencia "reactivaría una oposición que ha demostrado ser demasiado severa para permitirnos continuar".
Según la página web de la AAUP, la organización publicará los prolegómenos de la conferencia que nunca tuvo lugar en su revista Academe. La AAUP continúa comprometida con "la libertad académica" y afirma que "publicar los documentos demostrará... La calidad y la diversidad de las posturas que habrían sido presentadas en la conferencia", según su página web.
¿Hablan Los académicos británicos y los demás académicos europeos por todos los académicos y la gente razonable de buena voluntad? Afortunadamente no.
Por ejemplo, la American Association for the Advancement of Science condenó el boicot, igual que las iglesias británica y escocesa y el gobierno británico. Mientras que algunos de los firmantes de estas peticiones no están de acuerdo con las políticas de Israel, también se oponen a boicots que provoquen un castigo colectivo, y al fichado político, nacional y racial.
Llamativamente, un buen número de los firmantes de la petición son profesores de físicas, medicina, matemáticas y ciencias computacionales que, al contrario que los profesores de ciencias sociales o de humanidades, no están tan politizados. Se toman sus disciplinas en serio y no las utilizan como plataformas de promoción de sus opiniones políticas. Obviamente también respetan el trabajo de sus homólogos científicos israelíes, que están a la cabeza del mundo en tecnología, ciencias e investigación. Un profesor comenta: "La ciencia construyó puentes. Es un ejemplo de colaboración sin fronteras”.
Los académicos firmantes de la petición de Académicos por la Paz en Oriente Medio caracterizaron el boicot de un buen número de maneras: "vergonzoso", "repugnante", "discriminatorio", "indefendible", "antisemita", "selectivo", "orientado al apaciguamiento", "anti-académico", y un ejemplo de peligroso de "pensamiento colectivo".
Muchos firmantes de la petición opinan que el boicot recuerda a la era Nazi. Los firmantes observan que no se ha presentado ningún boicot contra los académicos cuyos gobiernos están involucrados en "limpiezas étnicas" reales y que son verdaderos violadores de los derechos humanos; también observan que los palestinos, los árabes o los musulmanes no son responsabilizados de su salvaje persecución de académicos y disidentes.
Un académico observa: "Los británicos son responsables del desastre que vemos en Palestina. No convirtamos otra vez a los judíos en los chivos expiatorios".
Otros se pregunta: "¿Planean boicotear a los académicos iraníes?".
Un profesor pide: "No nos convirtamos en el Savonarola de la academia moderna".
Otro observa que "la primera tarea de un régimen fascista es boicotear académicos".
La verdad es que ya ha comenzado un boicot "silencioso". Algunos académicos británicos han rechazado escribir para diarios israelíes y rehusado publicar o revisar el trabajo de académicos israelíes y de artistas creativos en periódicos británicos. Por ejemplo, el profesor Richard Seaford, de Exeter, rehusaba recientemente contribuir con un artículo a una revista israelí de estudios clásicos a causa de "el brutal e ilegal expansionismo y la limpieza étnica a cámara lenta practicada por el gobierno israelí". Una publicación británica, Dance Europe, rechazaba un artículo de una coreógrafa israelí a menos que "condenara públicamente la ocupación israelí".
En mi opinión, aquellos que están a favor del boicot o a favor de listas negras se aíslan en la práctica de la comunidad internacional de académicos. Según el presidente de la SPME, el Dr. Ed Beck, "este boicot ofende a la gente tolerante y de mentalidad equilibrada de todo el espectro político".
No obstante, cuenta como una victoria propagandística a favor de la intolerancia. También es un paso en la dirección equivocada, uno que impone sus miras, demoniza y castiga a un grupo de personas basándose únicamente en su identidad nacional.